jueves, 9 de enero de 2014

ERAN LA 5 DE LA MAÑANA...

...cuando me desperté por un gran estruendo que no era otro que la sucesión de relámpagos, truenos -no sé si centellas también- y lluvia incesante, acordándome de golpe que había dejado el toldo desplegado en el jardín, así que me armé de valor y de abrigo, para salir bajo la lluvia a recoger el toldo y volver a la cama un rato más. Las perritas me acompañaron a la cocina, faltaría más, pero se quedaron en la puerta mirando sin pisar el suelo mojado y con caras de ¡este está como una cabra! Ahora el cielo está gris, no llueve y los colores del día están preciosos tras la tormenta.

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