jueves, 7 de enero de 2010

THE QUEEN


El 6 de septiembre de 1997 me encontraba yo en un avión rumbo a Nairobi, en un vuelo con dos escalas que me llevó al aeropuerto Jomo Nenyata a las tantas de la madrugada, por lo que posiblemente fui uno de los pocos mortales que no vio por televisión el multitudinario funeral de Lady Di. Recuerdo que en el trayecto del aeropuerto a la casa en donde me quedé sólo se hablaba del funeral, de Elton John, de las imágenes y de todo lo que había supuesto en Inglaterra, en Kenya, etc. Recordé aquel viaje hace más de diez años porque esta noche, ordenando, apareció el DVD "The Queen", así que me senté tranquilamente a verlo con mis perras. Ellas, por supuesto sobando mientras yo, tapado convenientemente con mi manta escocesa azul (perfecta para la ocasión) regalo de mi abuela, disfrutaba nuevamente de la espectacular interpretación de Helen Mirrel. Pocas veces veremos a la reina Isabel II tan cerca como lo ha sido interpretada por esta increíble actriz.
La película coloca a los personajes de manera que podamos hacernos una idea de cómo son en la vida real: el Duque de Edimburgo, presentado como un cretino, un simplón superficial y retrógado; el príncipe Carlos, un pobre diablo con miedo hasta de hablarle a su madre; a la mujer de Blair como una izquierdosa cañera antimonárquica y al primer ministro Tony Blair, listo y espabilado, con mucha mano izquierda para, poco a poco, ganarse al pueblo y a la reina.
Dos cosas destacaría de la película, aparte por supuesto del papel de la reina Isabel, perfecto, y es la unanimidad de los que hablan del ciervo, utilizando recurrentemente el adjetivo "magnífico", pero que por supuesto salen a cazarlo (esa obsesión matarife de los cazadores, de matarlo todo mientras te recuerdan lo bonito que es el animal y cuánto lo quieren y lo respetan... -pero al que sólo quieren pasar a mejor vida, cortarle la cabeza y enseñarlo-). Por otro lado, casi al final de la película, la reina le dice a Tony Blair que un día, sin previo aviso, dejarán de quererlo y verá su nombre arrastrado por los períódicos como han hecho con ella. Y así ha sido; ahora hay muchas voces en el reino Unido, y en el mundo, que hablan públicamente de la metedura de pata de Blair por apoyar la guerra de Irak junto a G. Bush. La Historia pondrá a cada uno en su lugar, y no hay duda que Isabel II saldrá mucho mejor parada que Tony Blair.

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