viernes, 8 de septiembre de 2017

EL BROOKLYN DE AUSTER

El Brooklyn de Paul Auster
Del puente de Brooklyn a los restaurantes y librerías de Park Slope, los escenarios literarios, cinematográficos y cotidianos del escritor estadounidense en Nueva York.
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Para mí todo empezó con Smoke, de Wayne Wang y Paul Auster, hacia 1995. Quizá antes existían precedentes del imaginario de Brooklyn, las películas de Spike Lee y Woody Allen, pero su foco se dirigía hacia los conflictos raciales (por ejemplo, en Haz lo que debas) o bien se abría desde los miradores de Brooklyn hasta alcanzar Manhattan (como sucedía en Annie Hall). El viajero que desee información acerca de este borough (condado), uno de los cinco de Nueva York (junto a Manhat­tan, Queens, Bronx y Staten Island) puede hacerlo a través de los recursos habituales, pero a mí me gustaría recomendarle no solo la obra literaria de Paul Auster, sino también el visionado de Blue in the Face, la segunda colaboración que este llevó a cabo con el director Wayne Wang. Cuando me encuentro con Auster en Brooklyn, como sucedió de nuevo este verano, siempre se alegra de que alguien rememore sus películas.
Blue in the Face es una comedia entre el documental y el cine de ficción que transcurre en una calle próxima a Prospect Park y al mismo tiempo una forma desenfadada y lúdica de conocer un poco la historia de Brooklyn y a algunos de sus personajes célebres. El imaginario del borough se encuentra tan estrechamente ligado a la obra de Auster, que resulta ineludible; por ejemplo, dos de sus novelas, Brooklyn Follies y Sunset Park, toman su nombre de lugares del borough e incluyen escenarios que el viajero puede visitar. Yo les propongo como epicentro de su recorrido Park Slope: la esquina de Auggie Wren, la Quinta Avenida y la Séptima Avenida. Auster —que acaba de publicar 4321 (editado en España por Seix Barral), su primera novela en siete años— vive muy cerca de allí. Junto a esos lugares se hallan otros menos conocidos pero de gran interés. Son el Museo de Brooklyn, Grand Army Plaza, Prospect Park, la Biblioteca Pública de Brooklyn, el cementerio de Green-Wood y Sunset Park. La entrada a ese universo se suele hacer a través del puente de Brooklyn, como muestra una de las secuencias iniciales de Smoke: el tren de la línea Q nos lleva al mundo de Auggie Wren y Paul Auster.

Brooklyn Bridge
Antes de llegar a Park Slope es de obligada visita el puente de Brooklyn y sus alrededores. Diseñado por John Augustus Roebling con la inestimable ayuda de su esposa, Emily Warren Roebling, el puente se construyó entre 1870 y 1883 sorteando muchas dificultades, varios trabajadores murieron en el desarrollo de las obras. Dos kilómetros de largo, una anchura cercana a los 25 metros, y una altura de 85 metros desde el East River, unen Manhat­tan con Brooklyn. Desde allí se arroja uno de los personajes más célebres de la literatura de Auster, Peter Stillman padre, que aparece en Ciudad de cristal, la primera novela de la trilogía de Nueva York. El puente resulta uno de los iconos por excelencia de la ciudad. No solo escritores estadounidenses como Hart Crane, autor de El puente, lo han incluido como protagonista en sus libros, José Martí le dedicó un breve ensayo, y Federico García Lorca, el Nocturno del Brooklyn Bridge.
Las mejores vistas que puede tener el viajero del puente y de algunas zonas de Manhattan serán siempre desde los vagones del metro. Cruzado el puente, se puede visitar Brooklyn Heights y sus alrededores: Brooklyn Promenade y el parque del Puente de Brooklyn. El viajero podrá transitar por las calles ajardinadas de Brooklyn Heights y deleitarse con los antiguos brownstones, los típicos edificios de ladrillo construidos a partir del siglo XIX por la alta burguesía emergente. El barrio ha acogido a multitud de personalidades relacionadas con la cultura: Arthur Miller y Marilyn Monroe, Gabriel Byrne, Carson McCullers, Norman Mailer, Truman Capote, Björk, Matthew Barney. También vivió aquí, en Brooklyn Heights, el poeta Hart Crane, a quien Lorca visitó durante su estancia neoyorquina en 1930. Por cierto, Auster es un ferviente admirador de García Lorca, así me lo hizo saber cuando le comenté que estaba trabajando en un mapa de la ciudad relacionado con Poeta en Nueva York. En sus años de estudiante, Auster conoció en la Universidad de Columbia a Laura García Lorca, que es amiga suya, y me habló con admiración de las distintas traducciones del libro.
Llegados a Brooklyn Promenade, el visitante se puede deleitar con unas excepcionales vistas de Manhattan: el puente de Brooklyn, la Estatua de la Libertad y Staten Island. Para quienes prefieran la orilla del East River, pueden descender hasta el parque del Puente de Brooklyn para dar un paseo junto al río. Las vistas resultan igual de atractivas, pero cambia la visión del puente, que crece sobre nosotros. Los atardeceres en ambos lugares son de una belleza notable.

Prospect Park
Al comenzar Blue in the Face se nos presenta un fotograma con un mapa de un parque donde se lee: “Brooklyn. City of New York. You are here”. Se trata de Prospect Park, el segundo parque más grande del borough. Paul Auster y Siri Hustvedt, su esposa, han caminado por él cientos de veces. Mi amigo el escritor estadounidense Rolando Pérez vive muy cerca del parque, y al comentarle que iba a visitar a Paul Auster, me dijo que se había cruzado con él recientemente muy cerca de allí. Prospect Park es el lugar idóneo para desconectar. Concebido y realizado por los mismos diseñadores de Central Park (Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux), se terminó en 1867; pensaban que era mucho más interesante que Central Park por su falta de simetría, su desorden, sus senderos y sus lagos sinuosos. Los más de dos kilómetros cuadrados que ocupa el recinto son atravesados por enormes prados, bosquecillos, pequeñas cascadas, un gran lago, una zona destinada al patinaje y una pista de seis kilómetros para bicicletas, corredores y caminantes. Lo idóneo es transitar por Long Meadow, atravesando la entrada norte frente a Grand Army Plaza, hasta llegar al lago de Prospect Park. El caminante se irá cruzando con un espectáculo de vegetación silvestre y color, puentes y pequeños lagos artificiales. Al suroeste de Prospect Park Lake se puede contemplar, junto a la inmensidad del lago, algunos de los edificios que rodean el parque. Todo ello ha sido remozado en los últimos años, pero conserva el encanto de lo desordenado y lo salvaje en muchos de sus tramos, y es un regalo para la vista.
En su paseo el caminante podrá advertir que al igual que cambia el paisaje natural, también lo hace el paisaje humano. Prospect Park es un microcosmos donde los lectores de Auster se podrían topar con todos esos personajes que pueblan su narrativa y sus películas. Personajes que abarcan distintos estratos de la clase media: los que están a punto de perder esa condición ante las duras condiciones que impone Nueva York (la parte más oriental), la nueva burguesía emergente (parte más occidental norte) y la clase media trabajadora (el resto).
Si el viajero lo desea puede visitar la Biblioteca Pública de Brooklyn. Queda junto al parque, en el número 10 de Grand Army Plaza, y es uno de los espacios capitales de la cultura del borough, al igual que el Museo de Brooklyn. La parte frontal del edificio imita a un libro abierto y en su pórtico se encuentran homenajes realizados por Thomas Hudson y Carl P. Jennewein a iconos de la literatura estadounidense: Moby Dick, de Herman Melville; El cuervo, de Edgar Allan Poe; Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, y Walt Whitman, entre otros. Muchos de esos autores y personajes aparecen en la narrativa de Auster, solo hay que echar un ojo a Ciudad de cristal o a Brooklyn Follies. Dentro de la biblioteca, en la planta dedicada a la literatura, cuelgan numerosos retratos de escritores nacidos en Brooklyn o que desarrollaron allí su trabajo. No solo está Auster, sino también otros como Arthur Miller, Norman Mailer, Pete Hamill o Walt Whitman.

Park Slope
En la salida del parque por Prospect Park West, a la altura de la calle 15, el viajero se topará a su derecha con un antiguo cine cerrado recientemente, The Pavilion (que reabrirá sus puertas en otoño como el Nitehawk) y una minúscula plazoleta, Bartel-Pritchard Square. Justo al frente verá el Connet­ticutt Muffin, un pequeño café con terraza desde donde podrá localizar el antiguo estanco de Auggie Wren que aparecía en Smoke: Prospect Park West con la calle 16. La Brooklyn Cigar Company de Auggie Wren, que solo fue un estanco en la ficción, es ocupada ahora por The Pie Shop. El viajero podrá evocar allí las encantadoras anécdotas de Smoke y Blue in the Face. Park Slope ha entrado en los últimos años en las listas de mejores barrios de Nueva York y EE UU. Residencia de italianos e irlandeses en los cincuenta del siglo pasado, estos lo abandonaron progresivamente con la llegada de población negra y latina, y fue foco de algunos disturbios raciales en el pasado. Desde finales de los años setenta, Park Slope se ha ido gentrificando y neoyorquinos de clase media y clase media alta procedentes de Manhattan lo han repoblado. No obstante, durante el proceso de gentrificación en los ochenta, no cesaron los asaltos y los tiroteos en algunas de sus calles. Sucesos de ese tipo aparecen en El cuento de Navidad de Auggie Wren y en Smoke (la mujer del escritor Paul Benjamin fallece por una bala perdida en un atraco cerca del estanco de Auggie). El propio Auster me lo comentaba en su casa, junto a la Séptima Avenida, ante uno de esos enormes cuadros que Sam Messer dedicó a su máquina de escribir: “Antes nadie quería vivir aquí. Bajar a la Quinta Avenida era toda una odisea”. Treinta años más tarde, ese entorno resulta muy distinto al de antaño, y distintas clases sociales y nacionalidades conviven de manera pacífica en Park Slope; de hecho, es uno de los barrios más famosos por su tolerancia, sede del movimiento LGTB en Brooklyn.

Avenidas Quinta y Séptima
El centro neurálgico del barrio son las avenidas Séptima y Quinta, bien comunicadas por metro (líneas B y Q), donde el viajero podrá encontrar todo tipo de restaurantes (Calexico, Colombia in Park Slope, Al Di La Trattoria), cafés (Kos Café, muy recomendable por sus amplios ventanales), cientos de delis, tiendas de ropa, barberías, supermercados y algunas librerías. Terrace Books se halla cerca de la Brooklyn Cigar Company, a pocos metros en la acera opuesta, pero ya en la Séptima se encuentra una librería de larga tradición frecuentada por Auster, Community Bookstore. En el escaparate de esta librería ha estado durante muchos meses 4321, su última novela. También en la Séptima se encuentra Barnes & Noble, una especie de Casa del Libro estadounidense. Allí compré el cuaderno que le entregué a Auster el último día de mi estancia en Nueva York, horas antes de partir hacia La Habana. Le pedí que escribiese en él algo tan lindo como El cuento de Navidad de Auggie Wren, luego convertido en Smoke. El día anterior había estado en la Biblioteca Pública de Nueva York, en Manhat­tan, y encontré todos los manuscritos y cuadernos con las distintas versiones del cuento antes de ser publicadas en The New York Times. La compra del cuaderno y la visita casi a su casa para entregárselo, ambos improvisados, fue mi manera de darle las gracias por aquel momento inolvidable.
Pero regresemos a Park Slope, gran parte del mundo que ha inspirado la obra de Auster se encuentra al caminar por estas avenidas y las calles circundantes. Pienso ahora en la estación de bomberos de Union Street: ¿tendrá algo que ver con Jim Nashe, el bombero protagonista de La música del azar? Olvidé preguntárselo cuando estuvimos en el Purity Diner… Este diner, ubicado en la Séptima Avenida, es otro de los lugares que Auster lleva frecuentando años. Allí almorzamos juntos y me habló largo y tendido de cómo se había gentrificado el barrio, y, sobre todo, de sus películas y gustos cinematográficos. Es curioso, las cuatro veces que me he reunido con él en los últimos años (la anterior fue en 2013) siempre ha llevado la conversación hacia Smoke, Blue in the Face y el resto de su filmografía, como si su producción literaria fuese algo secundario en nuestros encuentros. Quizá se deba a que yo siempre fui un defensor a ultranza de sus películas, sobre todo de las tres primeras, cuando trabajaba sobre su cine en mi tesis doctoral.
En el Purity Diner uno no deja de recordar la escena de Smoke entre Paul Benjamin y Auggie Wren. Al contarle que Montgomery Clift estaba enterrado en el pequeño cementerio cuáquero escondido en Prospect Park, Auster me respondió sonriente: “No lo sabía. Pídete algo sencillo para comer. Te va a gustar”. Por la Séptima y la Quinta, muy cerca del Purity Diner, viven escritores de la talla de Pete Hamill, Siri Hustvedt, Luc Sante, o actores como Steve Buscemi y John Turturro. No deberían dejar de pasear por esas calles y ver qué se encuentran, la ficción es siempre solo una parte de la realidad.

Cementerio de Green-Wood
Tras su fundación en 1838, Green-Wood ya era uno de los lugares más deseados de las clases pudientes para ser enterrado. La belleza natural del entorno, sus vistas, sus panteones y sus sepulturas lo convertían en el lugar idóneo para pasar allí la eternidad. Hacia 1860 el número de visitantes anuales rondaba el medio millón y pronto se convirtió en una de las atracciones más importantes del país. La popularidad del recinto, y no es una broma, contribuyó a la creación posterior de parques públicos como Central Park y Prospect Park. El paraje alberga una de las colecciones más importantes de mausoleos y santuarios de los siglos XIX y XX junto a sus colinas, valles, senderos y lagos. Entre los huéspedes más ilustres (hay cerca de 560.000 personas enterradas) figuran el compositor Leonard Bernstein, Jean-Michel Basquiat, Samuel Morse, Susan Smith McKinney (una de las primeras mujeres negras en obtener el título de Medicina en Estados Unidos), Louis Comfort Tiffany o Charles Ebbets, propietario de los antiguos Brooklyn Dodgers (después se trasladaron a California para convertirse en Los Angeles Dodgers, episodio destacado en varias secuencias de Blue in the Face).
El cementerio ofrece visitas guiadas y un gran número de actividades culturales, sobre todo en verano, como conciertos de blues, paseos meditativos o el popular birdwatching, observación de pájaros. En la actualidad, la artista francesa Sophie Calle —que aparecía como personaje en Leviatán bajo el nombre de María Turner y además colaboró con Auster en Gotham Hand­book— tiene en marcha una obra de arte interactiva en Green-Wood titulada: Here Lie the Secrets of the Visitors of Green-Wood Cemetery 2017-2042. Allí, en uno de los pináculos del cementerio transformado en una mezcla de buzón y confesionario, los visitantes pueden dejar alguno de sus secretos más íntimos. Este es el mío, Auster me comentaba con ironía al mencionarle que había estado en Green-Wood: “Creo que esa será mi última residencia”.

‘Sunset Park’
Sunset Park es el título de una de las novelas de Auster, publicada en 2008. No voy a desvelar la relación que pudiera existir entre el lugar real y el texto de ficción, en este caso, esa tarea se la dejo a los lectores. The New York Times señaló recientemente este parque y las zonas aledañas como uno de los lugares más “calientes” de Brooklyn (es decir, con alto riesgo de gentrificación). Lo cierto es que todavía parece uno de los vecindarios menos turísticos y más tranquilos del condado. Con mayoría de población hispana (mexicanos y portorriqueños) y china (es el Chinatown de Brooklyn), se extiende por las avenidas Quinta y Séptima entre las calles 41 y 44, muy próximo al cementerio de Green-Wood.
El barrio ofrece al viajero un sabor diferente por su peculiar carácter latino, especialmente en la Quinta Avenida. Uno parece encontrarse como en casa: multitud de establecimientos, carteles y restaurantes donde el español es la lengua oficial. El barrio de Sunset Park tomó su denominación de este pequeño parque, que se eleva sobre una colina, desde donde se puede observar cómo el atardecer (sunset en inglés) envuelve de forma progresiva Manhattan, Staten Island y Nueva Jersey. Es uno de esos parajes pintorescos que sin poseer belleza en sí mismos, la produce por su carácter peculiar. Para el viajero puede ser el emplazamiento perfecto para cerrar la visita a Brooklyn y evocar personajes, imágenes y tramas austerianas antes de tomar el tren de regreso a Manhattan.

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