viernes, 30 de diciembre de 2022

¡AY 2022!

 
Las noticias sobre la guerra en Ucrania no cesan, éstas directamente proporcionales a los ataques de Rusia sobre las infraestructuras energéticas. Uno sale a la calle y cuando recibe la primera sensación de fío se embute en un mullido jersey, se echa la bufanda al cuello y el gorro de lana, sabedor que en un rato estará en una cálida cafetería con un café delante o en casa de un amigo cómodamente sentado. ¿Qué hará esta pobre gente sin energía ni calefacción ni techo? Por mucho que intentemos imaginarlo nuestra empatía no es tan poderosa, me temo. Da muchísima pena.
Me había propuesto descansar, o más bien desconectar -me gusta decir que paso a estar en modo OFF-, y no escribir mientras estuviera de vacaciones, de hecho ya había subido mis personales deseos para el nuevo año, pero la realidad siempre me recuerda que yo pinto poco o nada en este mundo. Muere Arata Isozaqui, bombardean nuevamente Ucrania, asesinan a tres mujeres como si del juego de la oca se tratase, el COVID se desmadra en China, pero la noticia que tenemos hasta en la sopa es la separación de Vargas Llosa e Isabel Preysler, a pesar incluso de la muerte de Pelé. Hasta me da pena de este hombre, que en absoluto es santo de mi devoción, metido en esta espiral de frivolidad.
Esto es lo que hay.

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