Escribir bien no lo es todo, como no lo es ejercer una profesión con arte mientras se es mala persona o sin los valores básicos para mi necesarios e importantes. ¿Y esto a qué viene? Pues hablo de literatura y de toros, también de crueldad y de protección a los animales, de Vargas Llosa y de mi.
Hace tiempo escribí sobre un artículo del Nobel donde poco menos decía que no era lícito estar en contra de las corridas de toros porque a otros animales se les mataba igualmente (en este caso se refería a los animales de matadero). Tan simplista era su argumento que fue muy fácil rebatir tanta sandez. Contra la crueldad y el sadismo no existe argumento que lo justifique.
Ahora, después de varios años, convertido este señor en un esperpento de sí mismo, convertido en personaje del corazón -¡quién lo hubiera dicho de un premio Nobel de Literatura-, entrega un premio de tauromaquia a un individuo (torero) que lo único que ha hecho en su vida es matar a un animal indefenso. Sin comentarios. Ya es irreversible mi irracionalidad, no puedo leer nada de este señor, por muy bien que escriba. No puedo tener en mi círculo, sea cercano o literario, a nadie que sea un maltratador ni a quienes lo jalean. Y sí, es irracional, pero es lo que hay.
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