martes, 30 de agosto de 2011

CARLOS CARNICERO. BITÁCORA PARA NÁUFRAGOS DE LA IZQUIERDA

Rubalcaba, PRISA y el 15-M. (I)

El 15-M produce rechazo o desconcierto en quienes no son capaces de imaginar con anticipación los grandes cambios en la humanidad. Ser conservador, sobre todo, consiste en ser inmovilista como un impedimento para determinar los agotamientos en los sistemas de vida.
La globalización y los abusos del neoliberalismo han provocado un hartazgo que todavía no tiene definidos los vectores de transformación de la sociedad.
Ocurrió con la Ilustración como antecedente intelectual de la Revolución Francesa. Los Borbones y la aristocracia eran inmovilistas igual que los grandes magnates, los aristócratas de nuestro tiempo, los ejecutivos que actúan con más impunidad que si fueran propietarios de las empresas que dirigen. Piensan que las cosas son para siempre sin aceptar el principio dialéctico de la historia. El marxismo no ha fracaso como ideología sino como realización dogmática. Pero los principios que establecen que los antagonismos de clase son factores de transformación, permanecen.
Los Borbones, en Versalles, oían los ecos de las calles de París y consideraban que los perroflautas de aquella época necesitaban una lección del ejército francés. Para la clase dominante, era un problema de orden y de autoridad. No percibieron que la aristocracia no sobreviviría al hambre y la pobreza de una Francia esquilmada por su clase dirigente.
Aquellos aristócratas tenían la misma arrogancia que nuestros ejecutivos del IBEX 35. Estos tampoco se ha percatado de que la indignación es, sobre todo, un mecanismos de saturación de la población frente a las desigualdades. Después viene la rebelión y luego la revolución. No debe ser necesariamente violenta, pero el mundo no va a pertenecer a un grupo. Ese tiempo ha comenzado a terminar. Los más listos de los poderosos piden que les pongan más impuestos porque todavía creen estar a tiempo de que se les perdonen sus excesos.
Los Borbones, en Versalles, oían los ecos de las calles de París y consideraban que los perroflautas de aquella época necesitaban una lección del ejército francés. Para la clase dominante, era un problema de orden y de autoridad. No percibieron que la aristocracia no sobreviviría al hambre y la pobreza de una Francia esquilmada por su clase dirigente.
Tengo experiencia en observar la perplejidad de las mentalidades pequeño burguesas. En mis últimas participaciones en la Cadena Ser, muchos de mis compañeros de tertulia y la directora del programa estaban más preocupados por la imagen que proyectaban ante el establishment que en tener objetividad frente al 15.M. Del desprecio al desconcierto y de éste a la maledicencia. Cuando se produjeron los actos de violencia en Valencia, delante de Las Coats Valencianas, mis compañeros aprovecharon para desacreditar el 15-M por violentos, sin pararse a averiguar quienes habían sido los provocadores. Yo actúe como francotirador y he sido abatido.
El dilema es como impedir una fuga de audiencia sin comprometerse con la realidad. Que yo haya salido de la SER, precisamente en estos momentos, es significativo, pero no es importante. Es sólo sintomático y un aviso a navegantes de que la comprensión con los movimientos que ellos quieren situar fuera del sistema no es compatible con la honorabilidad de formar parte del equipo de la SER. La resultante fue un despido por un sicario en una cafetería de la Gran Vía, después de 17 años de pertenencia a la SER. Los tribunales tienen la última palabra y yo no tengo un minuto que perder con la SER porque ya es historia. Fui feliz allí y ahora la SER ya no es lo que era.
Nada nuevo. Ni está Jesús Polanco ni se le espera; Carlos Llamas ha sido sustituido por el oportunismo de moda con pátina catalana. Y los dueños de PRISA ya no son los Polanco, que no mandan nada, sino una empresa norteamericana de Capital Riesgo. Nada que ver con el interés de conocer lo que se cuece alrededor de La Bastilla española.
Rubalcaba es un alma en pena. Por primera vez en su vida política está superado por los acontecimientos. El superviviente del Gobierno que fue zarandeado por el asunto del GAL está en caída libre. No le responde ningún timón porque no ha entendido que la realidad, ésta realidad, sólo se satisface con transformaciones profundas. No se puede estar con los indignados y aceptar la modificación de la Constitución por mandato de los mercados. No se puede colaborar en la llegada de Rajoy y pretender ser socialdemócrata. No se puede plantear la disolución de las diputaciones y recular. Ya no se puede hacer una cosa y decir la contraria. Sin transformación profunda de los partidos y las instituciones, este PSOE no tiene futuro ni salvación. No pasa nada. Torres más altas han caído y han sido sustituidas por otras.
Ni está Jesús Polanco ni se le espera; Carlos Llamas ha sido sustituido por el oportunismo de moda con pátina catalana. Y los dueños de PRISA ya no son los Polanco, que no mandan nada, sino una empresa norteamericana de Capital Riesgo. Nada que ver con el interés de conocer lo que se cuece alrededor de La Bastilla española.
Los dirigentes y directores de la SER y el equipo de Rubalcaba están unidos por algo más que por los apoyos y complicidades mutuas. Lo comprobé el día que Rubalcaba y la mano que meció mi despido estuvieron conectados con una complicidad obscena.
Están unidos por algo más que por una imposible victoria de Rubalcaba que facilitaría la solución económica a una PRISA ahogada por las deudas financieras. Uno y otros no tienen capacidad de transformación porque son inmovilistas en un mundo cambiante y no están dispuestos a renunciar a sus pretendidos monopolios de representación de la izquierda mediática y política. Su alianza no vale nada porque la crisis de audiencia y de publicidad está encadenada a la crisis de un PSOE que ha terminado su ciclo vital.
El 15-M es la punta de lanza de la transformación del sistema de representación política y de monopolio mediático. Hasta ahora, los partidos con el control de las listas electorales tenían asegurado el control político. Eso se ha terminado. Sobrevivirá el PP porque el caldo de cultivo de su política es la sociedad conservadora que no está muy afectada por las redes sociales y la indignación. Ellos cumplirán el último ciclo de esta democracia decadente acelerando las contradicciones entre el poder y la calle. La o las legislaturas de Mariano Rajoy van a ser un experimento necesario para que la indignación tome forma política distinta y alternativa a la izquierda tradicional que ya no existe.
PRISA va a sufrir un abandono de audiencia y publicidad porque sus gestores están utilizando a los periodistas que han sido leales con su trabajo como mercancía de cambio de sus deudas. Tiran por la borda lo que les molesta: han contratado a capataces despedidotes que a cambio de un buen sueldo comunican los despidos como si fuera las letanías del santo rosario.
Ni Rubalcaba ni PRISA, uña y carne, amigos para siempre, cómplices de tres décadas se han dado cuenta de lo liquidados que están. Pero eso no será un problema para ellos: sencillamente, sólo necesitan que el tiempo haga su trabajo. No ha dejado de ocurrir a lo largo de la historia. (Continuará)
***
El 15-M, Rubalcaba y PRISA (II) La crisis de la intermediación y la imprescindible transformación de los medios

La intermediación como fenómeno de articulación social está en crisis. Las nuevas tecnologías afectan a todos y de manera desigual. Si los mercados se gestionan con modernos ordenadores que pueden hacer miles de operaciones de compra y venta por minuto –lo que les confiere un poder hasta ahora incontrolable-, la red permite acceder en tiempo real a la información. Y la participación política está en crisis porque las sociedades están siendo conscientes de que la delegación de la representación es imperfecta y es posible el control y la transparencia en la gestión pública con una transformación de los sistemas de representación. La confusión a la que hemos llegado entre representación y propiedad del mandato popular ha tocado techo y exige una rectificación.
Además la legitimidad de la representación está cuestionada por la incapacidad de la política para controlar la economía. Los representantes políticos de los ciudadanos obedecen a los mercados y no a los mandatos de sus representados. La reforma constitucional para apacigar a los mercados es un mensaje nefasto: es el reconocimiento más brutal de que ni el gobierno ni la oposición tienen capacidad frente al poder de los especuladores. ¿Por qué la sociedad tendría que respetar a quien es impotente para gobernar?
No sólo ocurre en el ámbito de la representación política. También en el de los medios de comunicación. Se pretende que la información pertenece a los ciudadanos, pero los editores, los propietarios de los medios de comunicación, son los administradores de la información tapizada por sus intereses corporativos y políticos.
La libertad de prensa consagra el ejercicio de pluralidad informativa y permite elegir entre distintos medios de comunicación. Y teóricamente regula el control del periodistas sobre la información que producen. Pero no permite intervenir los condicionamientos aplicados por cada empresa en la transmisión de la información y de la opinión. Y en estos tiempos, el periodista cada vez tiene menos margen para firmar y certificar la información por la presión de los directores y editores de los medios. El abaratamiento de los salarios es además un formidable mecanismo de coerción en el que la amenaza del despido más fácil es letal.
El miedo instalado en esta crisis está permitiendo que el neoliberalismo en sus formas políticas, económicas, mediáticas y sindicales tenga un dominio de la sociedad con las resistencias de los sectores que han decidido no doblegarse coarriendo los riesgos de una represión policial y de represalias empresariales. La sumisión de una parte importante de la sociedad es la consecuencia del miedo que promueve la crisis y la incertidumbre sobre el futuro inmediato. Si el derecho a una vida digna se consigue sobre las garantías de que el esfuerzo será recompensado por los logros, está crisis sistémica lo primero que ha hecho ha sido secuestrar los sueños. Nada está garantizado y todo se puede derrumbar en un universo en el que los poderosos tienen los derechos y los débiles cada vez están más indefensos.
El control de una información dirigida ha sido siempre la primera obsesión de los poderes políticos y económicos. Los ciudadanos eligen entre lo que hay. Pero es muy difícil sacar a la luz nuevos proyectos informativos tradicionales por el volumen de capital que exigen esas inversiones.
La crisis de los medios de comunicación tradicionales tiene que ver directamente con las tecnologías. La información fluye al margen de los grandes periódicos y de las emisoras de radio y televisión. Es cierto que todavía hay amplios sectores de la sociedad que no tienen acceso a la red. Ese hándicap tiene fecha de caducidad, pero todavía es una realidad que limita el poder de la democracia 2.0.
Hay síntomas claros de las consecuencias del cambio tecnológico.
En Siria, en el hemisferio de la brutal represión del sistema, el apagón de los teléfonos móviles ha sido burlado por las compañías telefónicas de los países limítrofes. El capitalismo sólo reacciona con censura cuando el negocio tiene una subordinación política y unos intereses imprescindibles. Las compañías sirias han bloqueado las comunicaciones de teléfonos móviles, pero no la de los países limítrofes. Eso ha permitido a los manifestantes advertir de la llegada de las fuerzas represivas y organizar las manifestaciones con información que se transmitía desde compañías radicadas en Líbano, en Jordania etc.
El la revuelta árabe, los sms e Internet, con sus matices en los distintos países, ha permitido la lucha contra las dictaduras con unas movilizaciones impensables hace sólo unos años.
La expansión del 15-M ha tenido su soporte básico en la red. Las convocatorias, las comunicaciones, las denuncias de los abusos policiales han sido posibles gracias a las tecnologías. El Gobierno socialista se ha visto contra las cuerdas cuando se han colgados vídeos de brutalidad policial que los medios de comunicación tradicionales sólo han reconocido cuando eran una realidad a través de las imágenes colgadas en la WEB.
A las pocas horas de anunciar el presidente Zapatero su intención de realizar un pacto con el PP, en el mes de agosto, para llevar a cabo una reforma de la Constitución que limite el gasto público, a través de Internet se había iniciado una movilización general exigiendo un referéndum. Esa velocidad de eclosión de la protesta, tomando la iniciativa sobre las maniobras del PP, del PSOE y del Gobierno, ha neutralizado los efectos de Alfredo Rubalcaba y de su equipo por crear la sensación de que la reforma constitucional era positiva para los españoles. El candidato del PSOE se ha visto retratado en su contradicción de posicionarse primero contra la reforma constitucional y tratar de vender después sus virtudes. Las tecnologías impiden o dificultan la manipulación política. (Continuará)

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