jueves, 8 de noviembre de 2018

LA FUNCIÓN PÚBLICA

Trabajar en la Administración es duro. Aquellos tiempos donde se cumplía esa premisa tan extendida de que los "funcionarios" no daban golpe, que o estaban desayunando o leyendo el periódico o, algo más actual, haciendo solitarios en el ordenador. Créanme si les digo que más alejado de la realidad, por lo menos en lo que respecta a mi experiencia personal. 
La atención al ciudadano es muy complicada, no siempre los problemas son fáciles de solucionar o ni siquiera tienen solución alguna. Es frustrante muchas veces, agotador casi siempre y supone un esfuerzo intelectual importante. Y lo digo como lo siento, así lo veo yo; Y digo que es duro porque también hay que lidiar con el entorno, no todos vemos las cosas de igual manera, ni entendemos las leyes con igual dureza o flexibilidad. 4 puede ser 2+2 y únicamente 2+2, es una forma de verlo. Pero también puede conseguirse el mismo resultado sumando 3+1, 4+0, 5-1, etc. He aquí lo que nos debe diferenciar de las máquinas, de los ordenadores: ante un problema, un buen funcionario debe enfrentarse a él con asertividad y proactividad, pensando en que una solución encontrada es un problema que se le quita al administrado. 
Cansa mucho participar en todas las batallas que surgen en una oficina, la vida no va en ello. Dicen que hay que escoger las batallas, no se puede entrar en todas, y cada vez me convenzo más de ello.
Por otro lado, ¿cómo no vamos a meternos en batallas diariamente cuando ni el Tribunal Supremo -visto lo visto- es capaz de ponerse de acuerdo cuando se supone que es el must de la justicia? Ellos, tan doctos y sabios todos, dudan y nosotros, pobres mortales, cómo no hacerlo también?

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