martes, 30 de mayo de 2017

2+2 NO ES 4 SIEMPRE

Me he levantado descansado, creo que por fin dormí bien anoche. Tuve un lunes movido, un informe complicado a primera hora, ligero caos en la mesa de trabajo porque los expedientes se han multiplicado casi por arte de magia (y allí no hay duendecillos que te hagan el trabajo por la noche como al zapatero del cuento, se los aseguro) y una reunión larga a última hora. 
La noche anterior batí uno de mis récords -sin necesidad ninguna- al despertarme a la 1 de la madrugada, después de haber dormido mal, inquieto, repitiendo una y otra vez en mi cabeza letra tras letra el informe que debía redactar al llegar a la oficina. Me pone enfermo la injusticia y la insolidaridad entre compañeros, no puedo evitarlo, y hay momentos en los cuales uno no puede quedarse con las manos caídas; yo no puedo. 
Mañanas como las de ayer son las que me hacen pensar, de forma recurrente, escoger entre la pastilla roja o la azul, o ambas, que finalmente es lo que hacemos los cobardes que nos resistimos a dejar que nuestro corazón rija nuestra vida, dejando al cerebro, ese dichoso Pepito Grillo, tomar las riendas de nuestra vida. 
Empiezo a divagar, he perdido el hilo de lo que quería contar, quizá porque lo que no se verbaliza parece que no es verdad, o por lo menos la carga se reduce si uno no piensa demasiado en ella. Voy a dibujar otro rato a ver si se me van de la cabeza estas ideas tan revolucionarias que puedan hacer que me tome la píldora roja y lo mando todo al caos absoluto.

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