martes, 28 de junio de 2011

EL CAFÉ DE LAS OCHO Y CUARTO

Trabajar cada mañana supone armarse de ánimo y de moral, aunque claro está muchos pensarán que supone un privilegio en los tiempos que corren. Hay trabajos y trabajos; los hay donde uno puede desarrollarse como persona, los hay donde a uno lo arrollan; los hay donde uno llega feliz, los hay donde uno se volvió infeliz ya ni se acuerda cuándo; los hay donde uno ve el final del camino, los hay donde sólo se ve el principio del túnel... Ahora, el café de las ocho y cuarto es una bendición: seis o siete minutos de relax mañanero, de compartir un momento con los compañeros, de comprobar ánimos, ojeras y caras.
Otro día más de estos tiempos oscuros para tachar en el calendario.  
Joaquín Sabina. *¿Quién me ha robado el mes de abril?

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