...Por último, porque la intensa presencia del hombre, de 2.400.000 personas, entre residentes y turistas diarios y la peculiaridad de un poblamiento disperso en las áreas interiores y altamente concentrado en las capitales insulares y otras zonas del litoral, es la característica más determinante de este territorio, desde la perspectiva del cambio que hay que acometer.
Islas Canarias, Superficie=7.447km²; 2.118.519 habitantes; 284,48 hab/km². Nueva Zelanda, Superficie=268.021km²; 4.315.800 habitantes; 14 hab/km².
...concentrado y disperso sistema urbano, que hace ineficientes los sistemas de transporte de energía, agua, bienes o personas y obliga al 93 % de los ciudadanos a utilizar su propio coche para acceder al trabajo y los servicios o que motiva que El Hierro, una de nuestras islas ecológicas, ostente el record del Estado en número de vehículos por habitante, con 77 por cada 100 personas.
...Y así, se sigue ocupando territorio y de forma dispersa, aumenta el abandono de la ciudad consolidada, la colonización del suelo rústico y la ineficiencia del sistema territorial: según los datos de la empresa oficial de cartografía, Grafcan, en los 15 años transcurridos entre la publicación del informe de Naciones Unidas sobre Nuestro Futuro Común y la celebración de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible Río +10, en Johannesburgo, es decir, entre 1987 y 2002, en Fuerteventura casi se triplicó el suelo ocupado por la edificación, la urbanización y las infraestructuras. Fíjense: desde principios de 1400 hasta 1987, se fueron construyendo casas, caminos y, más tarde, carreteras y urbanizaciones. Y a continuación, en solo 15 años, en la cuadragésima parte del tiempo de historia transcurrido hasta entonces, se artificializó 2 veces más suelo que en los 600 años anteriores.
...El proceso se ha incrementado en los últimos tiempos, con la excusa de la crisis económica y la evidente obligación de combatir el desempleo. Sirve de pretexto para reforzar la supuesta e impuesta necesidad de infraestructuras multimillonarias, que no afectan al empleo ni tienen asegurada su financiación ni, menos aún, su mantenimiento: nuevas autopistas trazadas sobre terrenos de alto valor agrario o natural; nuevos puertos que entierran ecosistemas esenciales para la vida marina; nuevos trenes que cuentan con alternativas más económicas, eficientes y mejor adaptadas a nuestro sistema urbano; nuevas pistas de aeropuertos que, huérfanos de una adecuada gestión, ven cómo, semana tras semana, se suceden los días de agobio con los vacíos de actividad. El paradigma puede encontrarse en la tercera pista del aeropuerto de Gran Canaria, cuya más que dudosa necesidad obliga a desviar una autopista de 6 carriles y a desplazar a 5.000 personas hacia lo que es, todavía hoy, un hermoso lomo poblado de tabaibas. Todo vale contra el territorio. Vale la aprobación de leyes a la medida para implantar colegios privados en suelo rústico, campos de golf en espacios protegidos, asentamientos residenciales donde sea menester y, sobre todo, parques tecnológicos y polígonos industriales en cualquier lugar, menos en los 8 millones y medio de m2 de suelo industrial que, según el inventario realizado por la empresa pública Gesplan a finales de 2007, se encuentran perfectamente ordenados y vacantes en el archipiélago. Pero hacer leyes por encargo o incumplir las que están en vigor no es suficiente, también la crisis se aprovecha de un poder público cada vez más pusilánime para reclamar un retroceso aún mayor en las políticas públicas de protección ambiental y territorial. Conocedores y, en buena medida, generadores de la debilidad del contrario, grupos económicos han intensificado la ofensiva neoliberal en las últimas semanas, ante la proximidad de las elecciones. El armónico coro ha aumentado el ritmo y el volumen de su canto, alternando los tenores, de voz más directa y clara, a veces hasta estridente, con los barítonos, con su registro más oscuro, pausado y profundo, pero entonando todos la misma exacta partitura: facilitar aún más el consumo de nuestro recurso natural esencial, el territorio.
...Debemos de ser conscientes de que somos la última defensa posible de quienes no pueden defenderse por sí mismos: las generaciones futuras, únicas legítimas propietarias de ese patrimonio, que nosotros deberíamos haber incrementado para ellas, en lugar de estar cavilando cómo evitar que se nos esfume entre los dedos. Ha sido un proceso lento pero inexorable de desmovilización el que nos ha llevado desde los agitados años 70 del pasado siglo hasta esta década, en la que el grupo humano del que formamos parte está en un 75% en desacuerdo con la reforma laboral y en un 90% en desacuerdo con el retraso de la edad de jubilación, según el último sociobarómetro del Consejo Económico y Social de Canarias, pero no se moviliza contra una ni otro, como no lo hace contra una tasa de paro que ya roza el 30% y que casi alcanza el 50% entre los menores de 25 años. Y si no se mueve por el desempleo, que constituye la máxima preocupación de casi el 70% de la población canaria, ¿cómo lo va a hacer por un tema ambiental, que era considerado por los encuestados como el último de los 13 problemas planteados y solo preocupaba al 0’3% de ellos?
este tema me saca de mis casillas. Que pena de islas. Los que aquí vivimos, individuos apelotonados, no creo que podamos calificarnos de sociedad.
ResponderEliminarlo peor de todo es que no me atrevo a salir corriendo de aquí.
¿has pensado seriamente en lo de nueva zelanda?
yo estoy empezando a pensar de forma remota la posibilidad de ir a un lugar como ese.
EStuve hace un año en Nueva Zelanda, 1 mes, recorriendo ambas islas. Te aseguro que a mis 47 tacos he viajado por muchos lugares del mundo y jamás me he encontrado un lugar mejor para vivier, desde todos los puntos de vista. Muy poca gente, muy respetuosos con el medioambiente y felicidad. Pero luego a uno le da miedo dejarlo todo e irse tan lejos; lazos, ya sabes. Pero me iría si pudiera, te lo aseguro.
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