Los grandes cocineros confesaban ayer en el EPS sus placeres culpables, esas pequeñas guarrerías que les gusta comer aunque les dé un poco de vergüenza. Andoni Aduriz hablaba de su pasión por los donuts industriales, Berasategui reconocía hacerse rollitos de jamón york con mayonesa, Dani García se declaraba adicto al Hippo Kinder y Paco Guzmán defendía las pizzas "cuanto peores y más cutres".
Aprovecho la ocasión para decir que, a pesar de las apariencias, yo tampoco soy un ser perfecto, y a veces me entrego a porquerías de la más diversa índole. Por si a alguien le interesara, éstos son mis vicios ocultos.
El Bony, este pastelito Bimbo me vuelve loco desde pequeño. No puedo resistirme al exterior de chocolate, el bizcochito y la mermelada de fresa, y a ese prodigioso equilibrio de sabores sintéticos que alcanzan. También me mata el Tigretón. De Pantera Rosa no he sido mucho, a pesar de que me encanta ese color fucsia tan natural.
Las patatas fritas sabor a vinagre. Me puede lo ácido, y por ello tiendo a consumir compulsivamente esta clase de snack. Creo que son las únicas patatas con sabor que me gustan. En este capítulo también tuve una época de adicción a los conos 3-D de Matutano, pero tras un tratamiento de rehabilitación conseguí dejarlos.
Los pinchos de 'chaka' con mayonesa. De los palitos de falso cangrejo con colorante me gusta todo, hasta ese nombre con el que les llama la gente y que me recuerda a la cantante Chaka Khan. Picaditos, mezclados con mayonesorra y puestos en plan pincho son para mí como la miel para un moscardón.
Los filipinos. Los alcohólicos no deben tener bebida en casa. Yo no debo tener filipinos. Siempre me han fascinado, sobre todo los de chocolate negro, y soy capaz de engullirlos sin ningún tipo de medida.
Los donettes. Me flipa ese sabor que tienen que no se parece a ningún alimento de la naturaleza. Me conecta con una infancia de chucherías ultratóxicas sin ningún tipo de regulación, y consigue que los coma con inmenso gozo a sabiendas del daño que me estoy haciendo a mí mismo.
La McRoyal. Para mí, el placer culpable por excelencia. Estoy en contra de todo lo que representa, detesto los locales donde lo venden, me hace sentirme mal después de haberlo tomado... pero una vez al año, especialmente de resaca, me produce espasmos de satisfacción devorar esta hamburguesa de McDonald's.
Bueno, pues ya está. Ya he confesado. Ahora os toca a vosotros. ¿Cuáles son vuestras guarrerías favoritas? ¿Por qué? ¿Cuándo las tomáis? ¿Os sentís culpables, pero culpables de verdad? ¡Hablad en los comentarios o callad para siempre!
http://blogs.elpais.com/el-comidista/2011/05/placeres-culpables.html
Aprovecho la ocasión para decir que, a pesar de las apariencias, yo tampoco soy un ser perfecto, y a veces me entrego a porquerías de la más diversa índole. Por si a alguien le interesara, éstos son mis vicios ocultos.
El Bony, este pastelito Bimbo me vuelve loco desde pequeño. No puedo resistirme al exterior de chocolate, el bizcochito y la mermelada de fresa, y a ese prodigioso equilibrio de sabores sintéticos que alcanzan. También me mata el Tigretón. De Pantera Rosa no he sido mucho, a pesar de que me encanta ese color fucsia tan natural.
Las patatas fritas sabor a vinagre. Me puede lo ácido, y por ello tiendo a consumir compulsivamente esta clase de snack. Creo que son las únicas patatas con sabor que me gustan. En este capítulo también tuve una época de adicción a los conos 3-D de Matutano, pero tras un tratamiento de rehabilitación conseguí dejarlos.
Los pinchos de 'chaka' con mayonesa. De los palitos de falso cangrejo con colorante me gusta todo, hasta ese nombre con el que les llama la gente y que me recuerda a la cantante Chaka Khan. Picaditos, mezclados con mayonesorra y puestos en plan pincho son para mí como la miel para un moscardón.
Los filipinos. Los alcohólicos no deben tener bebida en casa. Yo no debo tener filipinos. Siempre me han fascinado, sobre todo los de chocolate negro, y soy capaz de engullirlos sin ningún tipo de medida.
Los donettes. Me flipa ese sabor que tienen que no se parece a ningún alimento de la naturaleza. Me conecta con una infancia de chucherías ultratóxicas sin ningún tipo de regulación, y consigue que los coma con inmenso gozo a sabiendas del daño que me estoy haciendo a mí mismo.
La McRoyal. Para mí, el placer culpable por excelencia. Estoy en contra de todo lo que representa, detesto los locales donde lo venden, me hace sentirme mal después de haberlo tomado... pero una vez al año, especialmente de resaca, me produce espasmos de satisfacción devorar esta hamburguesa de McDonald's.
Bueno, pues ya está. Ya he confesado. Ahora os toca a vosotros. ¿Cuáles son vuestras guarrerías favoritas? ¿Por qué? ¿Cuándo las tomáis? ¿Os sentís culpables, pero culpables de verdad? ¡Hablad en los comentarios o callad para siempre!
http://blogs.elpais.com/el-comidista/2011/05/placeres-culpables.html
Los donuts, mojaditos en café con leche, ¡qué buenísimos!, pero tan malos para el colesterol
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