lunes, 18 de junio de 2018

BERLIN ALEXANDERPLATZ

¡Qué bueno es viajar!, supongo que poca gente no estará de acuerdo conmigo. Viajar, entrar en modo desconexión, en modo catarsis. Poder cambiar de aires, cruzarte por la calle con gente desconocida, con caras nuevas, escuchar otros sonidos, sentir otros olores, percibir nuevas sensaciones.
Berlín es una ciudad perfecta para perderse, para patearla (bueno, también usando el metro), y ni les cuento lo que supone para un arquitecto pasear por una ciudad que es un museo racionalista en sí misma. El placer de ver buena arquitectura allá donde se mire, en el antiguo Berlín de la RDA, en el Berlín que se ha construido después de la caída del muro, en el Berlín de la Bauhaus, en tantos y tantos Berlines. Por tener tienen hasta un parque en un antiguo aeropuerto, donde las pistas son paseos para disfrutar de la bicicleta y de cualquier deporte que se les ocurra, zonas verdes con árboles, parques para perros, etc. Increíble.

Vuelo directo Gran Canaria-Berlín, ida y vuelta, con hotel en Alexanderplatz. Como era éste mi primer viaje a la ciudad me había empapado en casa sendas guías y, además, había pedido un mapa del Berlín Moderno, perfecto para ir marcando toda la arquitectura que teníamos previsto ver aparte de lo que nos fuera deparando la ciudad, en la zona donde nos encontrábamos, en el barrio judío, en el antiguo Berlín del este, en la isla de los museos, donde la Unidad de Habitación de Le Corbusier y el estadio olímpico allende el barrio de Hansa... Empiezo y no acabo, créanme. Sólo tengo una queja, el tiempo: hasta 32°, demasiado calor para mi piel tan blanca. Aún así, solazo incluido, el viaje fue fantástico










No sólo hubo arquitectura, no, también buena comida, mucha mucha agua para beber, muy pocas compras -¡qué tiempos aquellos donde viajar era sinónimo de comprar! (ahora es una liberación)-, amigos murciana y canario, los perfectos cicerones, crema solar y unas plantillas que tuve que comprar porque las All Star no es precisamente el mejor calzado para largas caminatas.
Definitivamente Berlín entra en la lista de mis ciudades europeas favoritas.
















Por cierto, ¿han descubierto lo que implica viajar con únicamente equipaje de mano? Lo aconsejo encarecidamente, uno viaja, literalmente, con lo imprescindible y se ahorra una buena guita. Con buen tiempo es fácil, no hace falta volar como el muñeco Michelín con toda la ropa de invierno encima (a Laponia fuimos también con el mismo método, ropa encima y una sola maleta de mano, increíble pero cierto). Con buen tiempo camisetas, vaqueros, ropa interior y a disfrutar del viaje.













I ♥ BERLIN

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