¿Puede ser el luto por las mascotas tan duro como el luto
por otras personas?
En ocasiones, el impacto que produce la muerte de un animal
es equiparable al duelo por un humano.
Cuando Ada Menéndez perdió a su gato Rodolfo tras una larga
convalecencia, tomó la decisión de pedir ayuda psicológica para sobrellevar la
ausencia de la mascota con la que había vivido casi 12 años. Después de decirle
adiós y guardar sus cenizas, Menéndez acudió a Espacio Ítaca, un centro en Zaragoza donde
psicólogos y terapeutas asesoran a los que acaban de perder a su animal de
compañía. "Lo pasé muy mal, porque Rodolfo estuvo conmigo toda su vida,
habíamos vivido los dos solos durante mucho tiempo y teníamos una relación muy
especial", cuenta Menéndez a Verne. "Para mí no era una simple
mascota, era parte de mi familia".
Durante alrededor de cuatro meses, Menéndez estuvo yendo a
la consulta dos veces a la semana hasta que logró integrar la muerte de su
gato. "Estuve deprimida, muy afectada, y como es algo que no comprende
mucha gente, no puedes hablarlo en el trabajo o con tus amigos", añade
Menéndez. "Me ayudó mucho hablarlo con la psicóloga, porque fuera de allí
no tenía un lugar donde desahogarme y llorar".
En ocasiones, el impacto que produce la muerte de un animal
es equiparable al proceso de duelo que se vive tras perder a un amigo o
familiar. Ya en 1988, Sandra B. Barker, actual directora del Center for Human-Animal
Interaction de la Escuela de Medicina de Virginia, realizó un estudio en el que
se mostraba cómo algunas personas percibían la relación con su mascota de
manera más cercana que el vínculo con sus parientes. Los sujetos tenían que
representar a su familia mediante símbolos, y muchos de ellos situaron a su
perro más próximos a ellos. "Detectamos que no había diferencia entre la
cercanía con su familia y con una mascota", explica Barker a Verne por
teléfono. Una década después, en 1998, otro estudio revelaba que la teoría del
apego desarrollada por John Bowlby (que define el fenómeno por el cual los
bebés forman un vínculo con su cuidador como instinto de supervivencia) se
podía aplicar a la relación mascota-humano.
"Cuando introduces un animal en casa y convives con él
muchas horas del día, forma parte de tu rutina y de tu día a día", cuenta
Sandra Sánchez, la psicóloga que trató a Menéndez. "Las familias han
cambiado y ahora podemos ver distintos modelos en los que el animal se integra
como un miembro más", indica.
"Hemos llevado sobre todo casos de perros y gatos.
Muertes imprevistas, y casos de fallecimientos de larga duración y enfermedades
degenerativas. También viene mucha gente que va a tener que tomar la decisión
de ponerle fin a la vida de su mascota", explica acerca de su experiencia.
"En las sesiones se trabaja la canalización emocional, técnicas de
relajación... En algunos casos con unas pocas sesiones ya siguen su rumbo, pero
otras personas tardan más. Hay gente a la que le lleva a lo mejor un año".
Un duelo menos aceptado socialmente
Según un estudio de la Revista Canadiense de Veterinaria, el
50% de las personas que perdieron a su mascota opinaban que la sociedad no
valoraba que ese fallecimiento fuera digno de poder vivir un proceso de duelo.
"No todo el mundo tiene animal de compañía y eso dificulta que las
personas tengan empatía respecto a esos casos, y también porque se infravalora
el vínculo emocional que puede tener la persona con el animal", añade
Sánchez.
Coincide con esta visión la veterinaria Mercedes González:
"Al no estar socialmente aceptado que una persona pueda estar triste por
la pérdida de su perro, no se pasa por todas las frases del duelo y ahí puede
aparecer el problema. Por un lado porque tu entorno no lo entiende, y porque tú
mismo no te permites estar triste".
En España ya existen varios centros que ofrecen apoyo
especializado. Muchos de los tanatorios y crematorios de mascotas incluyen un
servicio de asistencia terapéutica y planifican charlas y talleres sobre el duelo.
En el de San Antonio Abad Memorial Center (Paracuellos del Jarama) disponen de
una sala de despedidas con un atril para "dedicar unas últimas palabras a
su querido compañero en total intimidad y respeto". En el tanatorio
Galimascota, en La Coruña, se pueden realizar tributos en su sala de velatorios
y también adquirir centros de flores.
Qué hacer y qué no hacer cuando ha fallecido tu mascota
Normalizar la tristeza y permitirse a uno mismo sufrir por
la pérdida es uno de los principales consejos de Moira Anderson Allen,
educadora especializada en este tipo de duelos. "Algunos encuentran útil
expresar sus sentimientos y recuerdos a través de poemas, cuentos o cartas a su
mascota", señala Anderson Allen en su página web. "Otra estrategia es
reorganizar tu agenda para cubrir con otras actividades los momentos del día
que solías pasar con tu mascota", añade la educadora.
"Las formas de ayuda varían mucho según la
persona", explica Sandra Barker . "Uno de nuestros pacientes iba a
tener que aprobar la eutanasia de su perro, y antes de hacerlo, como último
deseo, se lo llevó a la playa y a comer hamburguesas, los pasatiempos favoritos
de su mascota".
Una reacción común es adoptar otro animal poco tiempo
después de la pérdida. Sin embargo, introducir un nuevo miembro animal en la
familia solo suele ser aconsejable una vez se haya superado el duelo.
"Hemos tenido a gente que ya estaba pensando en ir a adoptar otro animal,
o que quería ponerle el mismo nombre, y les decimos que eso es muy negativo y
que no lo hagan", apunta Sánchez.
"No hay que buscar un reemplazo para evitar la
pena", añade Barker. "Hemos visto a personas que acababan
decepcionadas porque la nueva mascota no era de la misma raza o porque no se
comportaba igual que su mascota anterior".
Otra de las claves es usar la terminología adecuada.
"También les decimos que la palabra sacrificio la quiten de su
vocabulario, porque tiene una connotación muy negativa", señala Sánchez.
"Con un ser humano nunca lo llamaríamos así. Es preferible decir 'muerte
digna' o eutanasia. Con esta terminología el duelo puede mejorar".
La psicóloga Sandra Sánchez comparte un consejo:
"Cuando un paciente me dice que nunca podrá superarlo, yo siempre le
explico esta historia: ‘Imagínate que yo dijera que este calor es insoportable,
que jamás volverá el invierno'. Seguramente me responderías que es absurdo
decir algo así, que el invierno siempre llega’ Con el duelo sucede lo mismo.
Hay que darse tiempo".
Cómo ayudar a que los niños sobrelleven la pérdida
"Los más pequeños no entienden el concepto de
muerte", apunta Barker, "y muchos pueden sentirse culpables porque
piensan que no cuidaron lo suficiente a la mascota". En casos con niños,
los expertos recomiendan evitar los eufemismos. "Si les dices que el perro
ha muerto mientras dormía, a lo mejor pueden tener miedos a la hora de
acostarse", añade Barker. La especialista estadounidense anima a que las
familias involucren a los pequeños en los homenajes a la mascota, puesto que
"los niños son muy buenos haciendo ceremonias y dibujos".
La veterinaria Mercedes González señala que la actitud hacia
los niños debe ser la misma que con la pérdida de un familiar cercano.
"Hay que explicarles lo que ha pasado, y a veces no se hace de la misma
manera porque no se le da importancia", explica. "Los padres a lo
mejor no le tenían mucho aprecio al hámster, por ejemplo, pero hay que tener en
cuenta que el niño ha podido desarrollar un vínculo más fuerte con el animal y
puede ser más doloroso para él". Ante todo, paciencia.
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