Traje revistas anoche a la cama, no tenía sueño alguno y mi cabeza me daba vueltas. Después de una cena frugal, agradable, en buena compañía, hasta más o menos las doce y media de la noche, volví a casa. El trayecto desde Santa Cruz, en moto, a través de una autopista medio vacía y con el aire fresco en la cara, se me hizo algo largo pero sin mayores complicaciones; la moto va sola a casa. Llegué, recibimiento canino, un rato en el jardín, lavado de dientes, las perras dentro de nuevo, revistas y a la cama. Desconecto el eMule (sí, lo sé, soy un antiguo) para leer y mandar un mail en el iPad y termino apagando la luz a la media hora.
Nada.
No llega el sueño.
Escucho las respiraciones de mis perras, ruidos de madera que cruje, metal que se contrae, otros extraños sonidos que no reconozco ¿tendré ratones?
Tiro la toalla.
Bajo a la cocina en busca de una pastilla que me induzca al sueño, una que me recetaron hace un par de años cuando, por una serie de desagradables circunstancias, mi vida dio un giro profesional y el acoso laboral, el dichoso mobbing, llamó a mi puerta. La encuentro -no está caducada-, me la tomo con un poco de agua. Apago y vuelta a la cama. Mis perras me esperan al final de la escalera, extrañadas pero moviendo igualmente sendos rabos. Me meto en la cama y leo el último y aburrido catálogo de IKEA que me han dado esa misma mañana, intentando ponerle interés en descubrir muebles que no me suenen a los de siempre; ¿quizá alguna lámpara interesante?
Bostezo.
Apago la luz.
¿Me duermo? supongo que sí. A las 8 siento la patita de Augusta recordándome que quiere salir a hacer pis.
Me levanto y aún me duele la cabeza. La vida es complicada.
PD. Escucho, mientras escribo esta pequeña crónica de mis cuitas nocturnas, la maravillosa música de Mozart que, al menos, me alimenta el espíritu. "Soave sia il vento" de Cosi fan tutte.
Don't to worry my love.
ResponderEliminarI'll always be by your side.