viernes, 17 de mayo de 2013

LUCES Y SOMBRA

No cabe duda que esta maldita crisis, de alguna manera, nos afecta a todos en nuestro estado de ánimo, llegando a estos desgraciados casos en los que las personas, desesperadas, se arrojan desde la ventana de su casa o se prenden fuego frente a la sucursal de un banco. Difícil encontrar una salida a los problemas, pues a veces no encontramos solución alguna... Pero aún así debemos agarrarnos a un clavo ardiendo, aunque sea muy pequeño: una nueva buena noticia que nos devuelva momentáneamente la fe en el futuro, que nos infle nuestro perdido optimismo; un plan sencillo y barato que nos permita compartir un rato con los amigos, cinco minutos de risas, etc.
Hace un par de día leía, nada más levantarme de la cama, que tres países europeos, entre los que se encontraba España, firmarían un pacto para el desarrollo del empleo juvenil. Evidentemente puede parecer más de lo mismo, soy consciente de ello, pero he aquí el clavo ardiendo del que hablaba antes... ¿no preferimos leer noticias como ésta antes que una tras otra negativa sobre lo mal que va y que irá aún todo. Esa mañana estaba yo un poco más feliz, de verdad.
Estos dos años últimos han sido duros y lo son, pero no tenemos otra opción que mirar hacia adelante, tópico pero real. No digo ya hacer planes de futuro, planes que igual no se podrán realizar nunca, no, me refiero a un plan para esta tarde, para mañana, para la semana que viene. Ya llegará fin de mes, los recibos bancarios, el insomnio de los primeros días del mes, pero aún no lo ha hecho, así que ¿por qué adelantar el sufrimiento?
Ni el mobbing en el trabajo, experiencia nueva y sufrida, ni los amigos que no lo son, o que nunca lo fueron, ni siquiera el ver la cara de aquellos que quieren hundirte cada día (malditos celos, maldita ignorancia, maldita mediocridad, malditos sean) para seguir a flote, ni lo que, siendo 2+2=4, se convierte en una ecuación sin solución. La posibilidad de que nos trastorne o nos afecte un pequeño hecho durante el día es grande, y más ahora que lo que nos rodea está pintado de negro, pero debemos encontrar algo para una rápida contraofensiva. Hace unos días escribía a un amigo interesándome por cómo estaba, su trabajo, su vida; la respuesta fue tan surrealista que aún no me he recuperado, palabrita: una arenga sobre mi vida, lo que debía hacer, lo que no, de manera muy desagradable. ¿Qué nos empuja a "mostrarles la luz", la nuestra, a los demás? "deberías tal cosa, deberías tal otra" (¡qué terrible tiempo verbal). ¿Te molesta mi vida? ¿te afecta? Lo siento amigo, es la vida que tengo y ya me cuesta intentar cada mañana poner los pies en el frío suelo de mi habitación y levantarme. Cuesta seguir, algunos días muchísimo.
Busca tu clavo y agárrate, a mi me funciona, porque aún nos queda, si no París, algo, estoy convencido de ello. Créelo. Ya ves, y eso que hoy ni siquiera he leído el periódico en busca de la noticia feliz.
Te propongo un plan sencillo: un paseo por esa calle peatonal donde vives, saludar a la persona con la que te cruces en el aparcamiento (la sonrisa es un bálsamo), comprar un hueso grande y ver cómo tu perro desconecta con el mundo hasta desintegrarlo, colocar un comedero para pájaros con alpiste fuera de tu casa, ver un capítulo de tu serie favorita, borrar del televisor los canales donde nos enseñen las miserias de otros (ya sabes a cuáles me refiero), decirle a tus abuelos que te cuenten algo de su juventud, organizar un viaje imaginario disfrutando con el Google Earth, organizar una partida de Scrabble o de Trivial con tus colegas (los verdaderos, los buenos, lo que te alimentan el alma, los no resentidos, los transparentes, los sinceros), escuchar un aria de ópera o a Donna Summer (¿no te te acuerdas ya de aquellas noches en la discoteca?), leer "Mi familia y otros animales" de G. Durrel -pocas veces me he reído tanto como cuando disfruté este libro- (yo te lo presto si no lo tienes)... ¿Qué me dices?

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