jueves, 2 de marzo de 2023

HERIDAS

 
No soy profesor pero conozco a muchos y sé que es un trabajo duro, mucho. Evidentemente somos todos diferentes y habrá a quien le cueste más y a otros menos, pero supongo que todos estarán de acuerdo en esto que escribo. Si bien no he sido profesor, salvo una muy corta experiencia en el Claret en las palmas de Gran Canaria -di clases de dibujo sustituyendo a un arquitecto con el que trabajaba mientras estudiaba la carrera-, sí he sido alumno muchos años, como todos. primero en el kinder, luego colegio, desde allí pasé al instituto y finalmente a la universidad. Posiblemente mis últimos años fueron los mejores: en el instituto descubrí un mundo nuevo e ilimitado y en la universidad ya lo supondrán, la nueva vida que me iba a preparar para la siguiente que me esperaba, ésta que viví y que vivo desde que terminé de estudiar, ésta que me ha dado amor y amigos, experiencias y algo de sabiduría (no vamos a pecar de falsa modestia que uno ya tiene una edad), y todo eso a lo que uno reclama, cuando viene al caso, ¡que me quiten lo bailado! Tengo lo que necesito, a falta de quien se fue, y siempre echo de menos tener más tiempo, viajar y vivir más, pero no nos quejemos que gente en peores circunstancias hay, muchísimo peor.
Vuelvo al hilo que me interesa después de leer esta noticia en EL PAÍS de hoy, entre otras que hablan del dineral que mueve la familia de FERROVIAL, lo que ganan los banqueros como Botín, el complejo de lujo que le han parado a Marta Ortega en un paraje protegido de Portugal, residencias de ancianos donde maltratan a los ídem o las fechorías de la Iglesia Católica, nunca suficientemente ventilados... Ya me fui otra vez, no aprendo.
Bullying, quería hablar del bullying, o del acoso laboral, antes de que existieran tanto la palabra en español como en inglés. Hablábamos de abusadores, abusones, gente que se metía con el más débil, etc. Ahora es todo más preciso, hay acosadores, hay bullying, o mejor, sigue habiendo hijos de puta, los mismos de antes sólo que con teléfono móvil, los mismos que se metían y se siguen metiendo con el cuatro ojos, el cojo, el marica, la machona, el gordo, el enano, el torpe, y más y más. El acoso es algo terrorífico, menos mal que ahora se habla de ello porque, bienvenido sea en este caso, se ha convertido en algo políticamente incorrecto donde los periódicos hacen su agosto, donde hay culpables y víctimas; casos con suicidios tristísimos de gente muy joven que no soporta la presión, colegios que miran hacia otro lado, casos que leemos una y otra vez en la prensa. De una infancia en la que se ha sufrido acoso escolar se sale, evidentemente, pero se paga también un precio, cada cual uno diferente, quiero pensar. Cuando se supera, antes de manera completamente autodidacta, se mira hacia atrás sin rencor pero también sin romanticismo alguno, el pasado se fue y nos dejó tres o cuatro amigohermanos y mucha fuerza, lo(s) demás no importa(n) lo más mínimo.
La cosa pinta complicada, vivimos en la época de la belleza absoluta, del cuerpo, de los anabolizantes y los músculos, de la gordofobia, de la cirugía estética, del botox, del fin de la bella arruga, de la telebasura... ¡Mueran Rubens y Massys! 
Superar esto nos va a costar, es difícil ir en contra de las modas, pero no hay que tirar la toalla. Educación, siempre educación para que los valores que realmente importan sean los que floten, el resto que se hunda como el barco de Rebecca. A pesar de todo debemos seguir siendo optimistas, que el futuro no existe, es hoy.
Funambulista, *Me gusta la vida.

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