viernes, 30 de septiembre de 2022

TAMARA

Muchas veces he dicho que, afortunadamente, mi capacidad de asombro sigue intacta, o casi. ¿Se puede echar de menos algo que no se conoce? Pues no sabría decir, pero yo echo de menos no haber estudiado sociología, me siguen fascinando algunas cosas que ocurren en España y a las que nos hemos acostumbrado. Yo, que soy de poca tele y en la radio sólo escucho Radio Clásica y Radio 5, soy capaz de alucinar con lo que leo en EL PAÍS estos días, todos, uno tras otro: ¡Tamara rompe su compromiso! Tamara, sí, la hija de Isabel Preysler, esa momia omnipresente. Tamara rompe su compromiso, releo una y otra vez. Tamara.
No entiendo nada, ¿cómo se ha convertido este personaje en alguien que acapara periódicos "serios"? No lo entiendo y me intriga a la vez. Comunicados en la prensa sobre su noviazgo, boda y ruptura, mensajes de la madre, fotos de la susodicha aquí y allá. No me cabe en la cabeza, como tampoco me cupo Belén Esteban.
Insisto, me ronda por la cabeza estudiar sociología a esta alturas a ver si logro comprender algo de lo que ocurre. Lo otro, las guerras, la economía, las mujeres en Afganistán o en Irán lo dejamos para otro momento menos frívolo. Claro que a lo mejor ahí está el quid de la felicidad, la frivolidad, y a lo demás ¡que le den!

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