domingo, 21 de noviembre de 2021

CRÓNICA DE CENIZA


La Palma, la isla verde, la isla bonita, la isla cenicienta -y la madrastra es el volcán-.
Un fin de semana ligeramente adelantado, de jueves a sábado por aquello de huir de las hordas de turistas, nos decidimos por embarcar hacia La Palma con las motos a cuesta, para dar una vuelta por la isla  y, de camino, ver el volcán. Optamos por hacer de Los Llanos de Aridane nuestra base de operaciones, aparcar allí la furgoneta, saliendo desde allí con las motos. El primer día no fue posible, llovía, pero el sábado sí, un precioso día que dio para mucho: Tazacorte, Tijarafe, Puntagorda, Roque de los Muchachos (Parque Nacional de La Caldera de Taburiente), Santa Cruz de La Palma, El Paso y fin del recorrido en Los Llanos. 
Llegamos al  puerto de Santa Cruz de La Palma, desde el de Los Cristianos en Tenerife, a una buena hora, tempranito, para enfilar Los llanos y comenzar nuestro periplo. Desde allí ya se puede ver la ceniza en los márgenes de la carretera, aunque nada podía presagiar lo que nos encontraríamos más adelante. Pobre gente, pesaba a medida en que nos acercábamos a la ladera oeste de la isla, todo ceniza, en la carretera, en las casas, en los tejados, sobre los coches, en la boca, en los ojos. Como si se tratara de nieve, pero negra, se amontonaba en los arcenes, en las aceras, en las terrazas de las viviendas. Una ocasión perfecta para utilizar mascarillas y olvidarnos por unos días del COVID.
El recorrido desde la capital a Los Llanos es precioso, no hay duda. Aquí se empieza a disfrutar de toda la vegetación palmeta en todo su esplendor. Barrancos, laderas, montañas; verde que te quiero verde.
El túnel de la cumple nos mete de lleno en el oeste, en la zona del volcán. Ya empezamos a vislumbrar claramente la columna de humo hasta El Paso, donde el volcán se vislumbra a la perfección.
Incluso de día el espectáculo es impresionante. El humo sale incesantemente, en blanco y negro, y a medida que se va apagando el día se observa perfectamente el fuego de la lava al proyectarse hacia el cielo y el fluir de ella sobre la falda del volcán en busca del mar. Ruido, explosiones y temblores -sentimos perfectamente dos terremotos la noche del viernes-, ceniza en el aire y ojos llorosos. Como no podía se de otra manera, aunque el volcán se puede ver muy bien desde otros lugares, nos dimos un salto a "disfrutarlo" desde Tajuya, donde la plaza de la iglesia estaba tomada por turistas como nosotros, lugareños, periodistas y cámaras de TV. Allí estuvimos bajo la lluvia hasta que se hizo de noche y las vistas se tornaron aún más espectaculares. El brillo de la lava fluyendo y el fulgor del soplete al salir del cráter es difícil de explicar con palabras, hiptotiza.
De vuelta del espectáculo, aunque cuesta denominarlo así conociendo el sufrimiento de tantos que lo han perdido todo, cenamos en Los Llanos para descansar y salir el viernes temprano a recorrer el norte de la isla, en moto, bajo un sol espléndido que, aún así, no logró que pasásemos mucho frío en la subida al Roque y de allí camino a Santa Cruz. La excursión, no obstante, valió la pena.
Vista del volcán y la fajana desde El Time.



Roque de Los Muchachos, 2.426m.



Santa Cruz de La Palma.

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