sábado, 8 de junio de 2024

HIJOS DE PUTA

El pederasta español Alfonso Pedrajas, con una guitarra, junto al religioso condenado por abusos Luis Tó, a su izquierda.

Los jesuitas enviaron a un pederasta durante décadas a trabajar con niños en Bolivia: “Puede repetirlo en cualquier momento”
Una veintena de cartas de la orden constata que los superiores en España, América y Roma conocían los riesgos de reincidencia de Luis Tó, condenado en Barcelona, y que nunca lo impidieron. “Allí hay niños hasta en la sopa”, alertó un responsable.
Julio Núñez / Íñigo Domínguez, 07.06.2024

La Compañía de Jesús, la orden a la que pertenece el Papa Francisco, ha negado siempre que conociera los abusos de menores del jesuita catalán Luis Tó González, condenado a dos años de cárcel, que no cumplió, por abusar de una menor en 1992 en el colegio Sant Ignasi de Barcelona, y que fue enviado a Bolivia tras la sentencia, con una fiesta de despedida en su honor. La orden negó a EL PAÍS en 2018, cuando este diario reveló su traslado al país sudamericano, que el religioso hubiera seguido allí en contacto con menores y que en su destino surgieran más denuncias contra él. Los jesuitas mentían: este diario destapó hace un año que Tó aterrizó en Bolivia como profesor de ética sexual de novicios, siguió agrediendo sexualmente a menores y sus superiores tuvieron constancia de todo ello tras una denuncia interna en 2001 de un miembro de la orden, que fue expulsado. Ahora el escándalo sube un peldaño más: la documentación interna de la orden a la que ha tenido acceso este periódico revela que tanto los jesuitas de Cataluña como el general de la Compañía en Roma fueron informados periódicamente del riesgo de reincidencia de Tó y cómo lo subestimaron durante 25 años, desde que pisó por primera vez Latinoamérica, en 1992, hasta su muerte, en 2017. Simplemente lo mantuvieron en sus puestos o lo fueron moviendo de un lado para otro. La oficina de prensa de la Compañía en España, consultada por este diario, no ha querido hacer valoraciones. En cambio, un portavoz de los jesuitas de Bolivia ha declarado que el caso y su documentación está en manos de la justicia y están a la espera de conocer la resolución judicial y asumir responsabilidades.

El propio general de la orden, el holandés Peter-Hans Kovelnbach, ya fallecido, firmó un documento en 1998, para que el jesuita catalán fijase su residencia definitiva en Bolivia, pese a la inquietud que despertaba. Este diario ha tenido acceso a una veintenta de cartas, la mayoría con las firmas de los provinciales —el cargo más alto de la orden en un país— en España y Bolivia, que demuestran que preferían que el clérigo siguiera en el país americano. Allí no era pública su condena y podía pasar inadvertido, pese al peligro que suponía, a diferencia de España, donde la noticia había salido en prensa. “Conversando con el P. Renau, provincial de la Tarraconense [Cataluña], vemos que no sería conveniente de ninguna manera su retorno a Barcelona, supuesto el juicio y la sentencia que cayeron sobre él. Por eso a ambos nos parece conveniente su transcripción a Bolivia, que también tiene un carácter de rehabilitación personal en la Compañía”, escribió en octubre de 1998 el entonces provincial en Bolivia, el catalán Marcos Recolons, al máximo responsable de la orden.

Recolons es uno de los provinciales imputados por la justicia boliviana por haber encubierto varios casos de abusos, una investigación abierta a raíz de las pesquisas de EL PAÍS en 2023. El caso más conocido fue el del jesuita Alfonso Pedrajas, un caso destapado por este diario y que conmocionó al país. Era un misionero valenciano en Bolivia que escribió un diario secreto en el que admitió haber abusado de al menos 85 menores y que sus superiores lo protegieron. Entre ellos aparecía citado Recolons. En el diario, Pedrajas mencionaba otros amigos jesuitas, entre ellos Luis Tó. Eso provocó que emergieran nuevas denuncias contra Tó, tanto en Bolivia como en España, y, por primera vez, quedara en evidencia cómo Recolons tapó esas acusaciones. En total, este diario ha contabilizado al menos ocho víctimas de Tó, tanto hombres como mujeres, en el colegio barcelonés de Sant Ignasi. También salió a la luz el caso de Frances Peris, otro jesuita del colegio de Casp, también en Barcelona, que fue enviado a Bolivia tras ser acusado de abusos. Como reveló este diario, también fue luego denunciado allí. En ese momento, tanto los responsables de la orden en España como en Bolivia se negaron a informar de lo que sabían. EL PAÍS ha contabilizado acusaciones contra 15 jesuitas en el colegio de Casp y el adyacente, San Estanislao de Kostka.

Estas cartas cruzadas que salen ahora a la luz describen detalladamente el traslado de Barcelona a La Paz en 1992, un mes después de recibir una condena por abusos de la Audiencia de Barcelona. No obstante, en un principio la comunidad jesuita boliviana era reticente: “La noticia de la condena de Luis Tó ha salido aquí en muchos periódicos con todo lujo de detalles y en grandes titulares. (...) Lamentablemente, en estas circunstancias por motivos obvios no veo posible mantener la oferta que te hice de que viniera a trabajar a Bolivia”. Esta fue la primera carta que el entonces provincial en Bolivia, Luis Palomera, envió en 1992 a la orden en Cataluña.

Finalmente Palomera accedió y Tó fue trasladado al país latinoamericano para pasar un periodo de tiempo sin determinar. En una segunda carta, dice Palomera: “Hablé largo con él y nos hemos entendido bien”. Fue destinado a la parroquia Virgen Milagrosa y al barrio de El Alto.

La relación de los superiores con Tó, durante sus años en Bolivia, parece constante. Tó seguía perteneciendo a la comunidad jesuita catalana que, además, era la que estaba pagando la terapia psicológica que recibía tanto en el país latinoamericano como en Barcelona, durante algunas visitas que siguió realizando a España. De hecho, durante una de estas visitas a la capital catalana salta de nuevo la alarma. En una carta con fecha del 17 octubre de 1994, un responsable del colegio Casp advierte al provincial de los jesuitas en Bolivia, Marcos Recolons, recién nombrado, que Tó podría estar abusando de menores en Bolivia. “Quiero comunicarte los temores de algunas personas que le trataron en los días que estuvo por aquí. Se trata de lo siguiente: en las visitas que iba haciendo Luis mostraba una gran cantidad de fotografías de su actividad en El Alto. Entre ellas, que trataban temas muy variados, aparecía la foto de una niña, siempre la misma y en un plano bastante próximo, y con notable frecuencia. Quizás unas 10 veces”, se lee en la misiva. Varios profesores que vieron las imágenes temieron por la niñas ante los antecedentes de Tó en Barcelona. “Vista la situación me veo en la obligación de comentártelo para que preveas”, añade el responsable del colegio de Casp que escribe. Esto es una prueba de que los jesuitas mintieron en 2018 cuando afirmaron que Tó no estuvo en contacto con menores en Bolivia.

Es más, la documentación interna revela precisamente los intercambios de correos electrónicos en la orden a raíz de las preguntas de EL PAÍS cuando publicó el caso en 2018, para saber qué debían responder. Los jesuitas de Barcelona transmiten a su oficina de Bolivia, por ejemplo, una muy concreta de este diario: “Según tenemos el dato, en 1992 su primer destino fue vicario parroquial, ¿había ahí contacto con menores?”. Respuesta interna: “Probablemente allí pudo haber contacto con menores”. Pero los jesuitas en España lo negaron en sus respuestas a este periódico.

Documento del colegio jesuita de Casp en Barcelona alertando a la comunidad en Bolivia del contacto de Luis Tó con menores.

En cuanto a la terapia que recibió el religioso, en los documentos se describe que fue insuficiente. Principalmente, porque Tó no asume que los abusos sexuales a menores son un delito y un problema. “Tal como está ahora, no mejorará. Por otra parte, Luis [Tó] puede repetir los hechos en cualquier momento. Quizá todavía está bajo la ‘garrotada’ pública que le dieron, pero tanto la distancia geográfica como la temporal, le puede hacer bajar la guardia y repetir lo que ha hecho durante muchos años, y ahora hemos sabido”, aparece en una carta de la orden en Barcelona a Recolons, para detallarle cómo iban las sesiones psicológicas de Tó en España. Esta cuestión de negarse a “aceptar” que es un pederasta sigue apareciendo en varias cartas hasta 1997, todas ellas dirigidas a los responsables de la Compañía en el país latinoamericano. Incluso algunos jesuitas de Barcelona escribían a Tó para convencerle de que debía cambiar: “Hay gente a la que has hecho daño”, dice una de estas misivas.

Por esas fechas, como destapó EL PAÍS hace un año, un novicio de los jesuitas denunció en 2001 a sus superiores que Luis Tó había seguido abusando de menores indígenas, algo que él había presenciado en los años anteriores trabajando con él. La respuesta de los jesuitas fue expulsar al denunciante, Pedro Lima. Y ahora se sabe que, después de estos presuntos abusos, en 1997 la orden volvió a cambiar a Luis Tó de país: lo envió a Lima, Perú. Allí seguiría recibiendo ayuda psicológica. En una carta en junio de 1997 de Tó a Recolons, este le informa que la terapia “sigue su curso” y, por primera vez, reconoce lo que hizo: “Veo mis enormes fallos y el porqué de ellos y lo que debo intentar de ir cambiando”. Los responsables de la orden en Perú, según se interpreta en las cartas, sabían toda la historia de abusos de Tó.

“Hay niños hasta en la sopa”

Tó pasó un año en Perú. En la correspondencia que mantiene con Recolons, Tó le pide volver a Bolivia y este acepta. El provincial le ofrece un puesto en la dirección de Fe y Alegría, la entidad que gestiona los colegios en el país, pero Recolons tiene dudas sobre dónde vivirá Tó: “Lo que no me queda claro si conviene que vivas en Següencoma o en San Calixto, porque en Següencoma hay niños hasta en la sopa (bueno, un poco menos)”.

El provincial en Bolivia escribe a Luis Tó anunciando su vuelta al país desde Perú.

Y no solo eso, sino que Recolons pacta con la orden en Cataluña para que el pederasta fije su residencia en Bolivia y pase a depender de la comunidad del país latinoamericano y no de la catalana. Jesús Renau, provincial de los jesuitas en Cataluña, escribe a Recolons: “Creo que la razón principal es que él se encuentra muy centrado en su trabajo de Fe y Alegría y que él mismo desea permanecer en esas tierra. Creo que a su edad, es mejor no proceder a nuevos cambios. Por otra parte, según me decías, en Bolivia se aprecia muy de veras su colaboración dada su gran experiencia en el campo de a educación. Creo por tanto que lo procedente es que pidas a P. General que tenga a bien transcribirle a vuestra provincia”. Tras esta correspondencia, Recolons contacta con la curia de la orden en Roma para informar sobre la historia de Tó y para que el general firme el traslado permanente.

Recolons terminó su periodo como provincial en 1999. Tras unos años como alto cargo de la orden, su carrera le llevó hasta Roma. En 2004, el nuevo general de la orden, Adolfo Nicolás Pachón, le nombró asistente regional de América Latina en 2004 y lo elevó a consejero en 2008, cargo que lo situó en la cúpula de poder de la congregación a nivel mundial. En ese tiempo recibió la visita de varios amigos a Roma, entre los que se encontraba Pedrajas, el jesuita al que había protegido de las denuncias de pederastia que pesaban sobre él. La historia de Recolons y estas nuevas revelaciones indican que el escándalo de abusos llegó al conocimiento de la cúpula de poder de la Compañía y esta no hizo nada.
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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