Actuó El Bicho esta noche en el CICCA y allí estuvimos, disfrutando de su música y flipando, como en cada concierto, con parte del público que alucina con los cantantes. Les gritan, les piden cosas -hoy hasta que se desnudase-, se saben las letras de todas las canciones. El teatro interactivo para mi es un sufrimiento, y quien dice teatro dice conciertos o cualquier espectáculo donde el público participe de alguna manera. A mi me gusta llegar, sentarme en una butaca y disfrutar con el espectáculo, pero cada uno en su sitio, ellos sobre el escenario, nosotros en platea y nada más. He sufrido viendo a "La Cubana", "La Fura" y algún monólogo donde acaban preguntando algo al público, o sentándose sobre las rodillas de algún caballero micrófono en mano y cosas por el estilo. Esta noche, después del paripé de la primera despedida, el respetable coreando ooootra, ooootra y la verdadera última canción, dimos un paseo hasta el restaurante del Teatro Cuyás para terminar cenando en la barra junto a Fran Perea (él estaba con sus compañeros junto a nosotros, después de la representación de Fedra esa misma noche). Frugal cena: carpaccio, huevos estrellados y verduras asadas; paseo hacia la Alameda de Colón donde habíamos aparcado la moto y donde encontramos a Blanca con la que conversamos un rato antes de motorizarnos para volver a casa. Ha sido pues una agradable noche de viernes.
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El Bicho, CICCA-Las Palmas de G.C., 06.02.10
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