domingo, 25 de febrero de 2018

UN CAFÉ Y UN CRUCE DE CAMINOS


Anuciada la enésima alerta en Canarias por armagedón, vientos hipohuracanados y lluvias que ni las de Noé, me levanto descubriendo un traicionero cielo azul que invitaba a tomar un café fuera, así que una vez acicalado -poca cosa, créanme-, salgo en coche de casa libro en ristre, cafeteo, leo y me doy un paseo con Isabel hasta el mirador de Ortuño para disfrutar un ratito de las vistas del Teide nevado , terminando el tiempo de asueto en un supermercado comprando verduras para preparar una sopa que es lo que me apetece almorzar hoy, rica rica. 
Volviendo a casa me encuentro delante de mi un camión que andaba pisando huevos, sin prisa, sin pausa, hacia un destino desconocido. A medida que nos acercábamos al siguiente cruce en la carretera crucé los dedos mentalmente para que pasara de largo y no girara hacia la izquierda, como finalmente hizo. El camión era un transporte de cerditos y a la izquierda el camito lo llevaría hasta el matadero municipal. Qué penita.
Ya en casa, flote en el aire el silencio de los cerditos mezclados con el aroma a verdura guisada de la sopa que se cocina en estos momentos mientras suena la música de Masekela que dedico a los pobres animalitos.
Hugh Masekela, *Grazing in the grass.

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