04:39h, 20°. Salgo a trabajar como cada mañana, la ciudad desierta. Mientras conduzco hacia La Esperanza voy viendo cómo el termómetro digital del coche va mostrándome la disminución de la temperatura hasta los 11°, corrobora la farmacia de la plaza del pueblo. Llovizna. Suena Earth, Wind & Fire al apagar el motor, cortado en el bar y ya en la oficina.
Ayer, por aquello de coger un avión ida y vuelta, tuve tiempo para leer un buen rato, casi casi terminando "El murciélago" de Nesbo. Hablaba ayer el detective Harry con su colega Andrew, un policía aborigen de Sídney, de lo difícil que era echar a un funcionario en Noruega, salvo si se trataba de un alcohólico. Mira, pensé, en el tan civilizado norte de Europa también tienen el mismo problema que en España, lo que demuestra de manera palmaria que lo que falla es el sistema, obsoleto, arcaico, viejuno. El procedimiento de elección es absurdo y el de evaluación ni está ni se le espera. Desde mi reducida experiencia y óptica podría decir cuántos sueldos se tiran a la basura, y no hablo metafóricamente. Pagamos a muchos funcionarios por no hacer nada, o más bien por hablar por teléfono de todo menos de trabajo. Todos lo saben; los compañeros somos los primeros en sufrirlo y los políticos miran hacia otro lado y silban... total, paga la Administración.
¿Se aliviará mi dolos de cuello crónico cuando deje de dormir en un sillón, al menos 5 de los 7 días de la semana? Lo comprobaré, estoy así, que recuerde, desde finales de agosto. ¿Me habré vuelto adicto a los analgésicos? En las películas y en la literatura este yonqui aparece recurrentemente, aunque suele ser con medicinas algo más fuerte. Yo, por ahora, me he conformado con un ibuprofeno de vez en cuando. ¿Alguien me dijo que subía la tensión?
Por cierto, tuve la oportunidad de visitar ayer dos tanatorios en Las Palmas (Nicolás, DEP), el primero por equivocación y el segundo porque allí tenía lugar el velatorio. Nuestro estudio debe estar orgulloso, mucho, el Tanatorio-SERVISA, vulgarmente llamado "el de Ikea", es sin duda uno de nuestros mejores proyectos. El primero de los visitados: feo, pequeño y todo azul celeste con el peor café que he bebido en mucho tiempo, claro está que era de una máquina de vending porque la cafetería brillaba por su ausencia. Hallado nuestro destino, nos encontramos con un edificio enorme frente a un gran aparcamiento, de pago, el negocio es el negocio; 20 salas, la nuestra estaba en la planta alta, adonde nos dirigimos. Al despedirnos en la puerta alguien dijo ¡voy al baño!, de manera que tuve tiempo de visitar la capilla de descripción imposible.
Nuestro tanatorio, sobrio, sin aires de solemnidad ni decoración pretenciosa, está estupendo, nada de falsa modestia que uno tiene ojos (y algo de gusto). ¿Por qué no lo iba a decir? Mi abuela Hermin ya no está con nosotros.
Earth, Wind & Fire, *Fantasy.
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