viernes, 17 de febrero de 2012

LA CULPA NUNCA ES MÍA

El tomate de Zapatero
Por: José María Izquierdo

Está bien esto de discutir. Sabía que algunos de ustedes me iban a saltar a la yugular. Y acostumbrado como estoy a aguantar a pie firme las tarascadas de nuestros intratables velocirraptores, ¿cómo no voy a admitir y valorar sus críticas, por muy duras que sean, si llegan acolchadas por la educación y arropadas, por qué no, con un gramito de respeto, ese que nos tenemos mutuamente? Lo que ocurre es que sigo creyendo que ahora, en este momento, Rubalcaba tiene que ser, única y exclusivamente, la persona que saque del marasmo y la perplejidad a la media España, sobre poco más o menos, que espera que el PSOE frene al PP y los grupos de presión a los que se debe y por los que existe. Creo que la mayor urgencia es ésa, ilusionar y despertar a su público, y mantengo que no lo conseguirá jamás con posturas de gran estadista, inútiles porque nadie necesita sus votos y porque de nada, absolutamente de nada servirán, que la derecha se saltará los acuerdos según le convenga. La otra mejilla solo la ha ofrecido, históricamente, la izquierda. Nunca, jamás, la derecha. Los pactos, en todo caso, después, cuando te levantes y estés en condiciones de alcanzar al contrincante con algún gancho a la mandíbula. Ahora, desde la lona, parece rendición y así lo tomará la derecha, que siempre exigirá más. Se cederá hasta el hombro y te insultarán porque no has dado hasta las orejas.
Y a todo esto, los mercados –sí, esos- siguen arreándonos coces hasta en el carné de identidad. Ni preocuparse: es todo cosa de la herencia de los socialistas.
De vuelta a los pactos, lo peor de tanta imagen de compadreo, con todo, es que así no se motiva a la hinchada propia. Y se equivocan quienes consideran que ser agresivo y duro desde la oposición es convertirse a la religión del corneterismo que tan bien conocemos en este Ojo. En absoluto. Que el insulto, la ignominia y la falacia se la queden ellos. ¿O es que creen de verdad que no se puede ser enérgico en la defensa de los valores que siempre han caracterizado a la izquierda sin recurrir a la ferocidad verbal de la fiel infantería? Claro que se puede. Y se debe. La oposición, debe ser útil, sí, pero para que sea útil para toda la sociedad debe ser primero útil, si me permiten, para la recuperación de la izquierda. Y así poder volver al combate en igualdad de condiciones. Lo demás, ustedes disculparán, es buenismo y regreso al talante inane. Sarpullido le sale al viejo catavenenos solo de recordarlo…
Y es que ya les digo que las tropas de asalto jamás permitirán cualquier pacto que no contemple el aplastamiento del contrario. La Gaceta, editorial: “El intercambio de nombres no será fácil, ya que según el número que elija uno y otro hará que el Alto Tribunal tenga mayoría conservadora o progresista, una circunstancia que evidencia la politización de este órgano. Ceder en una renovación puede significar ganar en otra, pero el PP no debe olvidar que tiene una amplia mayoría política, otorgada por los españoles en las urnas, y que ese respaldo electoral es de justicia que prevalezca a la hora de pactar y nombrar cargos”.
Y todo ello, además, aderezado con la desconfianza. Agapito Maestre, en LD: "Creo que se equivocan, pues, los líderes del PP, cuando llaman a Rubalcaba al pacto, al consenso, en fin, a crear conjuntamente una nación grande. Tengo la sensación de que no conocen bien al antiguo vicepresidente de Zapatero: ¡Antes que pactar, negociar o ayudar al gobierno del PP a salir de la crisis, Rubalcaba preferirá el hundimiento de la nación entera!”.
Y, por fin, Ignacio Camacho en Abc: “Forzado por esa dialéctica de supervivencia, Rubalcaba trata de reinventarse en el papel de opositor como si nunca se hubiese conocido a sí mismo en el de gobernante. Tiene que romper con un pasado demasiado inmediato para no pesarle, y se ha envuelto en una cierta esquizofrenia; el miércoles acudió a comer a La Moncloa cargado de responsabilidades de Estado y sabiendo que tal vez pronto tenga que volver parapetado tras una pancarta”. Pues lo dicho: fuera esquizofrenias.
De la crisis, una gracieta. Editorial de Abc: “Las explicaciones que hoy faltan no son las del Gobierno por no tener presupuestos, sino las del PSOE –explicaciones y responsabilidades- por dejar a España en quiebra”.

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