miércoles, 28 de noviembre de 2018
AGRADECIMIENTOS
Hoy he tenido una de esas mañanas que uno, si pudiera ver el futuro, evitaría por todos los medios. Una de esas mañanas en donde el estrés es tan grande qué sólo quisieras saltar y no volver a pisar el suelo. Uno de esos días en que te molesta todo y todos, empezando por el teléfono, las constantes interrupciones y, sobre todo, el contrarreloj, el petardo en el culo. La prisa es siempre mala compañera de faena, pero ¿cómo evitarlo? Sólo existe una fórmula para solucionarlo, una a la que yo llamo "la fórmula Lola Flores" y es ¡irse!
Como contrapartida y, como es de bien nacido ser agradecido, esta tarde he tenido una conversación larga por Whasaap -sé que es una manera fría de hablar, sí, pero algo es algo en esta vida de velocidad en la que estamos-. No diré con quién, pero se trataba de una invitación a comer juntos para hablar y compartir un tiempo de agradecimiento. Ahora soy yo el que agradezco que me agradezcan.
BULLYNG
Yo sufrí bullying durante mucho tiempo, aunque eran los años en los que no
se hablaba de acoso, ni de anorexia ni de nada políticamente incorrecto. Uno se
hacía fuerte porque si te caías ya no te levantabas nunca. No hablo nunca de
esto porque yo tuve la suerte de levantarme y de pasar página absolutamente, siempre con mis amigos, los cuales conservo después de 50 años. El
romanticismo del pasado murió hace ya muchos años para mí y ahora vivo el
presente apasionadamente, o al menos lo intento. Mi pareja, mis perras, mi
familia, mis amigos, mi música, mis libros, mi jardín; poco más se puede pedir,
salvo salud.
Geraldine Suzette Matute, de 16
años, en una de las aulas de su colegio, en Honduras.. La niña ha sido víctima
del 'bullying' en varias escuelas, lo que le ha acarreado una depresión. Adriana Zehbrauskas Unicef
La fórmula de Finlandia para combatir el ‘bullying’
La mayoría de iniciativas en las
escuelas se centran en el matón o la víctima pero hay un elemento clave con el
que apenas se trabaja: el público. La psicóloga Christina Salmivalli descubre
cómo el mirón legitima el acoso.
En 2006, el Ministerio de
Educación y Cultura de Finlandia encargó a un grupo de investigadores
desarrollar un programa global contra el acoso escolar o bullying
que involucrara tanto la prevención como la intervención y que pudiera
implantarse en cada colegio de Finlandia durante la enseñanza básica (entre 7 y
15 años). A cargo del grupo de expertos que desarrollaron el plan se encontraba
Christina Salmivalli, profesora de Psicología de la Universidad de Turku en
Finlandia, que ha pasado los últimos 25 años investigando sobre el acoso
escolar y su prevención.
“Hasta entonces se había actuado
desde las normativas, y todos los colegios debían poner en marcha una
estrategia antibullying e implementarla: sin embargo, no había herramientas que
realmente se basaran en pruebas y los niveles de acoso no bajaron. Es más,
parece que aumentaron”, explica Salmivalli, que dice que, ahora, tenían la
oportunidad de poner en común toda la experiencia que habían desarrollado “y
traducirla a recursos prácticos que pudieran usar profesores”. Así nació, KiVa,
abreviatura en fines de kiusaamista vastaan (contra el acoso), una herramienta
que trabaja las emociones de la clase con lecciones mensuales y juegos de
ordenador.
La particularidad del programa
finlandés es que, mientras la mayoría de iniciativas contra el bullying se
centraban en el matón o la víctima, había un elemento clave con el que apenas
se trabajaba: el público. Las humillaciones del acosador solo tenían sentido si
había una audiencia que las aplaudía. “Los investigadores están de acuerdo en
que una de las principales razones del acoso escolar es la gran necesidad de
estatus, visibilidad y dominio de algunos estudiantes”, explica Salmivalli. Y
dice que con el abuso —ya sea físico, psicológico o social— sobre los
estudiantes con menos poder, otros demuestran su estatus y el grupo, a menudo,
lo refuerza. Este programa “se basa en la idea de que el cambio positivo en el
comportamiento de la clase puede reducir la recompensa que obtienen los
acosadores del bullying y por tanto, su motivación para acosar”, aclara.
Enseñar que el acoso no es guay
KiVa se basa en dos tipos de
acciones: generales y específicas. Las generales están dirigidas a toda la
clase como herramienta de prevención. Consisten en lecciones mensuales en tres
cursos (primero, cuarto y séptimo), en las que “los estudiantes aprenden sobre
las emociones, el respeto en las relaciones, la presión de grupo y lo más
importante, sobre lo que ellos podrían hacer para acabar con el bullying”,
continúa Salmivalli. El objetivo, dice, es incrementar la conciencia de su
papel como testigos y cómo esos espectadores (mirones) podrían responder para
acabar con un potencial caso de acoso, en lugar de mantenerlo o incluso
alimentarlo. “Hacemos varias actividades mediante las que los estudiantes
aprenden a apoyar a los compañeros vulnerables y contribuyen a la inclusión de
cada uno y al bienestar del grupo”, aclara Salmivalli. Además, hay un juego en
Internet con el que trabajan esas emociones.
Las acciones específicas de KiVA
se ponen en marcha cuando se detecta un caso de acoso escolar. Para ello, se
designa un Equipo KiVa con
profesores y otros miembros del personal de la escuela, para que hablen con
víctima y acosadores y sigan la evolución de las agresiones. Además, el tutor
elegido se reúne con varios compañeros —entre dos y cuatro— considerados
populares en clase, para animarlos a apoyar a la víctima.
Otra de las claves de su éxito,
considera la investigadora finlandesa, es que en lugar de ser un proyecto de un
año que comienza y termina, el objetivo es que sea parte de un trabajo
sistemático y sostenible de prevención e intervención. Tras probarlo en 234 colegios con 30.000
estudiantes, aseguran que se acabó con el acoso en un 79,4% de casos y se
redujo en un 18,5% de las ocasiones.
La escuela, sinónimo de tormento
En 2015, el Programa para la
Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la OCDE, preguntó, por primera
vez, a los alumnos de 15 años sobre cuestiones relacionadas con el bienestar
como la motivación, la pertenencia o la ansiedad. Las respuestas de los jóvenes
relacionadas con el bullying son alarmantes y revelan, en palabras de la propia
OCDE, que “para algunos estudiantes, la escuela es un lugar de tormento”.
En cada clase, de cada colegio,
de cada país de la OCDE, hay un niño al que pegan o empujan sus compañeros,
según el Volumen III de PISA 2015, que concluye
que a un 4% de los estudiantes de 15 años de la OCDE (aproximadamente uno por
aula) le pegan en clase y de un 11% se burlan. Hong Kong lidera la lista, con
un 26,1% de estudiantes de los que se mofan y un 9,5%, que empujan o pegan (un
32,3% en total). Le sigue Letonia (30,6%), República Dominicana (30,1%), Túnez
(28,2%) y Rusia (27,5%).
El acoso escolar no entiende ni
de regiones ni de resultados. Entre los sistemas educativos con mejor nota en
la última evaluación PISA, en todos los casos, los niños manifestaron
situaciones de bullying: Singapur (27,5%), Japón (21,9%), Estonia (20,2%),
Taiwán (10,7%), Finlandia (16,9%), Macao (27,3%) o Canadá (20,3%). En España un
14% de los adolescentes denunciaron que habían sufrido acoso: un 8% con burlas
y un 2,9% con violencia física. Países Bajos (9,3%), Taiwán (10,7%), Corea
(11,9%) e Islandia (11,9%) fueron los lugares en los que menos proporción de
estudiantes manifestaron sufrir acoso.
La Unesco también ha puesto
cifras al acoso y estima que cada año, hay 246 millones de niños y adolescentes
que lo sufren. En España, según una encuesta realizada por Save the Children,
la mitad de los niños admite haber sufrido alguna forma de humillación o
violencia.
Hablar en casa frente al acoso
Junto el trabajo de colegios y
maestros, la OCDE recuerda que hablar con los niños en casa es fundamental para
prevenir el bullying. El informe de PISA concluye que los programas contra el
acoso escolar deben incluir la formación de los maestros sobre cómo manejar
este problema y estrategias para interactuar con los padres. De hecho, hubo
menos casos de acoso entre los estudiantes que manifestaron en PISA que sus
padres los apoyaban cuando había dificultades en la escuela que los que
mostraron poca comunicación en casa, y solo el 44% de los progenitores de
estudiantes acosados habían intercambiado ideas con el maestro sobre el
desarrollo del niño durante el año académico anterior.
martes, 27 de noviembre de 2018
AUGUSTA
Después del susto que me dio Augusta (algo menos de 16 años ya) este pasado fin de semana, fui a ver ami veterinario y le cambió el tratamiento para la artrosis y el dolor -para la edad no hay tratamiento, desgraciadamente-. Desde ayer ya estaba como las castañuelas de nuevo, caminando, saliendo al jardín. Vuelvo a estar feliz al verla tan bien.
lunes, 26 de noviembre de 2018
domingo, 25 de noviembre de 2018
I♥NY
Museo Solomon R. Guggenheim. 1937, Frank Lloyd Wright.
Este museo fue establecido por la Fundación Solomon R. Guggenheim en 1939, inicialmente llamado el "Museo de Pintura Abstracta", bajo la supervisión de su primer director, la artista abstracta Hilla von Rebay. El museo tomó su nombre actual, poco después de la muerte del fundador de la Fundación, Solomon R. Guggenheim, en 1949.
En 1959 el museo fue movido de un espacio alquilado a su localización actual; también reconocido como una construcción representativa de la arquitectura del siglo XX. El edificio cilíndrico fue diseñado por Frank Lloyd Wright, más angosto en sus niveles inferiores que superiores, y concebido como un "templo del espíritu". El edificio cuenta con una rampa, que funde como galería, y se extiende a lo largo del edificio desde el nivel inferior, en una espiral continua en las orillas exteriores del edificio y termina justo por debajo del tragaluz del techo.
¿QUIÉN ES EL FASCISTA?
Hermann Hesse y la sonrisa triste de Borrell
Y después de la bronca en el Congreso, ¿qué? ¿Quién pedirá
perdón por los cristales rotos?
JUAN CRUZ
Mientras pasaban ante él Gabriel Rufián y otros diputados de
Esquerra Republicana de Catalunya, todos ellos paisanos suyos, Josep Borrell
mantuvo una sonrisa triste, propia de quien no se cree lo que está
pasando. Sucedió
el miércoles último en el Congreso. La fotografía ha estado en todos los
medios, pero el apresuramiento con que ahora todo pasa hizo que esa instantánea
pasara como un ruido más de la tarde.
La riña dialéctica que terminó con la expulsión del diputado
Rufián del hemiciclo comenzó con un malentendido. El ministro creyó que su
adversario lo había llamado racista, y a lomos de la confusión la tensión se
hizo estallido. Lo había llamado fascista.
Es evidente que el ministro no es un fascista; lo saben el
señor Rufián y los señores que se fueron tras él, y lo sabe bien el señor
Tardá. De manera legítima, el señor Borrell ha defendido ideas contrarias a las
que sostienen los independentistas catalanes. Es obvio que atacarlo como lo
atacó el señor Rufián obedece a los deseos de este de ir más allá de lo que es
aceptable en un debate. El diputado de Esquerra cree que todo se puede decir,
porque todo es ficción, y no cae en la cuenta de que está tendiéndose una
trampa, pues toda exageración, aunque sea espectáculo, convierte en ridículos
los aspavientos.
La sonrisa melancólica de Josep Borrell no se oyó en el
hemiciclo. Tampoco se oyó el aspaviento de Rufián (las manos desplegadas,
reclamando de manera patética un protagonismo que dio vergüenza ajena y
propia). Pero ambos hechos, la sonrisa del ministro y el aspaviento del
diputado, dijeron más que el rifirrafe anterior. A Borrell se le vio
melancólico, pues lo que ocurría parecía mentira que pasara en las Cortes
democráticas, que alguien dijera fascista de otro solo por insultar, y a Rufián
se le vio ufano, ignorante del daño que se hace a sí mismo, y a los suyos
seguramente. El daño, esa es la palabra que ahora marca la época. La era del
daño.
La situación remite a un artículo, también melancólico, como
la rabia contenida, que Hermann Hesse, el autor de El lobo estepario,
publicó en plena Primera Guerra Mundial deplorando el tono que políticos e
intelectuales de su país, Alemania, seguían para remedar, ridiculizar o
insultar a los adversarios. El artículo está recogido en La eternidad de
un día (Acantilado), una compilación de textos clásicos del periodismo
alemán publicados entre 1834 y 1934.
Hesse lo tituló ¡Amigos, no en ese tono!, y
debería ser lectura recomendada a Rufián por quienes le acompañan en los
escaños republicanos del hemiciclo, y por todos los que, en un lado y en otro
de la vida pública, se jactan de gritar más que el de enfrente. Después de su
publicación, los nacionalistas que más gritaban entonces en la Alemania
prehitleriana persiguieron a Hesse, y cuando ya los nazis se hicieron cargo del
Gobierno alemán sus libros y sus artículos fueron prohibidos.
Para pedir que sus compatriotas cambiaran de tono, exaltado
por la guerra, Hesse se hizo estas preguntas: "¿Qué nos esperaría una vez
acabada la guerra —un porvenir que ya empieza a inquietar—, cuando se reanuden
los viajes y el intercambio cultural entre los pueblos? ¿Y quién va a colaborar
para que todo retorne a su cauce, para que volvamos a entendernos, a
apreciarnos, a aprender los unos de los otros?". El tono se había hecho
pedazos.
La melancolía de Borrell, la cara afrentada del hemiciclo,
la desolación de la presidenta de las Cortes, la cara de las estenotipistas, el
gesto de Tardá, el ruido enorme que siguió, la pena, pero también el regocijo,
que marca ahora la conversación política, los aprovechados mediáticos del
ruido... ¿Y después qué? ¿Quién pedirá perdón por los cristales rotos?
LO QUE NOS DIFERENCIA Y LO QUE TAMBIÉN
Llego tan cansado al fin de semana que cada vez se me hace más cuesta arriba no descansar y sentarme a dibujar, pero es lo que hay. Bienvenidos seamos todos a la clase media trabajadora, hipotecada, deudora y ¡olé!
Veía una película muy floja donde, casi al final, entraba el Presidente de los EEUU a la Biblioteca del Congreso donde lo esperaban todos en pie, aplaudiendo ante el discurso se espera que diera. Me hizo recordar, por lo diferente, a el nuestro donde se insulta y se escupe y donde al Presidente si le aplaude la mitad del hemiciclo sería mucho. A ver ahora, con el logro tan importante conseguido por Pedro Sánchez ante el Reino Unido y Gibraltar, cuanto tarda la oposición en dar las gracias al Presidente por el logro.
AMBOSELI
Una de las mejores experiencias de mi vida, ver amanecer en Amboseli, Kenya, con el Kilimanjaro al fondo.
sábado, 24 de noviembre de 2018
HÁGASE LA LUZ
Hoy no llueve, luce el sol y el cielo está despejado. Sólo falta que suban un poco las temperaturas, que el jardín comience a secarse y que el diferencial que salta cada vez que llueve pueda retomar su posoición y parte de la casa recuperar la electricidad. Amén.
viernes, 23 de noviembre de 2018
QUÉ BONITA ES ESTA ÓPERA
Lo dicho, qué bonita, uno no se cansa de verla ni de escucharla. Segunda ópera anoche de la Temporada 2018-2019 en el Auditorio de Tenerife (sí, en La Calatravada). Lucia Di Lammermoor con Celso Albelo de entrada.
Tenemos una borrasca sobre las islas y diluviaba anoche en Tenerife, y en La Laguna para qué contarles. La tarde estaba tan desapacible y fría que me rondaba por la cabeza no bajar al auditorio de Santa Cruz y quedarme en casa con las perritas y enfundado en una manta leyendo o viendo cualquier serie en la tele. Finalmente el corazón pudo más que el cerebro, me enfundé una sudadera acolchada que es un placer -me importa poco si me hace muñeco michelín- y bajé conduciendo bajo la lluvia hasta los aparcamientos del auditorio. De allí a tomarme un café en el hall y entrar en la sala a ver con qué me encontraba.
La ópera de anoche, estupenda. Completa en todos los sentidos: cantantes, escenografía, vestuario, coro. Disfruté desde el principio hasta el final de la preciosa música y de las voces, en este caso de los estupendos Celso Albelo como Edgardo, Irina Lungu como Lucia y Andrei Kymach como Enrico, de un coro muy comedido (sin los aspavientos carnavaleros de otras ocasiones), y de una escenografía muy lograda a la par que sencilla (destacaría los uniformes escoceces).
Saludo en el entreacto al Presidente del Cabildo y al Director General de Cultura, al que le doy la enhorabuena porque es sabida su implicación operística, y me acomodo en el asiento de pasillo, si no se hace insufrible (Calatrava mucha espectacularidad pero es como la nave espacial de la canción de Alaska, brillo por fuera, nada por dentro), a disfrutar del Acto III. Terminada la ópera sobre las 22:30 (un 10 al que adelantó finalmente los conciertos y las óperas a las 19:30), vuelta a casa volviendo a conducir bajo la intensa lluvia llegando a La Laguna. Cena frugal y a la cama. Una noche en la ópera genial.
♫
*Il Dolce Suono (aria de la locura).
miércoles, 21 de noviembre de 2018
AVERGONZADO ESTOY
Que a gentuza como ésta le paguemos un sueldo me da vergüenza ajena. Y lo peor es que osan utilizar palabras como "fascista". Ellos, sí, ¡ellos que son los fascistas!. No hay más ciego que el que no quiere ver.
LOS JARDINES DEL PRESIDENTE
Interesantísimo reportaje radiofónico en RADIO 5 sobre el último libro del escritor iraquí Muhsin Al.Ramli. Un libro medio autobiográfico medio novela que empieza con unas cabezas coetadas y enviadas en cajas de plátanos. Lo auguro muy duro pero muy necesario.
Los jardines del presidente es una novela del escritor iraquí Muhsin Al-Ramli, su primera edición en árabe (Hdaa'k alra'is ) fue en Abu Dabi en 2012 por la editorial Thaqafa y en Beirut por la Editorial Arab Scientific Publishers, (co-edición).
Es una narración intrahistórica llena de acontecimientos, fechas, temas y personajes de los cuales sobresalen Abdullah Kafka, Tarek el asombrado e Ibrahim Suerte. Los tres nacieron en meses consecutivos, y se convirtieron en inseparables amigos desde sus primerísimos pasos. La novela relata sus vidas y, a través de ellas, gran parte de la historia de Irak en el último medio siglo y el impacto de sus peripecias en la vida de la gente sencilla: las batallas, el embargo, la dictadura, las fosas comunes, el caos de una ocupación en la que la culpa de la muerte sangrienta de Ibrahim, símbolo del derrame de la sangre iraquí, se dispersa entre los secuaces del régimen anterior y los seguidores del régimen sucesor. Se trata de una novela que permite al lector la comprensión de la complejidad de la historia iraquí y sus sucesivos dramas a través de una interesante narración dividida en 28 capítulos de cuyos títulos destacamos: ‘Hijos de la grieta de la tierra’, ‘Viaje con un solo pie’, ‘Kafka vuelve de su cautiverio’, ‘La espina del mar’, ‘El secreto de un escándalo no revelado’, ‘Infancia en una caja militar’, ‘El presidente asesina al músico’, ‘Cadáveres y cuadernos’, ‘La boda de Nesma’, ‘Los devoradores de rosas’, ‘Encuentros entre vivos y muertos’ y ‘Un matrimonio repetido’.
lunes, 19 de noviembre de 2018
SUPERVIVENCIA
Cuándo conviene marcharse
Tal vez lo peor de morirse es no enterarse de cómo continúa la historia, como si al nacer se nos entregara una novela inacabada.
Javier Marías
ENTRE SUS MUCHOS VIAJES y mis largas ausencias, hace tiempo
que no veo a Pérez-Reverte, así que a finales de octubre hablamos por teléfono
un poco con nuestros respectivos “pre-móviles”, dos antiguallas que no hacen
fotos ni graban ni tienen Internet ni nada. El suyo es muy turbio, nos oíamos
fatal y no nos dio tiempo más que a cruzar unas frases. Eran las fechas en que
se iba a consumar la entronización de un tercer Trump en el mundo, un cabestro
brasileño llamado Bolsonaro (el segundo ha sido Salvini en Italia, aunque hay
que reconocer que de allí salió en realidad el ídolo y modelo de Trump,
Berlusconi, que hoy, por comparación con sus émulos, parece un tipo sutil y
respetuoso). En fin, en vista de la deriva actual, Arturo me dijo: “Esto no hay
quien lo aguante. Es hora de irse”, a lo que yo le contesté: “¿Adónde? Ya no
hay a donde ir. Los que padecimos el franquismo teníamos muchas opciones, si
las cosas se ponían muy crudas y debíamos imitar un día a los de generaciones
anteriores: Francia, Inglaterra, Italia, México… Mira cómo están ahora esos
países”. Y él me corrigió: “No, me refería a morirse. A gente como nosotros nos
va tocando salir, sin ver más deterioro”. Mi reacción fue espontánea y algo
cómica, supongo: “No, no lo veo conveniente ahora. Nos despediríamos con la
sensación de dejarlo todo manga por hombro, hecho un desastre. No que nuestra
presencia pueda mejorar nada, pero es triste dejar un mundo más desagradable e
idiota del que nos encontramos, y eso que nacimos bajo una dictadura odiosa.
Pero la gente normal era menos estúpida y más cordial y educada”.
No sé si se cortó la comunicación o si aplazamos el pequeño
debate sobre cuándo nos convenía largarnos. Yo, después, le di vueltas por mi
cuenta, y, claro está, hablo sólo por mí (lo mismo, cuando se publique esto,
Pérez-Reverte se ha perdido en el mar con su barco, y siempre me quedaría la
duda de si lo habría hecho a propósito; no lo creo, pero toco madera por si
acaso). Mi argumento esbozado era este: es molesto abandonar el mundo cuando lo
vemos convulso, irracional e idiotizado; hay que esperar a que se enderece un
poco (siempre según nuestro subjetivo criterio), a que vuelvan el sentido del
humor, la racionalidad y la tolerancia, a que la gente no esté tan enajenada
como para votar a brutos ineptos que irán en contra de sus propios votantes
suicidas. Hay que esperar a que las masas no sean tan manipulables ni se dejen
engañar por autoritarios sin escrúpulos como Orbán, Erdogan, Putin, Maduro,
Ortega, Le Pen, Duterte, Al Sisi, Salvini, Puigdemont, Torra. Ahora bien,
pongamos que de aquí a un tiempo los ánimos se serenan y la perspicacia
aumenta, la verdad vuelve a contar y la gente se hace menos fanática,
fantasiosa y tribal de lo que lo es hoy en día. Que el mundo recobra cierta
compostura, por decirlo anticuadamente. Al fin y al cabo, la historia se ha
regido siempre por ciclos. ¿Convendría entonces marcharse? ¿Lo haríamos con más
tranquilidad, con la sensación de que la casa está en orden? Quizá nos
parecería también mal momento: ahora que estamos mejor, qué lástima no
aprovechar este tiempo, no disfrutarlo.
Los vivos nos decimos a veces, al pensar en seres queridos
que ya murieron: “Menos mal que se ahorraron esto, que no lo vieron. Es un
consuelo que a este hecho luctuoso no asistieran, o a esta situación tan grave,
o a los errores y tropelías de sus próximos”. Pero también nos decimos: “Qué
pena que no vieran nacer o crecer a este niño, les habría alegrado la vida; o
que no presenciaran el éxito de su mujer o su marido o sus hijos, y tuvieran la
incertidumbre eterna de qué iba a ser de ellos”. Y en todo caso los
consideramos ingenuos, porque no alcanzaron a saber lo que sí hemos sabido los
supervivientes. Esto es, porque inevitablemente creyeron que el mundo se
quedaría fijo en el que abandonaron, y eso nunca sucede. Tal vez lo peor de
morirse es no enterarse de cómo continúa la historia, como si al nacer se nos
entregara una novela inacabada. La novela de la vida prosigue siempre, por lo
que estamos condenados a ignorar cómo termina. Hay quienes piensan que termina
con nuestro término, distinto para cada individuo. Nos consta que no es así,
sin embargo. Que todo sigue, sólo que sin nosotros, y que nuestro final no
significa el de nada ni el de nadie más. Me pregunto si la única manera de ver
“conveniente” la propia despedida, o de estar conforme, es llegar al máximo
desinterés, o al máximo desagrado, o hastío, por el mundo en que vivimos. Acaso
es lo que expresó Pérez-Reverte en nuestra entrecortada charla: “Esto está
inaguantable. Mejor llevarse un buen recuerdo; o, si no bueno, aceptable.
Puesto que hemos visto mejores tiempos, no da tanta pena desertar de uno
imbecilizado y despreciable”. Y no obstante, como he contado otras veces, a mí
me aqueja la dolencia de los fantasmas (de los literarios, esa gran y fecunda
estirpe): son seres que se resisten a perderlo todo de vista; que no sólo se
preocupan por quienes dejaron atrás y su suerte, sino que tratan de influir
desde su bruma, de favorecer a sus amigos y perjudicar a sus enemigos; o a los
que, según su opinión que ya no cuenta, hacen más llevadero el mundo o lo
envilecen.
ODIO LA CAZA
La odio, sí, por brutal y porque no la entiendo. ¿Qué placer dará quitarle la vida a un animal que está feliz en su entorno? Ahora los cazadores dirían que ellos son los que más cuidan la naturaleza, lo que más quieren a los animales, y todos esos tópicos que no se creen ni ellos. Hoy me he acordado de ellos por esta noticia que ha saltado en todos los periódicos acerca de una cacería en no-sé-dónde en España donde acabó despeñándose un ciervo y unos perros. Nada dice si se despeñaron también los cazadores, pero me guardo de preguntarlo por no ser políticamente incorrecto, que ahora hay que ir con los pies de plomo con lo que se dice o se escribe. Eh, que no he dicho nada.
SIN MÓVIL
La semana pasada acabé exhausto, ¡el miércoles! No aguantaba más discusiones ni más estrés ni más guerras perdidas (las guerras se pierden siempre, de una forma u otra, y quien diga lo contrario miente). Un segundo más en el trabajo y tiro la toalla, me sentía una isla, una absoluta isla en medio de todo aquello. La única salida era quemar las naves y les aseguro que no faltó mucho para ello. Luego la cabeza le planta cara a los impulsos del corazón y ese Pepito Grillo que todos tenemos termina imponiendo la cordura (¿o no?). Cordura digo, ya no sé qué pensar, quizá la cordura sería lanzarme como el loco de Gibran Jalil Gibran y listo.
Decidido no dimitir finalmente opto por pedir un día libre y desconectar el móvil cuatro días, desconexión total en Gran Canaria. Mis perritas acompañadas, mis padres y amigos avisados, todo controlado; vuelo el miércoles por la noche y logro mantenerlo apagado hasta el domingo por la mañana ¿o fue tal vez el sábado por la tarde? Muchas cosas allá, poco trabajo y mucho relax. Créanme si les digo que la experiencia de estar varios días sin móvil es altamente aconsejable por gratificante. Claro que... fue volver al trabajo esta mañana y plegarse el tiempo, NO WAY!
John Mayer, *New light.
sábado, 17 de noviembre de 2018
FINA ESTAMPA QUE DA MIEDO
Vale que estamos en elecciones, vale que cada uno puede visitar a quien quiera, pero lo que leo y lo que veo me da miedo para estar publicado en un periódico europeo, español, de 2018. Lo próximo será hablar de la conspiración judeo-masónica en las escalinatas del Valle de los Caídos.