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Desayuno cada mañana en un bar junto a mi trabajo, allí escucho las noticias desde el televisor que tanto muestra el telediario mañanero como el fútbol vespertino. Como este café es a hora temprana del día, las noticias son del día anterior o augurio de lo que ocurrirá. Esta mañana hablaban sobre la posible decisión del Tribunal Supremo de paralizar la exhumación de Franco.
¡Esto es lo que necesita España, que saquen a Franco del Valle de los caídos!, diría el camarero siempre afín al régimen anterior. Es éste el argumento recurrente, una y otra vez se repite lo mismo: no es el momento, a quién le importa, hay problemas más importantes, etc.
Claro que se olvida el camarero de todos los que sufrieron la Guerra Civil y la posguerra, de aquellos alcaldes republicanos fusilados el día del alzamiento (léase golpe de estado fascista contra un gobierno democrático), de los años oscuros del dictador, de la España gris, de los muertos y enterrados en ni-se-sabe-dónde, de los homosexuales reprimidos, de los sindicalistas, de los izquierdistas, de los no afectos al régimen. Esta misma gente que los domingos va a misa a darse golpes de pecho y luego niega que se pueda encontrar a los desaparecidos.
Sabido es el conservadurismo del Tribunal Supremo, pero que hayan paralizado este acto de justicia me avergüenza como español. ¿Qué pasaría si en Alemania se rindiera culto a la tumba de Hitler en un mausoleo construido por judíos? Impensable. En España, a Hitler no, pero a Franco como si tal cosa.
Pero claro, hechos como éste es lo que no necesita el país, ¡bastantes problemas tenemos ya!
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