lunes, 10 de junio de 2024

EQUILIBRIO


Pienso muchas veces en la dependencia que tenemos de la informática, más bien de los ordenadores, y lo poco que somos conscientes de ella: el ordenador de sobremesa de casa, el portátil, el teléfono móvil... Es ver cómo no enciende uno de estos aparatos y saltar las alarmas. 
Subo esta mañana a dejarlo en mi taller informático de cabecera, donde me esperaba mi amigo G y su precioso perro Sendero (lo encontró en un ídem durante la pandemia y lo adoptó), para ver cómo desmontaba la tapa de la torre de mi preciado ordenador, le quitaba y ponía cosas muy concentrado, cambiaba cables, encendía/ apagaba, etc., hasta sentenciar: ¡el software está bien!, pero hay que cambiarle ´lk,@mb lkj€f1we kj#hkj fehwkj... Ya no escuchaba nada, me había quedado con la frase mágica "el software está bien", ya nada importaba, el futuro era mío, la felicidad absoluta, mi ordenador no estaba muerto, iba a revivir.
Volviendo a la Tierra, recuperando el hilo del monólogo informático sobre tarjetas gráficas, fuentes de alimentación y memorias RAM (éste es el truco de los informáticos, rociarte atropelladamente con términos con muchas letras y números para que te quedes boquiabierto), dije SÍ A TODO. Arréglalo, por favor, mi vuelta a casa, mi teletrabajo, los planos pendientes y mi tranquilidad depende de ello, y cambia lo que necesites (aquí es cuando sale el rico que llevo dentro, que diría Pablo).
Después del sí quiero, espero hasta que mañana o el miércoles tenga el ordenador listo para llevarlo en el avión de regreso. 
Seguimos aguantando la piedra.
Bien.

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