Uno es limpito, o eso cree. Uno utiliza una rejilla en el fregadero para evitar que se cuele la basura, utiliza el lavavajillas siempre que puede porque parece que está demostrado que se ahorra agua, limpia los platos antes de lavar, etc. Pero no, la verdad es que no sólo uno no es limpio, sino que la realidad dictamina que uno es muy guarro. He aquí la prueba que lo confirma, una vez que Jesús, el estupendo fontanero que me saca de los apuros domésticos al respecto, ha destupido el desagüe del fregadero que llevaba dando guerra últimamente. Y hoy el refranero, que es muy sabio, da en el clao de nuevo: Una imagen vale más que mil palabras.
Qué asquito!!!!! Qué guago, guago, guago!!!!!
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