viernes, 11 de noviembre de 2011

NUEVO LIBRO SOBRE HEMINGWAY

 LUMEN. 10-11-2011
Escribiendo en el campamento durante uno de sus viajes a África. La serie, de las realizadas por Earl Theisen para "Look", fijaron la imagen del escritor.
LUMEN. 10-11-2011
Ava Gardner y Hemingway muy sonrientes en una tienta en el cortijo de Luis Miguel Dominguín, 1954.
LUMEN. 10-11-2011
Hemingway con sus hijos Patrick y Gregory juegan con los gatos de Finca Vigia, en 1940.
Abre la tanda, Mariel, su nieta que no llegó a conocer a su abuelo que se suicidó tres meses antes de su nacimiento, explicando que su ilustre antepasado buscaba lo mejor de lo mejor: "Bien fuese la mejor mosca para la pesca del río, el mejor burdeos o la mujer más hermosa de la habitación, mi abuelo sabía disntinguir lo excepcional. Quería experimentarlo, probarlo, sentirlo, afrontar cualquier cosa aunque para ello tuviese que sobrepasar sus propios límites. Creía que el contacto con el poder del talento y el peligro era lo que hacía grande a un hombre". El profesor Vejdovsky, miembro de la Hemingway Society, ha seleccionado cuidados momentos de su vida, dando prioridad a sus lugares (París, España, África o Cuba), para acompañar al enorme despliegue gráfico, sin descuidar su infancia y la delicada relación con su madre, "esa arpía", según sus palabras, que se empeñó en considerlo mellizo de su hermana mayor y que lo vistió con lacitos y volantes durante sus primeros tres años de vida. Muy reveladora la imagen del niño que fue Hemingway tratando de explicarle a su progenitora lo preocupado que estaba por si Papa Noel lo confundía con una niña. Él, que trepaba a los vagones de mercancías al igual que los vagabundos y que luego presumía de ser todo un machote, se inció muy pronto con la lectura y empezó a trabajar muy joven como redactor en el Kansas City Star, donde ensayó ese estiló que le caracterizó y llevó la marca de sus comienzos: frase corta, contundente, precisa; supresión de adjetivos. Ahí mismo, empezó a desconfiar de las grandes palabras.
Sólo de entre las fotografía, algunas firmadas por Robert Capa o John Bryson, se puede seguir su agitada vida. Junto el personaje que trato de ser brillan sus momentos de gloria y su soledad. Las imágenes se complementan con documentos personales como el manuscrito de París era una fiesta, corregido de su puño y letra, en la parte en que describe a Scott Fizgerald: "Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que no se entendía a sí mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba maquillado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar". Pues eso, un personaje de fin de siglo.

Del blog PAPELES PERDIDOS

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