viernes, 16 de octubre de 2015

CRISTALES TRANSPARENTES POR FAVOR

¿Puede ser la justicia torticera? Evidentemente no, nos encontraríamos frente a una paradoja entonces. Pero, como la realidad supera a la ficción casi siempre la respuesta debe ser sí, es posible.
Vaya por delante, como primera premisa, mi desconocimiento de las leyes españolar y del procedimiento jurídico. De las que sí se un poco es de las de Newton, las del sentido común y de lo poco que entiendo cuando leo una sentencia tras otra, de esas ejemplarizantes que, posiblemente, pasen a estudiarte en las facultades de derecho. No pretendo, por tanto, hacer un juicio paparelo de nada, solo dar mi modesta opinión ante unos hechos que se repiten cada vez más: ¿no querías sopa? ¡pues toma dos tazas!
Intentaré ordenar mis ideas. Veamos primero el significado de la palabra errar según la Real academia de la Lengua.
errar.
(Del lat. errāre).
1. tr. No acertar. 
2. tr. desus. Faltar, no cumplir con lo que se debe. 


Ahora el verbo prevaricar.
prevaricación.
(Del lat. praevaricatĭo, -ōnis).
1. f. Der. Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.

En este momento me pregunto, ¿dónde está la línea que los separa? Me temo que no hay una respuesta sencilla y que, posiblemente, la línea se haya vuelto tan tan fina que resulta imposible de ver, de manera que cada vez más los errores son convertidos en prevaricación sin más. 
Sigamos con las definiciones, ahora fiscal.
fiscal.
(Del lat. fiscālis).
1. adj. Perteneciente o relativo al fisco o al oficio de fiscal.
2. com. Ministro encargado de promover los intereses del fisco.
3. com. Persona que representa y ejerce el ministerio público en los tribunales.
4. com. Persona que averigua o delata operaciones ajenas.

Por otro lado, la Wikipedia, acerca de las labores que realiza un fiscal, dice: Estos funcionarios, en los casos que tienen a su cargo, ejercen sus funciones con independencia y autonomía, bajo los principios de legalidad y objetividad, debiendo practicar todas las diligencias que fueren conducentes al éxito de la investigación, siendo responsables, en el ejercicio de sus funciones, en el ámbito civilpenal y disciplinario.

Bien, ya tengo ordenadas las ideas. ¿Recuerdan el caso "Mamotreto"? Sí, se juzgaban las actuaciones de un número determinado de políticos y funcionarios respecto a la inconclusa construcción de un edificio en el acceso a la playa de Las Teresitas, en el Barrio de San Andrés, Tenerife. Durante el juicio se pusieron sobre la mesa muchas pruebas y quedó patente el caos absoluto respecto a la línea de deslinde marítimo-terrestre, clave en el caso porque, entre otras cosas, se dirimía si el volumen edificatorio invadía suelo afectado por Costas o no. Finalmente los planos que se aportaron fueron los que fueron y, ¡cómo no!, otra sentencia ejemplar, todos más chorizos que Cantimpalo y se acabó. Muerto el perro se acabó la rabia. ¿Alguien pudo equivocarse? ¿qué es eso de equivocarse! ¡prevaricadores, que son todos unos prevaricadores!

Se fue el caso Mamotreto y nos llegó, voilà, el caso "Varadero". Otra vez la prensa frotándose las manos, la TV de enhorabuena, las tertulias, las redes sociales... todos somo "El Varadero", y no el cubano precisamente. Juicio semanero, comparecencias retwitteadas como dios manda -todos somos jueces y entrenadores de fútbol en España, ¡y olé!-, y sentencia exprés, ¿les intriga el veredicto o ya lo han imaginado...? Claro, cómo iba a ser de otra manera, todos a la picota como en Fuenteovejuna, aquí no se salva ni el apuntador. Chorizo tú, chorizo yo. Inhabilitacion de la especial durante 7 años. Ahí queda eso. Otra sentencia ejemplarizante para que creamos que el sistema es justo, implacable con los corruptos.
¿Cuál debe ser la labor del fiscal, buscar la verdad o condenar a los acusados cueste lo que cueste? Todos hemos visto muchas películas de juicios, donde el fiscal es el diablo y el abogado nos embelesa con su retórica. Pero aquí no se trata de películas sino de la vida real y hay que dar una lección para que el pueblo soberano siga pensando en la ceguera de la justicia, alabada sea. Aquí es cooperador necesario hasta la señora de la limpieza que pasaba por allí. ¿Algún error? repito, ¿qué es eso? Equivocarse es de humanos, se decía, qué ingenuidad. Ahora esquivocarse es de chorizo, de corrupto, de prevaricador.
Qué fácil es leer una sentencia en la prensa y pensar ¡se lo merecen!, pasar la página y seguir leyendo acerca de la última novia de Ronaldo. Fácil sí, ¿pero justo? ¿y si realmente la justicia se ha politizado hasta tal punto que las sentencias se convierten en moralejas?
Debemos pensar antes de juzgar, incluso aunque estemos imbuidos en este ambiente donde los políticos y los funcionarios son corruptos per se. Los juzgados, todos, tanto los que pueden haberse corrompido como los que no, son personas con sus vidas, sus estudios, sus famiulias, sus problemas. Una sentencia politizada y ejemplarizante no solo no ayuda a que pensemos en la imparcialidad de la justicia sino todo lo contrario; juzgar públicamente parece ser tan fácil como una alineación de la selección española. Yo ya, no sé si por la edad, dudo de todo lo que leo y escucho. Ni los controladores son el demonio, ni los palestinos unos santos, ni los funcionarios unos vagos. Haberlos haylos, no diré que no. Me temo que en estos tiempos grises es cuando más de actualidad están aquellas sabias palabra de Campoamor:
"En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira".

Por último, una pequeña reflexión acerca de la labor de los funcionarios, desgraciadamente denostada. ¿Puede imaginar por un momento la responsabilidad que se asume al firmar un informe, técnico o jurídico, cuando la posibilidad de errar ya no es posible? 

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