jueves, 4 de agosto de 2022

GENERACIÓN POPU(LISTA)


Esta mañana, hablando con quien me sirve el primer café del día, comentábamos la desafección aparente de las nuevas generaciones por la política a colación de la cercanía de las próximas elecciones en España, tanto las autonómicas como las nacionales. En esta ocasión, me decía, a mi hijo sí le gusta la política y está afiliado a un partido; tanto él como su grupo de amigos quiere cambiar el país, comentaba.
Una buena noticia, pensaba mientras lo escuchaba. ¿Qué mejor forma de enfrentarse al populismo imperante y vergonzoso que con educación política? Llevamos años oyendo hablar de Podemos y de VOX ("que dice lo que todo el mundo piensa", según sus acólitos), colocándolos en la misma directriz aunque en extremos opuestos, y esto sólo en España. Allende los mares tenemos al inefable Trump, Chávez, Bolsonaro, Le Pen, Boris Johnson, Berlusconi, Putin, etc.  Ahora, en España, la nueva reina indiscutible del pueblo, por la gracias de dios o mejor por la de ella misma, es Isabel Ayuso, adalid del NO a todo, sin cortarse un pelo, sin vergüenza ninguna. El quid está en llevar la contraria al poder, sea cual sea el tema, llámese medidas anti COVID, llámese ahorro energético. Feijó deberá preocuparse porque ella ya borró de la ecuación a Casado, que creímos era una constante pero que resultó ser una incógnita eliminada de la ecuación. 
Ni Lady Di, ni Belén Esteban, ¡Ayuso ha llegado para quedarse!

Verdi, "Un ballo in Maschera".
*Di'tu se fedele.

Veamos qué podemos entresacar de Internet sobre qué es el "populismo"...

En ciencias políticas, populismo es la idea de que la sociedad está separada en dos grupos enfrentados entre sí: "el verdadero pueblo" y "la élite corrupta", explica Cas Mudde, autor de "Populismo: una muy breve introducción".
Pero el término es a menudo empleado como un insulto político, y en Reino Unido el líder laborista, Jeremy Corbyn, ha sido acusado de populista por causa del lema de su partido "para la mayoría, no unos pocos". Aunque eso no es precisamente correcto.
El verdadero líder populista, explica, asegura representar la unificada "voluntad del pueblo".
Y se presenta como oposición a un enemigo —a menudo representado por el actual sistema— con el propósito de "drenar el pantano" o lidiar con "la élite liberal".
"En el contexto europeo generalmente se ubica a la derecha... pero eso no está escrito en piedra", dice también Moffitt.
Efectivamente, los partidos populistas pueden ubicarse en cualquier lado del espectro político.
En América Latina un ejemplo es el ya fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mientras que España tiene a Podemos y la etiqueta también le ha sido aplicada a Syriza en Grecia. Todos, partidos de izquierda.
Pero "la mayoría de los populistas exitosos de la actualidad están en la derecha, particularmente en la derecha radical", destaca Mudde.
Según el catedrático, políticos "como Marine Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría y Donald Trump en EE.UU. combinan populismo con nativismo (antiinmigrante) y autoritarismo".
Y aunque durante los últimos años los comentaristas han estado advirtiendo sobre el auge del populismo de derecha, en realidad el fenómeno no es nada nuevo.
"Los expertos en ciencias políticas han estado siguiéndolo por los últimos 25-30 años", dice Moffitt, quien sin embargo admite que "se ha producido una aceleración". Para los expertos, cambios sociales como la globalización y el multiculturalismo, así como crisis específicas, están detrás del auge de partidos populistas en Europa.
En su libro "El auge global del populismo", Moffitt argumenta que hay otros rasgos asociados al típico líder populista.
Uno son "los malos modales": el comportarse de una forma que no es típica de los políticos, una táctica empleada tanto por Trump como por el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte.
Otro es "perpetuar un estado de crisis" y dar la impresión de estar siempre a la ofensiva.
"Un líder populista que llega al poder está 'obligado' a estar permanentemente en campaña para convencer a los suyos de que no es y nuca será el establishment", dice Nadia Urbinati, profesora de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Según Urbinati, el contenido populista está "hecho de negativos", ya sea que se trate de antipolítica, antintelectualismo o antielitismo. Y esa es una de las grandes fortalezas del populismo: su versatilidad.
Es "extraordinariamente poderoso porque se puede adaptar a todas las situaciones", explica la docente.
Otro hilo común entre los líderes populistas es que por lo general no les gustan los "complicados sistemas democráticos" del gobierno moderno, prefiriendo la democracia directa como referendos, apunta Bull. Eso también explica sus vínculos con el autoritarismo, sostiene, pues la falta de confianza en los sistemas establecidos permite el surgimiento de "hombres fuertes" como líderes.
"El líder eventualmente toma decisiones en una forma que no es posible en las democracias tradicionales", explica Bull.
Un sentimiento tal vez mejor personificado por el fallecido Hugo Chávez, quien una vez dijo: "Yo exijo lealtad absoluta, porque yo no soy yo, no soy un individuo, yo soy un pueblo". Para Moffitt, esa forma de pensar "puede llevar a creerse infalibles" y "reconfigurar el espacio político en una forma nueva y aterradora". Después de todo, si uno no está con "el pueblo", entonces debe estar en su contra. Es lo que Bull dice que se conoce como "oferta irresponsable". "Para conseguir apoyo, son más rápidos y generosos con sus ofertas que los partidos tradicionales y a menudo prometen cosas que pueden no ser factibles", explica.

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