martes, 27 de agosto de 2024

EL CHESTER

 

Cuando me mudé a Villa Augusta, allá por 2007, pude comprarme el sillón que siempre había querido, un chester. Si bien no es el sillón más cómodo del mundo, ¿alguien duda de su belleza? Estaba lustroso, brillante, impoluto. Claro que mis perras fueron creciendo, mordiendo las esquinas de los cojines, rozándose con él, y diecisiete años después ya el pobre andaba algo ajado. Ya sin Augusta ni Octavia, hablando con una amiga salió el sillón en la conversación y me dijo ¿sabes que hay empresas que te limpian el sillón en tu casa?
Del dicho al hecho.
Llamé, concerté una cita y voilà, ayer lo limpiaron y el resultado salta a la vista.

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