Conducía la moto el pasado jueves desde el aeropuerto hacia mi casa, con el viento en la espalda y feliz por haber terminado la semana, y se cruzó en el camino un pato solitario volando. Me recordó el pato a los búhos que he visto volar cada madrugada desde mi casa del Ortigal, aunque a estos difícilmente los distinguía salvo por la envergadura de sus alas y la velocidad con las se movían.
Si no lo soy ya, que no me extrañaría, en poco tiempo habré de convertirme en el viejo que observaba a los pájaros. Mirar las aves cada vez me resulta más placentero, desde un pequeño colibrí frente a la flor de un cactus hasta un pato volante ¿o sería un elefante?
Como entre las personas siempre hay algún imbécil, me parece más atractivo observar animales, nunca te defraudan.
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