jueves, 1 de noviembre de 2012

DOÑA PERFECTA

Un joven indignado llamado Galdós
El dramaturgo Ernesto Caballero rescata la versión sin censura de ‘Doña Perfecta’.
Rosana Torres Madrid 1 NOV 2012 - 00:32 CET
 
“Doña Perfecta está escrita por un joven novelista exasperado ante el fracaso del proyecto liberal que pretendía modernizar la España de su época y anticipa el anhelo de regeneración de nuestra vida política y social característico de toda la literatura noventayochista”. Así expresa el dramaturgo Ernesto Caballero la esencia de lo que le pasaba a Benito Pérez Galdós, “un joven indignado” cuando escribió su novela en 1876, que posteriormente reconvirtió en una obra de teatro en 1896, pero autocensurada, sujeta a las convenciones del teatro de la época y en la que eliminó pasajes fundamentales. De ahí que el montaje que se estrena mañana (y permanecerá hasta el 30 de diciembre) en el Teatro María Guerrero esté basado en la versión que Caballero ha hecho partiendo del texto narrativo. “La novela es más libre, es más elocuente, más expresiva, está más despojada de la hojarasca retórica del XIX, y además también tiene un componente ético que hoy en día el teatro lo puede plasmar, cosa que en la época de Galdós era imposible, el caso es que hizo casi un drama de mesa camilla donde los parlamentos más mollares, que caracterizan a los personajes, desaparecieron, mientras que leyendo la novela piden a gritos salir a escena”.
Este es la primera puesta en escena que Caballero hace siendo director del Centro Dramático Nacional y para ella ha elegido a Galdós, porque quiere llevar a este organismo a los que se considera patriarcas del teatro español contemporáneo, entre los que encontramos a un Galdós, aún por redescubrir como dramaturgo. Su intención es llevar al CDN un repertorio de dramaturgia española contemporánea que parte de Galdós y termina en los jóvenes, jovencísimos nuevos autores. De ahí que luego estarán los valle, los lorca, la generación del 27, los mihura, los jardieles y los que tengan que venir. “Se trata de un patrimonio cultural que hay que cuidar porque nos enriquece como individuos y nos permite reconocernos como sociedad”.


Durante su etapa quiere que haya un discurso que esté en coherencia con su proyecto y Galdós es una voz fundamental. Considera al autor canario un novelista dramaturgo: “Sus novelas son dialogadas, he descubierto un gran dialogador al margen de sus obras de teatro, porque hay un autor encriptado en la novela, incluso en los Episodios Nacionales, con una gran potencialidad teatral, como en Doña Perfecta, donde vemos como se transforman los personajes y como avanzan a partir del dialogo; esto de toda la vida se ha llamado teatro, en La Celestina, en Galdós y en Valle-Inclán y ha sido una gratísima sorpresa”, dice entusiasmado este hombre que llegó al CDN después de desfilar desde el teatro más marginal hasta los grandes escenarios, tanto con sus propias obras como en sus muchas puestas en escena.
Doña Perfecta se convirtió en película en dos ocasiones, pero quien estaba previsto que la llevara a la gran pantalla por primera vez era Luis Buñuel, uno de los más fervientes admiradores de Galdós, al que recurrió en Nazarín, Viridiana y Tristana. Pero el productor mexicano le hizo una larga cambiada y finalmente la rodó Alejandro Galindo. “Me he acordado mucho de Buñuel montando la obra y le he tenido muy en cuenta, Buñuel trasladaba a Galdós a los años cuarenta, que es el siglo XIX del siglo XX, pero no sé cómo hubiera sido su Doña Perfecta, aunque hubiera potenciado aspectos que eran los propios de su poética; mi Doña Perfecta parte, por lo menos escénicamente, del aquí y ahora, pero en un abrir y cerrar de ojos estás en el XIX, algo que es muy deliberado porque en muchos aspectos de nuestra vida social contemporánea el retorno al XIX está claro, y te pilla lo decimonónico en lo que menos te esperas”, dice Caballero quien sostiene que los españoles no nos hemos desprendido del fracaso del liberalismo que fue el siglo XIX: “Creo que lo arrastramos desde entonces, de hecho es algo que ha contaminado todo el siglo XX y parte del XXI”.
Este eterno joven dramaturgo, de mirada infantil, considera que es un poco triste al tiempo que irrisorio que150 años después de esta obra aun se debata en nuestra sociedad la no intromisión de la iglesia en la vida política. “Galdós denuncia el clientelismo político y la exacerbación de la reivindicación localista, los de Orbajosa piensan que todos los males vienen de Madrid, incluso hay un grito de ‘¡Viva Orbajosa, muera Madrid!’. Curiosamente esa Orbajosa esta ensimismada, se mira el ombligo, se ve a sí misma como una sociedad victimista, donde cualquier sonido de progreso es percibido como una agresión, donde se recela del que viene de fuera”, apunta al hablar de una ciudad que es el Macondo galdosiano. Se le pregunta a Caballero si le suena a algo esto que dice y sólo susurra: “Cae por su peso: la incapacidad de ponerse en lugar del otro al convertir la crítica en invectiva, la discrepancia ideológica reducida a una confrontación de bandos irreconciliables, la dificultad para emprender un proyecto de país integrador y cohesionado; es lo que hace que esta obra sea de tan rabiosa actualidad”.
Lo que está claro es que Caballero ha tratado en todo momento de potenciar y situarse en la mirada de Galdós: “Es una obra escrita con rabia, un texto de denuncia de un joven indignado, sin embargo tiene una mirada muy indulgente, algo muy cervantino, incluso con los personajes que más fustiga, habla de cómo hemos fracasado por la incapacidad de dialogar”. Desde que Caballero se sumergió en Doña Perfecta ha estado preguntándose de dónde viene la incapacidad de los españoles para el diálogo, cuáles son las fuentes de nuestra permanente confrontación: “Él lo plasma de manera sobrecogedora en alguien de hace 150 años. Galdós hace un drama, una tragedia de familias, no es casual que los personajes que chocan sean familia, algo muy nuestro, y traza un relato, partiendo del simbolismo de pretensión realista, que en muchos momentos es tragicómico y prefigura los esperpentos”. Mientras habla de la obra transmite pasión por este autor que tiene claro que está por descubrir. “Como Ibsen tiene algo de finisecular, ambos beben de muchas corrientes, del simbolismo, del posrromaticismo, las últimas obras son surrealistas y enlazan directamente con el mundo de Buñuel”. En esta ha contado en el reparto con un grupo de buenos actores, algunos excepcionales, como Lola Casamayor, Alberto Jiménez, Israel Elejalde, José Luis Alcobendas, Diana Bernedo, Karina Garantivá, Miranda Gas, Jorge Machín, Toni Márquez, Paco Ochoa, Belén Ponce de León y Vanessa Vega y un equipo encabezado por el escenógrafo José Luis Raymond.
Coincidiendo con las representaciones de Doña Perfecta la sala Margarita Xirgu del Teatro María Guerrero acogerá la exposición Galdós y la realidad, comisariada por Andrés Peláez, director del Museo Nacional del Teatro.

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