Estudié arquitectura por vocación y me sigue gustando ejercerla a pesar de los pesares; crisis, especulación, pérdida del interés por el ser humano, la belleza y tantas cosas que han contribuido a que muchos hayamos ido perdiendo el romanticismo de la profesión. Aún así, pequeñas cosas me devuelven la fe en que la arquitectura puede jugar un papel importante en la felicidad de las personas, cosas como un cliente receptivo, un amigo mecenas o algo construido que resulta ser incluso mejor que como lo habías imaginado.
Acabo de ver tres documentales de Youtube (pocas cosas tan útiles como la smart TV, tan alejada de la horrenda televisión convencional), los tres sobre arquitectura: 100 AÑOS DE BAUHAUS, absolutamente recomendable para todos, arquitectos y profanos. Tres capítulos, "El código", "El efecto" y "La utopía". Con tanto tiempo libre parece éste un momento perfecto para reconciliarse con la arquitectura, ¿o no?
Me acordaba, mientras disfrutaba de estos documentales, de algo que me pasó ayer mismo durante una visita a una modesta obra municipal que proyecté y que se está construyendo en estos momentos. En la pequeña sala de espera de una jefatura de policía, en el plano de distribución y mobiliario había colocado 2 bancadas de sillas (3 y 4), colocadas perpendicularmente y cada una de ellas bajo un ventanal, de manera que la luz no deslumbrara a las personas que allí esperarán para poner una denuncia o contarle sus pesares al policía de turno. 4+3 porque, en lugar de 4+4, reduje un puesto para colocar una pequeña mesa, en la esquina. Con la experiencia y la edad, más sabe el diablo..., sé cuando debo esperar para hablar en según qué reunión y en este caso la mesita de la esquina se convirtió en un punto de discusión. ¿Una mesa? ¿y eso? ¿y por qué no un octavo puesto? bla bla bla. Yo pensaba, no sé cuánta gente creen que habrá en la sala de espera de una jefatura de policía de un pueblo de 3.500 habitantes, pero esperaba mi momento. Después de un rato de discusión "al más alto nivel" tuve ocasión -creo que alguno de los contertulios me miró a los ojos- de comentar que la mesa estaba puesta ahí para a) colocar revistas y b) colocar los folletos informativopropagandísticos que el Ayuntamiento imprime (he aquí mi as en la manga). La mesa se queda, dictaminaron.
Profunda reflexión, como siempre. Una parte algo pesimista, con razón, pero, me quedo con la brisa de optimismo de la segunda. Creo que somos unos afortunados, la vida vale la pena y a los que tratan de poner palos en las ruedas, mejor, apartarlos. Finalmente, el detalle de la mesa, JUGADA MAESTRA. Un besazo.
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