sábado, 8 de diciembre de 2018

DE BASTONES Y HOMBRES (Y PERROS)

Conducía por un pueblo cercano cuando paré para dejar paso a una anciana que caminaba despacio y encorvada. Mientras la veía cruzar me recordó a Yoda y, sobre todo, a mi anciana perra Augusta. Quien no sufra de hipersensibilidad no entenderá nada de lo que escribo, además de no querer imaginarme los adjetivos calificativos que pensará de mi, pero uno es como es. Qué bueno sería que los perros pudieran usar bastón, ¿verdad?  Augusta, ya en el ocaso de su vida, que dirían los poetas, ha tenido (tiene aún, por supuesto) una gran calidad de vida: cariño, comodidades, largos paseos, comida equilibrada, cuidados, un jardín para ella, compañía -Octavia-, una casa con su nombre, VILLA AUGUSTA, y hasta un sello de curso legal.

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