Hoy había quedado con el jardinero para que le echara un ojo al jardín y me dijera qué hacer con algunas cosas, entre otras replantar césped en la zona donde les gusta correr a mis perritas y que poco a poco se ha quedado calva. El jardín está muy bonito, o al menos así a mi me lo parece; da gusto ver cómo han crecido todo desde cero. Cuando llegué a esta casa, hace algo más de tres años, el jardín estaba completamente virgen y ahora da gusto sentarse en él o ver a las perras corretear, aunque me destrocen el césped. No crean que no he tenido amigos que me dicen (¡anatema!) que por qué no pavimento el jardín, que da mucho menos trabajo de esa manera. Y yo siempre respondo que la verdadera razón de mudarme a esta casa era parea que mis perritas tuvieran un jardín donde estar.
Pues bien, mientras esperaba al jardinero, medio dormido en el sillón de la biblioteca, suena el portero y me encuentro a un chico que no tendría mucho más de treinta años, con cara de avergonzado que comenzaba a contarme parte de su vida. Evidentemente al pibe le azoraba el pedir dinero, o así lo creí yo. Bajé hasta la puerta y hablé un rato con él (discretamente le di algo de pasta) y me contó que era delineante, que su mujer era enfermera y que ambos estaban en paro, con dos hijos, etc., etc., etc. Qué duro es saber de estas historias directamente, no a través del periódico o de los telediarios. La sensación de impotencia por no encontrar trabajo y tener que mendigar se veía en sus ojos.
Y yo preocupado por las clareas en el césped...
Pues bien, mientras esperaba al jardinero, medio dormido en el sillón de la biblioteca, suena el portero y me encuentro a un chico que no tendría mucho más de treinta años, con cara de avergonzado que comenzaba a contarme parte de su vida. Evidentemente al pibe le azoraba el pedir dinero, o así lo creí yo. Bajé hasta la puerta y hablé un rato con él (discretamente le di algo de pasta) y me contó que era delineante, que su mujer era enfermera y que ambos estaban en paro, con dos hijos, etc., etc., etc. Qué duro es saber de estas historias directamente, no a través del periódico o de los telediarios. La sensación de impotencia por no encontrar trabajo y tener que mendigar se veía en sus ojos.
Y yo preocupado por las clareas en el césped...
Por una lado, dale una paliza al que te diga que pavimentes el jardin.:)
ResponderEliminarEsperemos que el chico sea solo un buen actor con mucha cara, y que una familia preparada no tenga que llegar al extremo de tocar en una casa a pedir limosna.
Sí, pero ¿si es verdad que realmente están tan necesitados? Espero haber contribuido con mi granito mínimo de arena.
ResponderEliminarPor cierto, auqel que me dijho que pavimentase el césped dejó de serlo ipso facto, jejeje