jueves, 16 de febrero de 2012

PAPÚA NUEVA GUINEA

Los tiburones ballena de la bahía de Cenderawasih (Papúa)
Por: Paco Nadal

Por fin he llegado al lugar tan especial que venía buscando en este viaje a Papúa, en la isla de Nueva Guinea. Buscaba el extremo sur de la bahía de Cenderawasih, donde se produce uno de los mayores espectáculos del mundo submarino: la gran concentración de tiburones ballena que acuden a comer de las redes de los pescadores.
El tiburón ballena es el pez más grande de la tierra. Pertenece al superorden de los tiburones, pero tiene dimensiones de cetáceo. Puede llegar a alcanzar hasta 18 metros de largo. Por fortuna no tiene dientes (¡sería el Tiranosaurus Rex de los mares!): se alimenta de plancton.
Por eso es el gran viajero pelágico, un vagabundo del profundo azul que pasa la vida deambulando por los mares, abriendo su enorme boca para tragar toneladas de agua y filtrar el plancton que ésta arrastra.
En todos los mares del mundo... menos en este punto concreto de Papúa.
Los pescadores papuanos de la bahía de Cenderawasih practican un original sistema de pesca desde plataformas de madera flotantes llamadas bagangs, parecidas a las bateas gallegas de mejillones, que anclan al fondo de la bahía. Por la noche enciende potentes focos para atraer a las anchoas, que capturan con redes.
omo los pescadores pasan aquí temporadas largas y no tienen sistemas de refrigeración ni posibilidad de enviar las capturas a tierra hasta que cada tres o cuatro días llega una lento prahu indonesio de madera desde Nabire (5 horas de navegación) con cajones con hielo, dejan las redes sumergidas con las anchoas vivas en durante ese tiempo.
Sin que nadie sepa el por qué ni cuando empezó el fenómeno, los tiburones ballena que frecuentaban esta bahía de Papúa se acostumbraron a subir a superficie para chupar las redes de los bagangs y succionar el jugo del pescado e incluso comerse las anchoas que los pescadores usan de cebo para sacar con sedal otros peces más grandes.
e modo inexplicable, un animal marino migratorio se convirtió en residente, al menos de forma temporal, y ya no viaja para comer plancton, sino que merodea por aquí y sube todos los días hasta las bagangs para darse un atracón a anchoas.
Hemos podido bucear con ellos varios días para rodar un documental y el espectáculo ha sido sobrecogedor en cada inmersión. Una mañana, por ejemplo, tuvimos a cinco enormes tiburones ballena dóciles como perrillos durante horas y horas, turnándose de manera ordenada para obtener su ración de comida. Subían, se ponían en vertical y sacaban su enorme cabeza para tragar. Quienes practican el submarinismo saben que ver un solo tiburón ballena de refilón es una gran suerte. Tener cinco a la vez y durante horas.... es tan inusual como que te toque el Gordo de la lotería.
Era como presenciar una coreografía acuática en primera fila del patio de butacas. Gigantes del mar que se mueven de forma grácil y majestuosa. Monstruos poderosos pero inofensivos que jugueteban con nosotros, se nos acercaban para observarnos con curiosidad con sus pequeños ojillos y pasaban todo el día merodeando bajo el bagang, ya no sabemos si en busca de comida o de entretenimiento.
Una de la experiencias más emocionantes de mi vida.
Se sabe muy poco del tiburón ballena en general, ya que pasa la mayor parte de su vida a profundidades inalcanzables para el ser humano. Y se sabe menos aún del comportamiento de estos ballena de Cenderawasih.
Durante estos días hemos aprendido algunas cosas. La primera: su comportamiento está influido por la luna. Los días de luna llena y los dos o tres siguientes, desaparecen. Lo habíamos leído en algún informe y los propios pescadores de las bagangs nos los confirmaron: con luna llena, “no tiburones”. Pero además pudimos comprobarlo en carne propia porque llegamos a la zona donde es más habitual observarlos, frente a las costas del distrito de Yaur, un día después de la luna llena de febrero.
Esa jornada solo vimos dos ejemplares, uno de ellos juvenil. Y al día siguiente, ni uno, y eso que recorrimos varias bagangs en su búsqueda. Así que decidimos irnos a explorar otras zonas de la bahía y volver tres días después.
Y en efecto, pasado el influjo de la luna llena, los tiburones ballena estaban de nuevo en su rutina diaria. Deben de tener algo de licántropos.
Los pescadores me dijeron muchas más cosas. Mañana las cuento.. y colgaré además un video buceando con los tiburones ballena.

P.D: he estado todos estos días sin conexión a Internet. Pasaba las crónicas por teléfono satélite a la redacción de El Viajero, donde tuvieron la gentileza de componer los post con fotos de archivo que les había dejado. Hoy he vuelto a zona "civilizada", con conexión. Por eso por fin puedo volver a colgar mis propias fotos. Iré colgando más. Gracias a los que habéis seguido hasta ahora este viaje.

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