viernes, 18 de septiembre de 2015

SALTANDO 5 VECES

SEATTLE
Puede que no sea casualidad que Bill Gates viva en Seattle. Retirado en uno de los rincones más hermosos del país (hay que subir al observatorioSpace Needle para contemplar la generosa geografía de las montañasCascade al este, las Olímpicas al oeste y la bahía de Puget Sound), la presencia de Gates en el centro de la ciudad es discreta, pero constante: basta con fijarse en los listados de patronos en las agradecidas paredes de los museos y bibliotecas. Seattle es a la vez la meca del grunge y el lugar donde Boeing instaló su sede. Aquí se abrió el primer Starbucks del mundo. Y ese espíritu de contrastes casa con el clima emprendedor de una ciudad a la que los primeros europeos llegaron en el siglo XIX. La magnífica biblioteca públicatiene una década. Pero tiene fama mundial. El holandés Rem Koolhaas hizo en ella untour de force. No hace falta que sepas leer —ni mucho menos que entiendas de arquitectura— para disfrutar de un recorrido lleno de sorpresas y luz en el que se rodean los libros descendiendo o ascendiendo por una rampa como el que busca aparcamiento en un garaje. Es además un lugar de inclusión. En la planta baja, uno puede tomarse un café pagándolo. O sacarlo de un termo. Nadie dice nada. Y los mendigos conviven (se deduce porque hay varios) con los lectores. Será que la cultura hace posible el respeto.

SAN FRANCISCO
La gasolina es barata en Estados Unidos, pero, ojo, donde venden gasolina venden coca-cola. Huya del tamaño XXL, aunque solo cueste dos centavos más; de lo contrario, será la soda, y no la gasolina —o el itinerario—, lo que determine sus paradas. Nuestra siguiente parada seria es San Francisco. Lo ha visto tantas veces en postales, pelícu­las y hasta en posavasos que creerá conocerlo. No se fíe. Aproveche que viaja en coche para conducir hasta el Golden Gate, en la parte norte, frente a Sausalito, y para ver la isla de Alcatraz. Es casi imposible verlo sin nubes. Con más de dos kilómetros de largo, el puente colgante más famoso del mundo fue en 1937 la mayor obra de ingeniería. Hoy no es el más largo de su ciudad. Su ingeniero, Joseph Strauss, fue también pionero a la hora de instalar redes de seguridad que salvaron la vida a muchos obreros. Paradójicamente, en 2014, esas redes volvieron a instalarse para tratar de poner fin a los suicidios (más de 1.600 en la historia del puente) que se producían desde la ruta US101 que lo atraviesa. Si sigue la carretera hacia los espectaculares acantilados del Big Sur puede visitar el Hearst Castle, el presuntuoso hogar del magnate de la prensa. Si no le gustan las imposturas, enfrente vive una colonia de leones marinos muy fotogénicos. Están anunciados justo antes de llegar a San Simeón..

EL GRAN CAÑÓN
Viajar en coche sirve para poder estar solo. Para llegar hasta el Gran Cañóny aparcar en uno de los miradores alejados de los autocares. Sirve para continuar la ruta por el paisaje-escenario que comparten Arizona y Utah. Y para pararse a comer en elBlue Pot Café, gestionado por indios navajos en Kayenta, de camino haciaMexican Hat. Con ventiladores en lugar de aire acondicionado y con platos de cerámica en lugar de vasos de plástico, es único en la zona y, naturalmente, también el más sostenible. Se nota quién lleva años habitando el lugar. Nuestro contaminante coche también sirve para acompañar al río Colorado durante kilómetros. Eso es posible cogiendo la ruta secundaria 128B desde Moab, al norte de Utah. Para entonces, usted habrá visitado los paisajes desérticos de Monument Valley —los escenarios en los que filmaba John Ford sus películas del Oeste—. La carretera sigue pasando por las formaciones de arena y el horizonte sigue estando despejado. Es, todavía, un lugar detenido en el tiempo. En algún rincón, los navajos venden sus artesanías. En Utah, cerca de Springdale, Zion Park permite trepar por las paredes. Y unas vistas que parecen propias de un escenario de ciencia-ficción. Uno nunca sabe dónde estará la aventura, pero intuye que no puede haber mejor escenario para ella que estas torres de arenisca.

CHICAGO
En Chicago es fácil pasarse el primer día con la cabeza hacia atrás mirando las alturas y la boca abierta coreando las sorpresas. Hasta el adolescente lo corrobora. En el ranking del viaje, que vamos elaborando en las horas muertas al volante, ha pasado a ser su ciudad favorita. Conviene quedarse varias noches para conocer el centro y los barrios, pero incluso una visita de 24 horas servirá para deslumbrar con la tupida vanguardia arquitectónica que crece en el Loop —entre las vías elevadas del metro— y las dos orillas del río Chicago. A los tradicionales Greek Town, al este; China Town, al sur, y Oak Park, donde se crio Hemingway y donde Frank Lloyd Wright sembró sus casas de la pradera, se une el Millennium Park, a orillas del lago Michigan. Frente al Art Institute, uno puede sentarse a escuchar los ensayos de la gran orquesta local en el auditorio ideado por Frank Gehry. También puede ver cómo una escultura del catalán Jaume Plensa escupe para refrescar a los niños, y puede incluso adentrarse en el espectacular mundo de reflejos que el escultor Anish Kapoor hace confluir en su gran Cloud de acero inoxidable. Urbana, cosmopolita y con dos grandes playas, puede que le entren tentaciones de aparcar el coche aquí. Es lo que nos pasó a nosotros. Al final del viaje, sorpresa en el ranking familiar: los hijos se decantan por las ciudades (Chicago y San Francisco), los padres nos quedamos con los paisajes que no cambian con el paso del tiempo. ¿Será que nos hemos hecho viejos?

NEW YORK

http://elviajero.elpais.com/elviajero/2015/09/17/actualidad/1442483755_668894.html

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