miércoles, 27 de noviembre de 2024

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Habitación con vistas a Mordor
Miguel Ángel Medina

Las imágenes que vienen a la cabeza al pensar en Asturias son prados verdes con vacas pastando, montañas, animales y naturaleza. Y desde luego que hay mucho de eso. Pero también hay otra cara más amarga que padecen aquellos que viven cerca de zonas industriales. Es el caso de Ángela Menéndez, a quien visité hace unos días. Su casa parece una Asturias en miniatura, llena de césped, árboles y plantas. Un entorno idílico si no fuera por lo que se ve un poco más allá. “Me asomo a la ventana y veo Mordor”, me contó esta asturiana de 77 años.

Mordor es como llaman los vecinos de la zona oeste de Gijón a la acería de ArcelorMittal, ya que sus montañas de carbón y sus chimeneas ardiendo tan cerca les recuerdan al territorio oscuro y ficticio de El Señor de los Anillos. “Que tengas una casa así de bonita y tengas que estar todo el día encerrada dentro por no poder abrir las ventanas…”, se queja amargamente Menéndez. Para demostrarlo, se acerca a las placas solares que instaló en el suelo de su finca. Están completamente negras. “No sirven para nada, se les pone encima una capa de sedimento que es muy difícil de quitar y no funcionan”, continúa. Con la ayuda de un rascador, intenta quitar una pequeña parte. No hay manera. “Cuando vivía mi marido, intentábamos rascar la capa a menudo, pero cuesta muchísimo y a los dos meses volvía a aparecer. Mi hija intentó poner un invernadero y tuvo que dejarlo porque había que cambiar el plástico a menudo. Y este polvo es lo que estamos respirando. A mí la siderurgia me está quitando años de vida”, denuncia.

No es extraño, pues según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, en el periodo de 2007 y 2022 la instalación industrial —que comprende varios recintos entre Gijón y Avilés— fue la segunda de España que causó más emisiones en dióxido de carbono (CO₂) —gas impulsor del cambio climático—, así como la mayor emisora de partículas en suspensión (PM10), y de las mayores en dióxido de azufre (SOx) y dióxidos de nitrógeno (NOx) —tres sustancias contaminantes nocivas para la salud—.

El Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (Iidma) ha llevado a los tribunales al Principado de Asturias por autorizar al recinto a contaminar más de lo permitido. El Gobierno asturiano responde que la empresa está realizando inversiones que mejorarán la calidad del aire, mientras el Ayuntamiento señala que no se superan los límites legales en el caso de las partículas, las más dañinas para la salud. Todo eso le suena a palabrería a Ángela Menéndez: “Pasan los años, hacen inversiones y promesas y seguimos igual. Necesitamos que las administraciones nos protejan”. Al día siguiente de publicar el reportaje, ArcelorMittal reaccionó y avisó de que frena por ahora sus inversiones en Europa en plantas que ayudan a reducir la descarbonización.

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