sábado, 2 de octubre de 2010

MI PRIMER COCHE

A finales de los años 80 yo estaba a mitad de carrera, vivía en Las Palmas y acababa de comprarme mi primer coche. Se trataba de un Volkswagen escarabajo, de 3ª ó 4ª mano, que me costó unas 25.000pts. de antes. Era gris, abollado y con los sillones bastante poco cómodos. Comencé su modesta transformación, dada mi precaria situación económica, que consistió en una limpieza profunda por dentro, arreglo de los sillones añadiendo relleno y unos forros decentes que daban el pego y, por último, una pintada completa del mismo de color amarillo pollito, exactamente al de la foto. Por supuesto esta pequeña historia estaría completa sin que algo hubiera pasado con el coche, y así fue. Pintaron el coche en un taller de chapa y pintura de La Laguna, exactamente en San Lázaro. El día que me llamaron para recogerlo del chapista subí raudo y salí conduciendo directamente hacia la autopista, pues bajaba a Santa Cruz. En la primera curva pronunciada veo, asombrado, como una rueda corre solitaria delante de mi. Por supuesto no caí que era mía hasta que giré el volante para entrar en la gasolinera que (nunca di las gracias suficientemente) se encontraba justo a la derecha en la misma curva. Entré en la gasolinera y cuando el coche perdió velocidad se desequilibró cayendo hacia un lado. La rueda había ido por su cuenta y acabó tanbién en la gasolibera (volví a dar gracias por ello), de manera que pudimos quitarle un tornillo a cada una de las ruedas que permanecían en su lugar y colocar la aventurera, de manera que cada una se conformó con tres tornillos hasta que pude reemplazar al perdido. Lo mejor es que el coche, recién pintado como estaba, sólo tuvo un pequeño rasguño en la zona de la chapa en donde quedó apoyado en el asfalto.
Después de aquello disfruté de mi escarabajo unos años más. Sólo después de que empezara a entrarle agua por el parabrisas, a ver prácticamente cómo se movía la aguja de la gasolina (era un verdadero vampiro) y a clavarme los resortes del sillón, cuando decidí que había llegado su momento. Descansó en paz en una chatarra de la isla reemplazado por un SEAT Ibiza que nunca me gustó demasiado, pero ésta sería otra historia.

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