domingo, 21 de febrero de 2021

EN EL PARAÍSO

Octavia está mayor, muy mayor, y como tal ya no regula demasiado sus ganas de orinar. Antes aguantaba toda la noche hasta que yo le abría la puerta del jardín, ahora no siempre. Yo duermo con una oreja levantada, pendiente de escucharla inquieta, para bajar raudo a dejarla salir. Anoche, sobre las 3, la oí caminar por el salón, bajé y ya era tarde. Nada, le abrí la cocina y me dispuse a fregar el suelo de mármol que ya no es lo que era. Es temprano para hacer nada, pensé, así que me metí de nuevo en la cama cuando ella volvió a echarse en su cama de la biblioteca y me quedé dormido hasta las 6, hora a la que me levanté. Acicale, "regalito" a Octavia, apertura de puertas para que ella vuelva a salir y para que se ventile la casa, sábanas fuera, lavadora, y a la calle.

Salgo a tomarme un café a La Esperanza, libro en ristre, y me siento en la esquina de siempre, paralelo a la luz, con la intención de pasar media hora leyendo -a esa hora la cafetería está prácticamente vacía-. Un café con leche clarito, churros para uno (que es lo mismo que pedir "un euro de churros") y un vaso de agua, por favor. La camarera, que ya me conoce, apunta y se va. Yo abro el libro, "Delparaíso", de Juan del Val, con el que por cierto compartimos mesa en un bar del JFK, desde donde volvíamos juntos su familia, Pablo y yo; y comienzo a leer tranquilamente, aún con la maldita mascarilla en mi cara. Después de unos minutos aparece de nuevo la camarera, coloca sobre mi mesa lo solicitado, le doy las gracias y me responde:
> Me da mucha envidia, un cafesito y un libro para leer un rato, eso es estar en el paraíso.
> Gracias, le dije de nuevo, la verdad es que es un placer, sí.
Me sonrió y se fue.

Ya en casa de nuevo, el salón y la cocina abiertos para que Octavia campe a sus anchas y yo sentado en mi despacho porque quiero terminar unos planos.
Beethoven, Fidelio. *Overture.

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