martes, 31 de enero de 2023

COSAS DE MARTE(S)


Martis dies, día de Marte, día de la guerra, 8° en La Esperanza, aire frío y limpio, calles desiertas. Me tomo un café solo, puag, mientras espero que me llegue la petaca que pienso llenar de leche de almendras para echarle al café discretamente. Cuánto cuesta cuidarse, perder peso es una tarea pesada y laaaaaarga, de fondo, los malos hábitos arraigados son la losa que va con nosotros, la cruz que cargamos. Veo esta foto que me manda mi amigobro G, tan pequeños, tan jóvenes todos, y pienso que tenemos que hacer lo que sea no para vivir más años sino para darle más vida a los años; he aquí el nuevo mantra. 5 ó 6 años tendríamos él y yo en esta foto, algunas decenas más ahora, ¿pero qué es el tiempo pasado? Ni Proust ni Jorge Manrique tuvieron razón, lo mejor está por llegar, el futuro no existe, es hoy.
Empieza esta semana corta y extraña, fría en estas alturas de la isla, a estas alturas del año, como debe ser. El invierno llegó por fin con algo de lluvia que el campo agradece, aunque insuficiente todavía. El año sigue adelante inexorablemente y, como si nada, estamos ya a las puertas de febrero, 28 días por delante, mes carnavalero. Sigue el estrés como compañero de viaje y cada uno intenta gestionarlo como buenamente puede, unos mal y otros peor, pero sin pausa. Se acercan las elecciones de mayo y ya se respira la adrenalina política, las comidas tumultuosas con sonrisas impostadas, los déjate ver, los ¡hola qué tal!, los paseos por lugares ignotos, las promesas con brillos de oropel. Buena época ésta para pedir y se os dará, dijo el Señor.
Año éste lleno de urnas, de nuevas y viejas caras, de augurios apocalípticos, de Damocles, de crisis e inflaciones, de guerras presentes y olvidadas, de leyes mejorables y pendientes, de mascarillas que por fin desaparecen, de inmigrantes ahogados, de gente buena que todavía queda. Un año para darle una bofetada sin mano al fascismo, para darle un golpito en la espalda a los demócratas, para subir el salario mínimo y las pensiones a los mayores, para seguir buscando solución al problema de los refugiados, a la venta de armas, y si me apuras a la Asociación del Rifle, al maltrato animal, a los niños de la guerra, a la violencia contra las mujeres, a la prostitución. Un año para avanzar en la vacuna del VIH, del cáncer y de tantas enfermedades mentales, conocidas y raras. Un año de bodas e inauguraciones de casas tacoronteras, de amigos, de amores, de padres y madres y hermanos y sobrinos, de primos (algunos), de hijos, de mudanzas, de trabajo que no acaba de llegar pero que lo hará, de viajes, de perros y gatos y viceversa, de ayunos y de música, de aniversarios, de sumar (más) y restar (menos). Un año de cambios en la medida de lo posible, de lo querido, de lo esperado, de lo deseado, de lo necesario, de lo inevitable. Un año para querernos y quererlos, para borrarlos, para dejar de fumar y de beber, para caminar y nadar, para reunirnos, para cuidarnos, para vivir. 
Lo mejor está por llegar, estoy seguro de ello, es un pálpito. ¿Cómo podemos pensar lo contrario escuchando el dueto de las Flores de Lakmé? Imposible.
Leo Delibes, Lakmé. *Dueto de las Flores.

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