Llevo unos días dedicado a otros menesteres y he estado algo desconectado de la política patria, cosa rara en mi. Ahora acabo de ponerme al día leyendo las portadas de los periódicos de mayor tirada en España y no deja de seguir sorprendiéndome lo que leo. Ya sea uno u otros, lo acontecido entre el fiscal general, el novio de la inefable, la mujer del Presidente o Ábalos y sus secuaces, ya sea para romper el hielo, parece que acontece en un país u otro; nada que ver, que sí o que no, culpables o inocentes, me vengo a enterar ahora o tú más.
A los violadores franceses de Gisèle Pelicot, marido a la cabeza, le caen 20 años, la pena máxima en Francia por este delito. Poco me parece, la verdad. La ley de extranjería que se nos viene encima, la reducción de la jornada laboral que afectará a unos y no a otros. Elon Musk y Trump empezando sus fechorías en su país (no les queda nada, no nos queda nada). La eliminación del impuesto a las energéticas o ¡viva la clase media que lo aguanta todo!. El Gordo que nos llega el domingo...
Ahora, lo que más me ha sorprendido es la actitud del PP frente al 50 aniversario de la muerte de Franco. Entiendo que para Feijóo debe ser terrible estar agachado con la espada de Damocles, léase de Ayuso, encima del cuello todo el tiempo, pero sinceramente no entiendo la actitud frente a un hecho histórico como éste. ¿Cómo no celebrar la muerte de un dictador? ¿Cómo olvidar tanto sufrimiento en la posguerra? ¿Cómo no acordarse de la interminable lista de víctimas que hubo en España tras la guerra? Razones habrá para no participar en este aniversario, también los tienen los terraplanistas para justificar sus convicciones. La derecha pierde una oportunidad de oro de desvincularse de una vez por todas de la caspa del "cualquier tiempo pasado fue mejor". Un demócrata jamás debería blanquear una dictadura, sea de un sesgo o de otro.
En España el centro y la derecha moderna han muerto, es una pena.
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