Subía ayer al blog unas fotos de Augusta jovencita y Octavia cachorrita, ¡qué belleza! Los perros son la bendición, lo mejor del mundo, pero qué poco tiempo están con nosotros. Me acuerdo perfectamente del día que Augusta llegó a Pin y Pon, mi antigua casa, esa preciosidad de labrador hembra color chocolate que convirtió mi casa en la más feliz; luego, una vez mudado a Villa Augusta, llegó Octavia para hacerle compañía a Augusta y la felicidad fue completa. Una casa con biblioteca, jardín y perros, ¿se puede aspirar a algo más? Sí, a niños correteando, pero ésta es otra historia.Pasaron los años, Augusta nos dejó con 16 años y Octavia, ya con 14, sigue feliz conmigo, aunque ya no es la que era. Una anciana con problemas de movilidad a la que le cuesta caminar. Qué pena má grande ver su declive y qué duro se vuelve aceptar la ley de vida.
"El culto a la vida, si de verdad es profundo y total,
es también culto a la muerte.Ambas son inseparables.
Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida".
Octavio Paz.
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