lunes, 29 de octubre de 2012

JUSTICIA

Un juez exonera a una víctima de acoso laboral de ir al trabajo
“Lo importante era no volver a verle la cara a este señor”, afirma la demandante. La empresa deberá además pagarle.
Jesús García Barcelona 24 OCT 2012 - 00:00 CET
 
A Carlota le entraba el pánico cuando pensaba que debía reincorporarse al trabajo de inmediato. Pese a su estado ansioso-depresivo, los médicos acababan de darle el alta y ella debía volver a ocupar su puesto como limpiadora en un hotel de Barcelona. Su encargado le había hecho la vida imposible en los últimos meses. “Me gritaba, me decía que todo lo hacía mal. A veces, simplemente, me ignoraba cuando le hacía una pregunta”, cuenta Carlota entre suspiros, con las manos pegadas a las piernas y la mirada baja.
Pero sobrevino un pequeño milagro en forma de auto judicial. El pasado 10 de octubre, un juez de lo social de Barcelona liberó a la mujer de la pesadilla de tener que volver al trabajo. Y obligó a la empresa —del sector de la limpieza— a seguir pagándole el sueldo y las cuotas a la Seguridad Social. La mujer había presentado una demanda por acoso laboral contra la empresa que aún está pendiente de juicio. Mientras tanto, sus abogados, del bufete Legalcity, habían solicitado que se acordasen esas dos medidas cautelares, previstas en la ley reguladora de la jurisdicción social, aprobada hace un año. En los presuntos casos de acoso, señala la ley, puede acordarse la “suspensión o exoneración de prestar servicios” por parte del trabajador.
En su auto, el juez valora el “posible perjuicio” a la mujer si vuelve al trabajo, que contrasta con la “escasa perturbación” que la medida causa en la empresa. En el momento en el que interpuso la demanda, la mujer estaba en situación de incapacidad temporal por un “trastorno adaptativo ansioso”. Ahora, con el alta, la empresa deberá abonarle el sueldo íntegro hasta que se dicte sentencia. El juicio se celebrará el próximo diciembre y la mujer reclama a la empresa 15.000 euros de indemnización por daños morales.
“Él siempre estaba alterado, es un hombre muy agresivo. A mí y al resto de compañeras nos gritaba y nos amenazaba”, explica Carlota, una mujer de mediana edad y origen sudamericano que trabajaba en la empresa desde hacía dos años. El pasado mayo, una compañera de la presunta víctima se quedó sin taquilla. El responsable le permitió guardar sus cosas en la de Carlota. “Hasta que un día, sin venir a cuento, le dijo a gritos que lo sacara todo en cinco minutos y se fuera. Yo me enfrenté a él por ese mal trato, y desde entonces me hizo la vida imposible”, relata.
El presunto acosador le obligaba a limpiar la misma habitación “dos o tres veces” con el argumento de que no hacía bien su trabajo. También le cambiaba los turnos en el hotel sin criterio aparente o la forzaba a permanecer en su puesto cuando ya había concluido su jornada. E incluso llegó a aislarla del resto de sus compañeras. “Me gritaba o pasaba de mí. Las demás, por miedo, me dejaron de hablar”, recuerda.
Carlota se cansó de la situación y, estresada y luego deprimida, decidió interponer una demanda para extinguir su contrato con indemnización por acoso. De momento se muestra satisfecha por haber ganado el primer round. “Lo importante para mí era no tener que volver a verle la cara a este señor”.

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