sábado, 9 de noviembre de 2024

AL SERVICIO DEL SERVICIO

Del servicio secreto, en este caso. No soy un experto, ni de lejos pero he visto tantas películas americanas sobre Presidentes ídem a punto de ser masacrados, secuestrados, abducidos, etc., que bien puedo hablar de esto que escribo con conocimiento de causa, no vasto, pero sí basto, que ya es algo.
De la huída, estampada o desaparición de Pedro Sánchez el aciago día de su visita a Paiporta acompañando a los Reyes y junto al inefable Mazón, se ha hablado mucho y se seguirá haciendo. Este hecho es un caramelo en la boca de periodistas y de políticos/as varios/as. Es tal la cantidad de adjetivos (des)calificativos que no me extrañan que hayan salido de las primeras páginas del preclaro ensayo de Fernando Vallejo "La puta de Babilonia".
Ignoro cómo funcionan los servicios secretos, si es que se llaman así, en España, ni siquiera si existen como tal, aunque supongo que sí, pero les puedo asegurar que si en vez de Pedro Sánchez se hubiera tratado de Biden o del propio Trump, el suyo no hubiera tardado ni un milisegundo en llevarse al Presidente de allí en ese coche blindado al que llaman La Bestia. He ahí la seguridad que los americanos entienden que debe tener su presidente; bueno, el suyo y el de todo occidente, a estas alturas ya ni vamos a discutir eso. Un palo, piedras y no sé qué fue lo que le tiraron al coche y a su espalda. Bonito, bonito, gran ejemplo. Y yo que, hasta ese momento, creía que la culpa de la lluvia era de Zapatero... Pero no, parece que los Reyes dieron la talla al quedarse, de Mazón no se sabe nada -tremendo personaje-, de sus conselleras/os mejor no hablamos y el anticristo vuelve a ser Pedro Sánchez, a pesar de las cientos de veces que se ha explicado cómo funciona el organigrama de las Comunidades Autónomas y el Gobierno Central frente a las competencias.
Da igual.

Esto me recuerda a una anécdota con mi abuela, con la cual viví 12 años al terminar la carrera. Yo moraba un apartamento en el jardín, en lo que llamábamos "el sótano", que obviamente no era tal. Hubo una época, ella ya viuda, que la luz se iba recurrentemente. En esos momentos mi abuela se asomaba por la escalera y me gritaba desde arriba para que yo la oyera desde mi casa: ¡¡Jose, ¿qué hiciste?!! Yo subía, levantaba el automático del cuadro eléctrico y voilà. El asunto se repitió tantas veces que finalmente opté por llamar al electricista de confianza de la familia. Vino, subió a la terraza-vergel donde mi abuela pasaba las tardes leyendo o haciendo punto y le explicó que, al regar tan profusamente estaba mojando una tapa eléctrica escondida entre varias macetas, en la esquita. Ah, contestó mi abuela, es bueno saberlo.
Al cabo de un par de semana se volvió a ir la luz y al momento escucho desde la escalera: ¡¡Jose, ¿qué hiciste?!!
En ese momento supe que yo había perdido la guerra.

2 comentarios:

  1. Está claro que Pedro Sánchez y José Carlos Pérez Alcalde son de la misma calaña: Haga lo que haga es igual, todo lo consideran mal

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  2. La verdad es que no sé si he entendido el comentario, pero ahí queda.

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