Lope de Vega, el dramaturgo de las aventuras galantes
La vida convulsa y mujeriega de uno de los máximos
representantes del Siglo de Oro contrasta con las 5.000 obras que escribió.
Lope de Vega es uno de los escritores más importantes del Siglo de Oro y,
por extensión, de la literatura española. El llamado 'Fénix de los
ingenios', 'Ingenio de España', 'Poeta del cielo y de la tierra' y hasta
'Monstruo de la Naturaleza', este último apelativo de Miguel de Cervantes
a pesar del gran enfrentamiento que mantuvieron, renovó las fórmulas del
teatro español en un momento en el que comenzaba a ser un fenómeno masas.
De hecho, tiene tanta relevancia su figura que sus obras siguen
representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas
alcanzadas en la literatura y las artes españolas.
En sus 73 años de vida se le atribuyen alrededor de 3.000
sonetos, tres novelas, cuatro novelas cortas, nueve epopeyas, tres poemas
didácticos y casi 2.000 comedias. Sin embargo, fue tan prolífico con la
pluma en la mano como extremo en su vida y es imposible entender sus obras
sin las mujeres. Fue desterrado de Madrid, participó en dos campañas
militares, secuestró a una de sus amadas antes de marcharse, fue padre de
numerosos hijos legítimos e ilegítimos, se casó dos veces, engañó a todas y
hasta se hizo sacerdote para calmar, sin éxito, sus pasiones y, sobre
todo, para garantizarse la vejez.
Lope Félix de Vega Carpio nació en Madrid el 25 de noviembre
de 1562. Hijo de una humilde pareja de montañeses cántabros del valle del
Pas, vino al mundo poco después de que lo hicieran sus coetáneos Cervantes, Góngora, Mateo
Alemán y Vicente Espinel. Tuvo otros cinco hermanos y aunque comenzó el
colegio a los 10 años, fue un niño tan precoz que a los cinco ya sabía
leer el castellano y el latín, y ya traducía y escribió comedias como ‘El
verdadero amante’ y ‘La pastoral de Jacinto’.
A los 15 años Lope de Vega ingresó en la
Universidad de Alcalá de Henares para hacer el bachillerato, pero con la
muerte de su padre, un año más tarde, empezó a dar muestras de su carácter
altanero y al margen de las normas establecidas al huir de casa con su
amigo Hernando Muñoz. A pesar de sus vaivenes, a lo largo de toda su vida
mostró gran curiosidad por aprender cualquier disciplina de la vida y leyó
e investigó en diferentes materias hasta sus últimos días.
El primer amor conocido de Lope de Vega fue María de Aragón
(‘Marfisa’). Se enamoró de ella en 1580 y se convirtió en padre por
primera vez cuando aún tenía 18 años. La niña, sin embargo, murió antes de
cumplir los cinco años. Dos años después, en 1582, Lope de Vega se
alistó en la expedición del marqués de Santa Cruz a las Azores. De vuelta
de esta misión conoció al segundo gran amor de su vida, Elena Osorio (la
'Filis', 'Zaida' y 'Dorotea' de sus textos), que ya estaba casada con
el actor Cristóbal Calderón. Lope mantuvo una apasionada relación con ella
mientras escribía comedias para el padre, el empresario teatral Jerónimo
Velázquez. Sin embargo, cuando Elena Osorio enviudó prefirió a un rico
hombre de negocios antes que al dramaturgo, así que Lope, resentido, zanjó
su acuerdo con el padre y escribió algunos libelos y versos contra ella y
su familia.
En 1587 Lope de Vega fue encarcelado a causa de
los escritos contra Elena Osorio, pero en prisión siguió redactando otros
nuevos, lo que le valió una sentencia de destierro durante cuatro años y
del reino de Castilla durante dos. Fiel a su espíritu mujeriego y
conquistador, sin embargo, antes de salir de Madrid, raptó, con
su consentimiento, a Isabel de Urbina (su 'Belisa'), con la que se casó en
1588.
A los 25 años Lope de Vega ya era lo que hoy
describiríamos como un triunfador: un joven famoso y, probablemente, el
mejor poeta dramático de España, a pesar de su destierro en Valencia. Pero
de nuevo le tentó allí la aventura y, como si no pudiese o supiese estar
quieto, se fue a Lisboa para embarcar como voluntario en la Armada Invencible.
A su regreso a Valencia siguió creando las solicitadísimas comedias por
aquella época, y también algunos romances.
En 1589 murió su madre y, aunque jamás apareció en sus
obras, ese hecho produjo notables cambios en su vida. Lope de Vega se
fue a Toledo y entró al servicio del duque de Alba. Las muertes de su hija
Antonia y, poco después, de su esposa Isabel de Urbina, al dar a luz a
otra hija, Teodora, lo dejaron solo y triste al acabar el destierro, pero
no tardó en volver a las andadas y fue procesado por amancebamiento.
También ese año conoció a la actriz Micaela de Luján (que sería 'Lucinda' o
'Camila Lucinda' en sus textos) y conquistó un poco más de fama con
el poema El Isidro y la Dragontea, donde narraba las correrías de
Francis Drake, 'el Dragón'.
Para sostener este tren de vida y sustentar tantas
relaciones e hijos legítimos e ilegítimos, Lope de Vega destacó
por su orden y fuerza de voluntad a la hora de trabajar, convirtiéndose en
un torrente de escritura, sobre todo en poesía lírica y comedias, impresas
estas muchas veces sin su permiso y sin corregir. A los 38 años pudo, por
fin, editar parte de su obra sin los errores de otros y se convirtió en
el primer escritor profesional de la literatura española al pleitear para
lograr derechos de autor sobre quienes imprimían sus comedias sin su
permiso y consiguió, al menos, el derecho a la corrección de su propia
obra.
En 1598, Felipe
II, al borde de la muerte, decretó el cierre de los teatros invocando razones
de moralidad. Lope buscó entonces sustento como secretario primero
del marqués de Malpica y luego del de Sarriá (protector de Cervantes). Un
año más tarde, cuando por fin se levantó la prohibición sobre los
teatros, Lope de Vega compuso e hizo representar Bodas
entre el alma y el amor divino. Pero siguió erre que erre con su azarosa
vida amorosa paralela a la literatura y en esos años vivió con la actriz
Micaela de Luján en Sevilla, Granada, Toledo y Madrid, mientras pasaba
otras temporadas con su mujer Juana de Guardo.
Biblioteca de Lope de Vega en su casa de Madrid.
En enero de 1610 Lope de Vega ingresó en la
Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento y en septiembre compró
la casa de la calle de Francos de Madrid (hoy calle Cervantes), donde
vivió hasta su muerte. Unos días después, ingresó en la Orden Tercera de
San Francisco, escribiendo sus Cuatro soliloquios. Las muertes
sucesivas de sus hijos le apenaban profundamente, pero no pudieron, con su
agitado ritmo creador, dando lugar a una época para nada sosegada pero sí artísticamente
más notable. En 1614 Lope de Vega se ordenó sacerdote y el 29
de mayo de ese año ofició su primera misa en la Iglesia de San
Hermenegildo en Madrid.
Pero la tranquilidad y seguridad que pretendió con los
hábitos nunca llegaron y, tal vez acosado por una mujer, Lope huyó de
Madrid y volvió a enamorarse, esta vez de Marta de Nevares (la 'Marcia
Leonarda' de sus novelas, la 'Amarilis' de sus poesías y cartas), aunque
también mantuvo relaciones con la actriz Lucía Salcedo, apodada 'la Loca'.
Marta de Nevares, que estaba casada con un comerciante se convirtió en el
último gran amor de su vida y comenzó un momento pletórico de creación
literaria y éxito de crítica con El verdadero amante, Lo fingido
verdadero, El caballero de Olmedo, La Filomena, El mejor
alcalde, el rey y hasta se representó ante la reina El vencido,
vencedor.
Pero la vida para Lope de Vega siguió consistiendo
en golpes en lo personal, que también empezaron a afectar a lo
profesional: Marta de Nevares quedó ciega y sólo el ingreso en las
Trinitarias descalzas de su hija Marcela lo alivió un poco.
Algunas comedias fueron un fracaso y anunció que se retiraba del teatro. A
pesar de todo, siempre dejó clara la rapidez con que escribía y que volvió
a demostrar en 1631 con la representación de su obra La noche de San
Juan, escrita tan solo en tres días y poco después El castigo sin
venganza.
En 1632 murió Marta de Nevares, el último gran amor en
su vida, y es entonces cuando apareció la que muchos consideran su
obra maestra, La Dorotea, donde cuenta sus amores juveniles con Elena
Osorio para establecer el vínculo con la última pasión de su vida, su amor
con 'Amarillis'. Dos años después escribió la que es seguramente su
comedia final, Las bizarrías de Belisa.
El 24 de agosto de 1635 Lope de Vega sufrió un
desmayo. Al día siguiente, ya enfermo, aún pudo escribir un poema y un
soneto, pero el médico de cámara de Su Majestad ya recomendó que le dieran
el Santísimo Sacramento. El 26 de agosto hizo testamento y se despidió de
sus amigos. El día 27, a las cinco y cuarto de la tarde, murió.
Las honras fúnebres duraron nueve días y por petición de su
hija sor Marcela, el cortejo pasó frente al Convento de las Trinitarias
Descalzas, para depositar finalmente sus restos en la Iglesia de San
Sebastián, en la calle de Atocha. Unos años después, los restos pasaron a
una fosa común por falta de pago.
Su producción literaria fue tan sobresaliente que incluso
después de su muerte se siguieron publicando sus textos. El más destacado
apareció en 1637, La Vega del Parnaso, donde se recogen los dos
últimos poemas que escribió el 'Fénix de los Ingenios'.
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