Muere Pinetop Perkins, maestro del boogie-woogie, portento del ritmo
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Todo un siglo de blues y ritmo se resumían en el saltarín y juguetón movimiento de sus dedos sobre las teclas. Del legado del Delta al honky-tonk tejano pasando por el ambiente eléctrico de Chicago se recogían en la gran carrera de Pinetop Perkins, quien era hasta ayer una verdadera leyenda viva del blues. Fallecido a la edad de 97 años en Austin, Texas, este pianista de sonrisa torcida e impecable imagen era lo que se dice auténtico, a diferencia de la gran mayoría que han recibido alguna vez tal calificativo. A pesar de su edad, Perkins todavía se mantenía muy activo, con conciertos programados y grabando aquí y allí. De hecho, se había convertido en la última edición de los Grammy en el músico con más edad en recibir un premio de estas características. Pese a su lento caminar y sus achaques evidentes, bastaba verle sonreír con su mirada pícara tras sus gafas a medio caer para creer que nada presagiaría su final. Maestro del boggie-woogie, Perkins te convencía con su estilo inconfundible de que la vida no había hecho más que comenzar.
Nacido en Belzoni, Mississippi, en 1913, este músico representaba la mitología del blues en su propia existencia. Hijo de padres separados, estudió apenas tres años en la escuela, trabajó en los campos de algodón de niño y se crió en un ambiente extremadamente rural donde el mayor mérito consistía en saber ganarse un cigarrillo cada día mientras se salía adelante. El tabaco y el alcohol, tan presentes en la imaginería del blues, fueron parte de su vida hasta el punto que Perkins reconoció que empezó a fumar a los nueve años y dejó de beber pasados los ochenta. Entre una cosa y otra, aprendió a tocar la guitarra, pero se pasó a las teclas después de que un hombre le hiriese con un cuchillo la mano izquierda durante una actuación en un bar.
Sentado al piano, fue un magnífico músico de acompañamiento durante décadas que trabajó a las órdenes de Sonny Boy Williamson y Earl Hooker, dejando su sello en grabaciones para Chess y Sun Records, dos de las casas más emblemáticas de la música norteamericana. Tomó su nombre del pianista Clarence Smith, también conocido como Pinetop Smith. En su labor de poner colchones sonoros a las canciones o introducir fraseos al piano en piezas del blues, Perkins se pasó media vida, y diez de esos años junto al maestro Muddy Waters, en sus discos de regreso de los setenta. A Perkins se le pudo ver en 1976 el famoso concierto de despedida de The Band, The Last Watlz (El último vals), cuando Waters acompaña a la banda en el escenario. Cuatro años después, hizo un cameo en la legendaria película de Blues Brothers (Granujas a todo ritmo), donde se le podía ver en la calle discutiendo con John Lee Hooker sobre quién había escrito.
Hasta los 75 años fue un músico en la sombra de otros grandes. A esa edad, grabó su primer disco en solitario, After hours (1988). Por su cuenta, el pianista se erigió como un fiel representante del boogie-woogie, un estilo preferentemente instrumental nacido en el sur estadounidense. De ritmo bailable y melodías sencillas y repetitivas, el boogie-woogie de Perkins ofrecía buenas vibraciones al oyente mientras planeaba por las raíces de la música afroamericana. Menos intenso que el blues tradicional, más pensado para el baile de salón, este género tenía en este veterano pianista a su mejor embajador. Este redactor tuvo la oportunidad de verlo en directo en el año 2007 en el B. B. King Blues Bar de Manhattan. Apoyado en su bastón y vestido con su traje amarillo y su sombrero blanco, Perkins se arrimó al piano con mimo. Una vez posó sus dedos en las teclas destapó las esencias de toda una big band, con boogie-woggie ligero y embriagador. A su modo, con su vida de raíces en el Mississippi, Pinetop Perkins era todo un portento del ritmo.
muy bueno el texto! gracias por tanta musica pinetop! blues para todos
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