Tenía mucho interés en ver un edificio de viviendas en Vecindario, Gran Canaria, resuelto, en principio según lo que había visto en revistas especializadas, de manera brillante. Una planta muy digna y una fachada bien resuelta con unos toques de color muy sugerentes. Pues bien, me planto frente al edificio y ¡oh!, mi gozo en un pozo. Una fachada sin color, en no muy buen estado de conservación y con un aspecto un poco lamentable. Desconozco la historia del edificio, la (imaginable) guerra de los arquitectos (Pedro Romera y Ángela Ruiz; ella creo que pudo ser compañera de carrera) por mantener su proyecto -sé de lo que hablo, se los aseguro- tal y como se imaginó y su sufrimiento al ver en qué ha quedado su obra. Pero parte de la arquitectura es así y muchas veces los arquitectos nos sentimos tan tristes que olvidamos la obra y a otra cosa mariposa...
PD. Después de darle vueltas al asunto y ver las fotos repetidas veces, he pensado que a lo mejor el edificio se ve según la foto primera sólo cuando las puertas que cubren las ventanas del salón se encuentran abiertas. Aún así el resultado y el juego de luces y sombras sigue siendo muy sugerente. Conclusión: cuando una idea es buena, es buena. Mis felicitaciones a los arquitectos. De todas formas juzguen por sí mismos.
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