sábado, 26 de octubre de 2013

ENTREGADOS LOS PRÍNCIPES DE ASTURIAS

Annie Leibovitz y la fotografía, ese “chico malo”
La Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades hace recuento de su carrera en Oviedo.
Oviedo 25 OCT 2013 - 15:14 CET
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/24/actualidad/1382648877_384804.html


Llegó Annie Leibovitz a un Oviedo gris y lluvioso y parecieron encenderse todos los focos. La célebre fotógrafa, autora de algunas de las instantáneas más icónicas del siglo XX —como la de John Lennon desnudo abrazando a Yoko Ono o la de Nixon abandonando la Casa Blanca—, habló ayer con pasión de su oficio, recordó a su pareja sentimental, la fallecida escritora Susan Sontag, ganadora también de un Príncipe de Asturias, el de las Letras, en 2003, y se metió en el bolsillo a los fotógrafos que cubren los galardones, posando con ellos y retratándolos a su vez con su camarita Canon G16.
Glamurosa y vital, Leibovitz dijo que le habría gustado retratar a Martha Graham y a Elvis Presley, que sería un honor tener frente a su objetivo a los Príncipes —y se lo va a proponer—, que la mejor imagen que ha tomado fue una que le hizo a su madre y que la fotografía siempre ha sido el “chico malo” de las artes.
La jornada coincidió en la ciudad con una concurrida manifestación por la educación pública y terminó con el concierto de los premios, anoche, dedicado a Wagner. Un día que incluyó el grandioso momento del brindis con cerveza —creada para celebrar el descubrimiento del bosón— de los premios Nobel y Príncipe de Asturias de Investigación Científica Peter Higgs y François Englert. Y también la encendida defensa de los transgénicos —que no dejó de desconcertar a algunos— por parte de Peter Gruss, presidente de la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia (premio de Cooperación Internacional).
“Ok, guys”, decía Leibovitz a los fotógrafos que no paraban de retratarla mientras posaba con gran profesionalidad y encantada. Vestida toda de negro (¿por Sontag?), dotada de un vozarrón y un aire a lo Patti Smith. Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 1949) empezó por recordar a Susan Sontag y a recalcar su emoción al recibir ahora el mismo premio. “El haber conocido a Susan en un momento de mi vida en que no sabía adónde me llevaba mi trabajo fue decisivo. Eran los ochenta y tantos, y conocerla reforzó mi trabajo. Ella era muy fuerte, creía que yo era buena —y no estoy segura de que hablara de fotografía—, pero que podía ser mejor, quería que fuera más seria, yo era muy ingenua; llevó mis límites más allá”.
Dijo Leibovitz que el premio significa para ella “un honor” y para la fotografía, “un empujón poderoso”. Especialmente cuando se hacen tantas preguntas, añadió, sobre el futuro del medio y su supervivencia. “La fotografía siempre ha sido el chico malo”, reflexionó. “No se nos etiqueta como arte, y lo somos”.
Se declaró “bastante democrática” con la masiva popularización de este arte vía las nuevas tecnologías y las redes sociales. Dijo que hay “sitio para todos”, aunque advirtió que la profesionalización es “un camino distinto”. Tras recordar que ella la ha usado de muchas maneras, explicó que volvió a los retratos porque se sentía más cómoda con ese formato, “podía contar una historia y tenía más control”.
Repasó su carrera: “Llevo 45 años, no tenía ni 20 cuando empecé en Rolling Stone, he visto de todo, nada me sorprende. Ahora no es que tu trabajo sea siempre bueno, pero sabes lo que haces. Al principio era la inocencia”. Aseguró que su oficio es lo mejor de su vida junto con sus hijos. “Esta es una profesión increíble, aunque no hay una varita mágica, el secreto es trabajo y trabajo”.
Explicó que cree que la fotografía puede usarse para examinar vidas pasadas de personajes históricos y habló de su proyecto Peregrinaje, en el que ha seguido el rastro de Georgia O’Keeffe, Emily Dickinson, Frost o el propio Lincoln.
¿Cómo se hace una foto excepcional? “No tengo una respuesta clara. Una de las mejores que he hecho es un retrato de mi madre, es mi foto favorita, porque no hay barrera en esa imagen. Es como si no hubiera cámara, se desvela todo. Pero eso no se puede hacer siempre. Es difícil llegar a ese nivel de fotografía, a ese poder; es raro. Un retrato es un encuentro psicológico, tiene que ver con el humor del sujeto al que retratas. Yo confío mucho en la composición, en establecer un marco. Venía Rod Stewart, por ejemplo, y me decía ‘¿Qué quieres que haga?’. Era aburrido ponerlo contra la pared y pensaba que tenía que hacer algo distinto”. Así surgieron retratos tan famosos como el de Leonardo DiCaprio con el cisne o Whoopi Goldberg en la bañera con leche.


Muñoz Molina: “Nuestra educación es desastrosa”
El premio Príncipe de Asturias de las Letras reivindica en Oviedo la cultura como motor contra la crisis.


Puso expresión soñadora en su semblante serio de profesor y esbozó una sonrisa. Ante él, deslumbrado aún por los flashes de los fotógrafos y los fastos y protocolos miles que enmarcan esta semana las jornadas de los galardonados con los premios Príncipe de Asturias no se levantaba un muro de corbatas y celebraciones, sidra y gaitas, sino una mujer anhelante en una ciudad adusta (y Vetusta) y un largo río que serpenteaba peligrosamente hacia los límites de la cordura en el Congo. Le acababan de preguntar a Antonio Muñoz Molina, flamante premio Príncipe de Asturias de las Letras, qué libros le hubiera gustado escribir. “Muchísimos”, suspiró. “Una novela sobre una ciudad como La Regenta, y no lo digo porque estemos aquí. O El corazón de las tinieblas. No hubiera tenido ningún problema en escribirlos, si hubiera podido”.
En su primer acto hace unas pocas horas en el extenso programa de los premios, que incluye desde proyecciones de cine a demostraciones de perros guía de la ONCE, pasando por clases magistrales de golf y charlas sobre el bosón de Higgs –¡con ingesta de cerveza incluida! (eso no hay que perdérselo)-, Muñoz Molina ha hablado de lo divino (la literatura) y lo humano (la crisis). A la pregunta de si estamos en la senda de la regeneración de los valores, ha contestado: “Hay mucha gente que ha mantenido esos valores todo este tiempo, los de la legalidad, el trabajo y las responsabilidad democrática. Ahora hay gente que es más consciente de la importancia de esos valores, pero no hay que olvidar a esos muchos que no los han perdido nunca, que se han dedicado siempre a enseñar, a cuidar a otros, a investigar”. Ha dicho el novelista que tiene la esperanza de que nuestra sociedad corrija sus “viejos vicios”.
Ha deplorado el premiado la situación del español, convertido casi “en una variante del inglés” por mor de la “catástrofe del doblaje”. Y ha reflexionado que las letras sufren con la situación actual a causa de “la suma de varios infortunios: la crisis económica general, el muy complicado tránsito del mundo analógico al digital, la piratería, y el desinterés de los poderes públicos, que en lugar de apoyar se dedican a socavar la cultura con todo su empeño”. Muñoz Molina ha considerado que el problema no es solo en España sino en todo el mundo hispánico y ha puesto a Francia como ejemplo de manera de cuidar la cultura, no por razones altruistas sino por el beneficio para el país. “En España, con un modelo económico fracasado que es el de la especulación inmobiliaria, la cultura ofrece un sector competitivo pero los poderes públicos se niegan a verlo con extraordinaria obcecación. Se ayuda la industria del automóvil pero no a la del libro”.
El escritor ha señalado los 1.200.000 puestos de trabajo que ha creado la cultura en Francia, y los 8.500.000 en toda la UE, y ha recordado “el impacto económico del Museo del Prado, la catedral de Oviedo o el que podría tener un cine fuerte y próspero”. Del inveterado déficit lector de los españoles ha subrayado que una buena educación literaria no tiene que ver solo con la literatura. “La literatura es uno de tantos modos del ser humano de explicar el mundo”, ha dicho, y ha apuntado que hace falta a la vez una buena educación científica, estética y cívica. Para el novelista, “de acuerdo con cualquier criterio que usemos, nuestra educación es desastrosa” y “no podemos tener un modelo productivo distinto si no tenemos un modelo educativo sólido”. Ha criticado los planes para resolver eso como “una comedia vista una y otra vez” y cuyo primer acto es la publicación de datos malos, el segundo el rasgarse las vestiduras, el tercero las preguntas a los políticos y no a los profesores que sufren las consecuencias de todo. “A continuación, los políticos de izquierda culpan al franquismo, y los de derechas a los socialistas. Y seguidamente se hace una ley atolondrada que durará muy poco”. La solución ha dicho, “es preguntar a los que están en la obra, a los docentes, y fijarse en los países en los que la educación funciona mejor; ser pragmáticos y dejarse de ideologías”.
Muñoz Molina se ha visto en un brete al preguntarle una periodista sobre la concentración de protesta prevista a las puertas del teatro Campoamor en la ceremonia de entrega de los premios el viernes y su opinión sobre los patronos financieros de los galardones. El novelista ha dicho que necesitaba más información antes de contestar a una cuestión “muy delicada”.
Mucho más cómodo ha estado al responder preguntas sobre el futuro de la novela, a las que, ha bromeado, “puedo pasar contestando toda la vida”. Para él, la novela “es un género completamente mestizo y mezclado, empezó siendo aquello que no eran los otros, ni épica, ni poesía, ni teatro. Baroja la describió como un saco en el que cabe todo. Creo que seguirá cambiando. De vez en cuando se nos da un pronóstico de gravedad variable de la novela, incluso se dice que ya está muerta. Pero la gente sigue escribiendo y leyendo novelas. Cuando el Nouveau Roman dictaminaba que la novela ya había acabado, los escritores latinoamericanos, que no se habían enterado escribían novelas prodigiosas”.
¿Y adónde va la novela?, se le ha preguntado. “Yo no sé ni adónde va la mía”, ha dicho antes de lanzarse a un hermoso y entregado elogio del género, un género “generoso, que lo abarca todo y acaba significando el impulso humano de dar cuenta del mundo real de manera maravillosamente impura”. Ha pronosticado que nos esperan grandes sorpresas en la novela y que, como ha sucedido tantas veces, novelas consideradas en su momento menores pasarán a ser vistas como mayores”.

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